Los Goya suspenden el ‘test de Bedchel climático’

Las películas nominadas a los premios de la Academia de Cine Español apenas se ocupan de la crisis climática, con un par de honrosas excepciones en las categorías de documental y animación. Sólo Pedro Almodóvar aprueba entre las favoritas.
Los Goya suspenden el ‘test de Bedchel climático’
John Turturro y Julianne Moore en una escena de 'La habitación de al lado'. Foto: © IGLESIAS MÁS.

Etiquetas:

A las películas nominadas a los Goya 2025, que se entregan este sábado 8 de febrero, no les interesa mucho la crisis climática. Más bien casi nada, y las pocas veces que la reflejan es con bastante pesimismo. No lo decimos nosotros, lo dicen los dos ‘test de Bedchel climáticos‘ que les hemos pasado, uno directo desde Estados Unidos y otro propuesto en esta misma web por uno de sus colaboradores. Pero vamos por partes.

¿Por qué el ‘test de Bedchel’? Porque es el modelo más famoso de «test feminista» propuesto al cine de Hollywood. Nació en 1985, hace ya 40 años, de la mano de la dibujante de cómics y activista LGTBIQ+ Julie Bedchel, en una tira cómica en la que dos amigas, a la puerta del cine, piensan a qué película entrar y una comenta a la otra las reglas del famoso test:

  1. Que al menos aparezcan dos personajes femeninos.
  2. Que estas dos mujeres (o más) hablen entre ellas en algún momento.
  3. Y que su conversación no gire alrededor de un hombre.

Las protagonistas se marchan a tomar algo y el comentario sobre el machismo de Hollywood estaba servido. Ha tenido tanto éxito que la propia Bedchel ha renegado ligeramente de él, ya que lo aprueban películas como Pretty Woman (1990), que no se suele considerar un ejemplo de feminismo (en la tira original parte de la broma era que el personaje que lo plantea no podía ver ninguna película desde Alien), y se han propuesto alternativas como el ‘test de Vito Russo’ (para la representación LGTBIQ+) o el ‘test de la Lámpara Sexy’, que creemos que no necesita mucha explicación.

Los ‘Test del Clima’

Desde el activismo o la divulgación climática se ha planteado proponer test similares para analizar hasta qué punto el cine se ocupa de la crisis climática. En estas mismas páginas, José Luis Fernández Kois, sociólogo, divulgador y colaborador de Climática, analizó el más conocido, el Climate Reality Check de la consultora Good Energy. En su página web se lo han aplicado a más de 250 películas hollywoodienses. Analiza dos cuestiones de la trama:

  1. En la película, el cambio climático existe. Tal vez la historia retrata una ola de calor sin precedentes, una noticia sobre el aumento del nivel del mar o grafitis sobre el cambio climático.
  2. Uno de los personajes lo sabe. Y esta conciencia se muestra a través de diálogos, voz en off, las acciones o las imágenes visuales.

A partir de estos dos puntos, Fernández proponía el ‘test Ecosocial’, muy similar pero con el ligero matiz de ampliarlo a la actitud de los personajes hacia la crisis, más allá de si la conocen o no. Plantea tres preguntas:

  1. ¿Aparece en algún momento la crisis ecosocial?
  2. ¿Los personajes desarrollan alguna conversación en torno a estas cuestiones?
  3. ¿Muestra políticas o iniciativas colectivas para enfrentarla?

Así que, visto lo visto, la cuestión que nos planteamos (y a la que volveremos dentro de un mes en la previa de los Oscar) es: ¿aprueban estos ‘test de Bedchel del clima’ las películas españolas nominadas a los Goya? Y la respuesta es que la inmensa mayoría no, ni por casualidad, aunque con matices y excepciones.

Sólo Almodóvar aprueba

Las principales favoritas a llevarse los cabezones a casa el sábado no hacen ni un check en ninguna de las dos listas, pero tienen buenas excusas. Por ejemplo, El 47, dirigida por Marcel Barrena, la película con más posibilidades de premio, con 14 nominaciones, cuenta una historia real ocurrida en 1978. Y no, la crisis climática no estaba tan de actualidad como ahora (aunque ya existían pruebas científicas contrastadas al respecto). Lo mismo para la segunda más nominada, con 13, La infiltrada, de Arantxa Echevarría, ambientada en otro caso real… de los 90.

Así iríamos descartando varios títulos: La virgen roja (años 30 del siglo XX), La estrella azul (años 90), Segundo premio (también los 90, están de moda), Rita (años 80), Guardiana de dragones (sucede en China en la Edad Media), Buffalo Kids (el salvaje oeste en el siglo XIX), ¿Es el enemigo? La película de Gila (la Guerra Civil)… Etcétera, etcétera.

De las ambientadas en la actualidad o casi, en momentos donde la crisis ecosocial ya se hace notar y es un asunto presente en el debate público, grandes títulos como la comedia Casa en flames, nominada a mejor película, o Marco, cuyo protagonista, Eduard Fernández, es favorito al premio a mejor actor, suspenden. También otras más modestas como Calladita, Por donde pasa el silencio, Salve María, Polvo serán, La casa

El sorprendente alumno estrella es Pedro Almodóvar, que pasa de largo el Climate Reality Check gracias a una sola escena de La habitación de al lado. Damian, interpretado por John Turturro, es un escritor e intelectual que da charlas sobre la crisis climática y almuerza con su amiga Ingrid, una de las protagonistas, interpretada por Julianne Moore. En esa conversación, el personaje muestra todo su pesimismo sobre el futuro de la humanidad por el calentamiento global, e incluso asegura que abroncó a su hijo, ya adulto, por darle otro nieto, considerando que traer más niños al mundo es una crueldad y además malo para el planeta.

Esta escena nos sirve para testear los dos test, además. Aprueba el de Good Energy, pero suspende el ‘Ecosocial’ porque no propone soluciones de ningún tipo, ni respuestas colectivas. Es solo un personaje enfadado con el mundo, ciertamente derrotista… y un poco pijo, para que lo vamos a esconder. Así que el añadido de José Luis Fernández demuestra su sentido: sirve para analizar el tono o el enfoque con que se aborda la crisis.

Animación, documental y ‘Vito Russo’

Luego tenemos otra sonora excepción, que además sí que supera el ‘test Ecosocial’: Mariposas negras. Nominada a mejor película de animación, ya entrevistamos aquí a su director, el canario David Baute. Se trata de un documental que cuenta las historias reales de tres refugiadas climáticas, tres mujeres de diferentes partes del mundo obligadas a migrar por motivos como sequías, inundaciones o grandes temporales. Es decir, es una película explícitamente sobre la crisis climática.

Curiosamente, aquí vemos un aspecto que otros test, como el mencionado de Vito Russo, dedicado a los personajes LGTBIQ+, o los que analizan la raza suelen señalar: ¿la trama gira solo en torno a ese aspecto? En este caso suelen cuestionar que, cuando un personaje es no heterosexual o no blanco, toda su identidad gire alrededor de ese detalle. A la hora de plantear estos ‘test de Bedchel climáticos’ cabe preguntarse si se considera bueno o malo que sólo hablen de la crisis climática películas que la tienen como centro, como si fuese un nicho de género cinematográfico, y no una cuestión transversal a todos los aspectos de nuestras vidas.

En ese sentido, son interesantes dos nominadas a mejor documental y otra a mejor película europea (y de la que también hemos hablado aquí): Domingo Domingo, Mi hermano Ali y Flow. La primera es un documental sobre la naranja valenciana y un agricultor que intenta patentar su propia variante para no depender de las multinacionales del sector. La segunda, una Boyhood medio española y medio somalí que sigue la vida de un joven inmigrante de Somalia por medio mundo durante más de 12 años. Y la tercera, de animación y de Letonia, muestra las aventuras de un gato y otros animales en un mundo inundado.

¿Pasan los test? Pues no, porque aunque en las dos primeras se reflejan temas sociales, políticos o económicos consecuencia de la crisis climática, no son el centro de la trama y no se desarrolla esta específicamente. Y la tercera la trata desde un punto de vista metafórico… y, además, no tiene diálogos, porque todos los personajes son animales. Así que aquí el Climate Check y el Test Ecosocial demuestran también ciertas limitaciones.

En cualquier caso, y como la propuesta de Bedchel, se trata de herramientas de trabajo más que reglas sagradas, cuyo propósito es ilustrar un problema, o más bien un hueco que todo el mundo parece fingir que no existe.

Si te gusta este artículo, apóyanos con una donación.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Siguiente artículo

El mercado de la fantasía

Los mercados de carbono han surgido para eludir un problema: el de dejar de quemar combustibles fósiles. La inmensa mayoría de los planes de compensación (o sea, emitir el mismo dióxido de carbono pero invertir en la plantación de árboles o en prevenir la deforestación) se han revelado ineficaces.

Artículos relacionados