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La DANA se ha cobrado hasta el momento la vida de más 150 personas en la Comunitat Valenciana, Castilla-La Mancha y Andalucía. Y mientras la tragedia sucede y se narra en directo, al mismo tiempo son muchas las preguntas en torno a cómo este evento ha generado tantas pérdidas humanas y materiales.
Abel López, doctor en Geografía Física e investigador de la Cátedra de Reducción de Riesgos de Desastres de la Universidad de La Laguna, apunta a las autoridades y administraciones públicas, quienes no han sabido actuar correctamente: «Es inconcebible que, con los avisos decretados por AEMET, siguieran abiertas actividades económicas”, señala.
En este sentido, el especialista habla de la importancia de la prevención y, sobre todo, de que la ciudadanía cuente con “formación, educación y concienciación” al respecto.
Estamos ante la DANA más intensa de este siglo y una de las más mortíferas en Europa. Desde el punto de vista de la prevención, ¿es posible afrontar un evento como este por mucho que nos preparemos?
Si mejoramos en materia de prevención estaremos mucho mejor preparados para afrontar eventos de este tipo. Esa prevención parte de dos pilares. Uno es mejorar la ordenación urbana y del territorio. Tanto en la Comunidad Valenciana como en las islas Canarias tenemos serios déficits en materia de una correcta ordenación de nuestro espacio, básicamente porque se ha ordenado sin tener en cuenta la variable riesgo, con un aumento en la peligrosidad e intensidad de los eventos extremos asociados al cambio climático, y el incremento de la población de estos últimos años.
La otra cuestión en la que estamos muy mal en materia de prevención es en todo lo que tiene que ver con la formación, educación y concienciación en materia de protección civil y emergencia de la población. Si yo hiciera una encuesta y preguntase a la población aquí en Canarias si sabe qué hacer o cómo actuar en caso de una inundación, un gran incendio forestal o cualquier otra amenaza, muy pocos sabrían qué hacer y cómo actuar. Hay mucho trabajo que recorrer en este sentido. No hay mejor forma de reducir el riesgo que conociéndolo. Y la única forma de reducirnos y autoprotegernos mucho mejor es sabiendo en qué territorio vivimos y cuáles son las amenazas que se suelen dar, aunque sean con periodos de recurrencia amplios, y saber qué hacer y cómo actuar: cómo preparar nuestros hogares, qué hacer en caso de que te pillen en la calle… ese tipo de cuestiones. Igual que uno puede formarse en un curso básico de reanimación cardiorespiratoria, pues en materia de riesgos pasa igual.
La AEMET informó de la DANA desde la semana pasada, con múltiples avisos para Valencia hasta el mismo martes por la mañana. Sin embargo, la Generalitat Valenciana no mandó alerta hasta las 20:12 y muchas empresas se mantuvieron abiertas. ¿Se podría haber gestionado de otra forma o se hizo correctamente?
Desde el punto de vista de la predicción meteorológica, no hubo ningún tipo de fallo. AEMET acertó muy bien en su previsión. Es cierto que es imposible saber qué localidad se va a llevar la gran mayoría de daños, eso es imposible, pero sí se sabía cuáles eran las zonas más susceptibles de verse afectadas, tal y como ha sido.
Donde se ha fallado es en lo que que corresponde a las autoridades o a la administración pública, en decretar correctamente los niveles de emergencia en cada una de las comunidades que han sido afectadas.
Tenemos muchísimo que mejorar, muchísimo. Creo que una de las lecciones aprendidas de este evento será limitar o reducir aquellas actividades que se están dando en el territorio cuando se prevén este tipo de situaciones. Es inconcebible que, con los avisos decretados por AEMET, siguieran abiertas actividades económicas importantes como centros comerciales porque estás poniendo en riesgo a la población que está yendo hacia esos espacios y a aquellos intervinientes que después van a tener que actuar para sacar a la población de allí.
Este trágico episodio debe servir para que las autoridades empiecen a pensar que más vale prevenir aunque después no pase nada. Ojalá siempre ‘no pasase nada’, eso significaría que en materia de prevención lo estaríamos haciendo muy bien.
En el reciente huracán Milton fallecieron una veintena de personas. En Valencia ya son más de un centenar. Teniendo en cuenta la diferencia de superficie y población, ¿a qué achaca esta diferencia?
En Florida saben el territorio en el que viven, saben que cada año tienen huracanes y saben qué hacer en caso de que se produzcan. Las autoridades llevaban días advirtiendo desde el punto de vista de la evacuación y de la autoprotección en las viviendas. Aquí no se hizo esa parte.
Se le da demasiada responsabilidad a AEMET desde el punto de vista de la prevención, pero desde el punto de vista de la gestión, que es pública, se critica poco. Y ahí es lo que se puede criticar. Creo que no ha sido muy bien desarrollada. Tanto al Gobierno de Castilla-La Mancha como al Gobierno valenciano les pilló la situación sin saber muy bien cómo actuar o qué decisiones tomar. Y fruto de eso se dio el peor escenario posible, que estaba planificado por AEMET desde días anteriores.
Si lo sabíamos aquellos que nos dedicamos o nos interesa el mundo de la meteorología y del clima, ¿por qué esto no llegó correctamente a las autoridades para advertir continuamente y reducir las actividades que se estaban dando al aire libre?
Más allá del papel que ha jugado el cambio climático en la intensidad de esta DANA, las consecuencias de este tipo de eventos se ven agravadas por cómo están construidas muchas infraestructuras y ciudades, ¿no?
Es cierto que aún no podemos vincular este evento directamente con el cambio climático, pero está previsto que, cuando se haga el estudio de atribución, el cambio climático sea un factor determinante.
En el sureste peninsular, por ejemplo, sabemos que uno de los motores de que estos eventos sean cada vez más frecuentes e intensos es que el mar Mediterráneo está cada vez más cálido. Año tras año, las temperaturas aumentan, y eso da lugar a estos fenómenos. Ya hay estudios que indican que la intensidad y frecuencia de las danas están aumentando. En un contexto de calentamiento global, sabemos que por cada grado centígrado que aumentemos la temperatura hay un 7% más de probabilidades de que se desarrollen este tipo de eventos. Por tanto, no queda otra que saber cuáles son los escenarios futuros para empezar –y ver si alguna vez se quiere– a trabajar por la adaptación al cambio climático, por preparar nuestras ciudades mucho mejor, para que sepan absorber este tipo de eventos de una forma mucho más resiliente y resistente, y permitan trabajar también por esa sostenibilidad, la cual, en un contexto de desastre, no se puede desarrollar.