El turismo en una España que quema

Esta artículo se ha publicado originalmente en la revista #LaMarea101. Puedes conseguirla aquí o suscribirte para apoyar el periodismo independiente.

El cuerpo de Michael Mosley, un famoso presentador británico, fue encontrado el 9 de junio en la isla griega de Symi, donde había salido a dar una caminata. El calor extremo también causó la muerte de otros tres turistas de distintas nacionalidades en Creta y de un excursionista holandés en la isla de Samos en las primeras semanas de junio. En apenas una semana, a mediados de junio, otros tres turistas murieron en diferentes islas griegas.

Los picos de calor, cada vez más frecuentes, apuntan a una cronificación que resulta especialmente virulenta en los países mediterráneos. El estudio La reciente diversificación de los flujos turísticos internacionales hacia España, publicado por el Banco de España a finales de mayo de 2024, señala que el número de pernoctaciones hoteleras de extranjeros «ha crecido más en las regiones del norte de España en comparación con los archipiélagos y el sur peninsular». Aunque el organismo reconoce que «es pronto para extraer conclusiones definitivas», el cambio climático «podría estar originando desplazamientos de turistas hacia destinos con temperaturas más moderadas en verano».

La geógrafa Asunción Blanco subraya que aún no existen investigaciones que demuestren con datos cómo incidirá el calentamiento global en el sector del turismo. A pesar de ello, esta profesora de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) y miembro del equipo de investigación Tudistar vaticina la posibilidad de que el aumento de las temperaturas pueda provocar una disminución de la «confortabilidad» de los turistas en determinados destinos, como el de la costa mediterránea. «Pero esto no implica exactamente que el turista vaya a dejar de venir, sino que quizá lo haga en otras épocas del año», añade.

Una encuesta realizada en 2023 por la Comisión Europea de Viajes, una entidad que aglutina a 35 organizaciones nacionales de turismo, mostraba que la cantidad de europeos dispuestos a viajar al Mediterráneo entre los meses de junio y noviembre había caído un 10% respecto al año anterior. De la misma forma, un 7,6% mostraban preocupación ante los fenómenos climáticos extremos.

La larga sequía vivida en regiones como Andalucía o Catalunya ha provocado recelos en el Reino Unido. Y precisamente desde este país llegaron el año pasado 17,3 millones de turistas a España. Son el 20% del total, los primeros del ranking. El tabloide inglés Daily Mirror llegó a calificar como «tercermundistas» las restricciones para paliar la reducción de las reservas hídricas por dejar a algunos visitantes sin agua para ducharse: «Según los reportes, la exclusiva zona de Sotogrande, en la Costa del Sol, cortó el suministro de agua durante la noche, dejando a turistas y expatriados sin lo esencial para ducharse, cocinar o limpiar», publicaron el pasado abril.

Aun así, Blanco considera que las «motivaciones» del turismo priman a la hora de tomar decisiones: «Si el turista quiere un producto concreto, como el turismo de sol y playa y una oferta madura, va a tener que seguir yendo a los mismos sitios. Es decir, no vamos a ver un trasvase drástico que quite presión a unos lugares y agobie a otros: quien quiera ir a Magaluf, seguirá yendo a Magaluf», expresa.

La profesora de la UAB, no obstante, alerta de un posible peligro derivado de las medidas para reducir los impactos de la crisis climática: «Ahora, el tema de moda entre las empresas es la adaptación, y ésta se puede llevar a cabo de dos formas: a través de una planificación pública que mire por el bienestar general de la ciudadanía, o a través de una planificación privada. En este último caso, se corre el riesgo de convertir las zonas turísticas en guetos elitistas a los que solo podrán acceder quienes paguen, con hoteles climatizados y adaptados a las altas temperaturas, mientras fuera, el resto de la población sufre las consecuencias del calentamiento global».

Evitar los mismos errores

«Para regenerar barrios puede ser una buena herramienta abrirlos a las empresas turísticas». Son palabras de la actual alcaldesa de Santander, Gema Gual, del Partido Popular. En pleno debate sobre la necesidad de regular e incluso prohibir los pisos turísticos en determinadas ciudades asfixiadas por los viajeros, la regidora cántabra plantea «relanzar zonas de la ciudad con viviendas de uso turístico».

El norte del país podría encontrar un nuevo nicho de negocio ante un hipotético movimiento de turistas desde el sur, huyendo de las altas temperaturas. Un análisis sectorial de CaixaBank Research realizado por David Cesar Heymann a partir de datos anonimizados y agregados de pagos con tarjetas en los TPV demuestra que «existe una correlación negativa entre el crecimiento del gasto turístico y la temperatura media en el verano de 2023». O lo que es lo mismo, que el gasto turístico creció más el pasado año en aquellos municipios españoles menos cálidos. De acuerdo con este estudio, las poblaciones con temperaturas más bajas consiguieron un aumento de cerca del 45% en el gasto turístico, mientras que en aquellas con registros más elevados solo creció entre un 25% y un 35%. Ante esto, el análisis alerta al sector de la necesidad de tener en cuenta «el riesgo climático y prepararse para un futuro con temperaturas más extremas».

Para Blanco, planteamientos como el de la alcaldesa de Santander son «peligrosos» porque vinculan al turismo con la solución de problemas internos como el de la «vulnerabilidad», a pesar de que este sector es culpable, en muchas ciudades, del aumento del precio de la vivienda y la expulsión de los vecinos. «Quiero pensar que son palabras erróneas y que hemos aprendido del pasado que un turismo descontrolado, sin planificación, es una trampa», dice, pero añade un último pensamiento pesimista: «Aunque la codicia y la avaricia nos puede llevar a tropezar en la misma piedra».