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La negociación final para lograr un tratado global sobre plásticos está en marcha. Desde el 25 de noviembre hasta el 1 de diciembre, durante la quinta sesión del Comité Intergubernamental de Negociación (INC-5), los representantes de todos los países del mundo y de todo tipo de organizaciones se verán las caras para intentar ponerse de acuerdo en un documento que guíe la acción contra la contaminación por plásticos en el futuro. La tarea es compleja, sobre todo, teniendo en cuenta que las reuniones anteriores terminaron sin un atisbo de entendimiento.
Laura Suárez, cofundadora de la fundación ecologista PlastiCo. Project, de Ecuador, y científica de la Universidad San Francisco de Quito, ha seguido estas reuniones desde el principio. También estará como observadora en Busan, apoyando las negociaciones de su país y presionando para lograr que este tratado no se convierta en un documento más, lleno de palabras vacías y objetivos poco claros.
Tras dos años de negociaciones, llega la hora de la verdad. ¿Qué nos jugamos en la cumbre de Busan?
Lo más importante es lograr un tratado ambicioso. Eso es lo que está en juego. Sacar un tratado que no sea simplemente un documento más diciendo «vamos a luchar contra el problema», que sea un acuerdo amplio, ambicioso y, sobre todo, vinculante, que es lo más importante para nosotros como representantes de la sociedad civil.
Por todo esto, venimos insistiendo a los Estados en que no por apurar vayan a aprobar un documento cualquiera, sino que realmente se esfuercen por lograr un tratado ambicioso que cubra todo el ciclo de vida del plástico, desde la extracción, y que introduzca medidas globales para la reducción de polímeros primarios.
Antes de este encuentro, el INC-5, ha habido otros. ¿Cómo se llega a esta reunión?
Las primeras reuniones sirvieron un poco para tantear el terreno con los países, pero desde el INC-3 las negociaciones se empezaron a ver obstruidas y se fue construyendo lo que se ha acabado llamando un borrador Frankenstein, lleno de paréntesis, de condiciones y de miles de posibilidades. Todo esto dilata el proceso y confunde a los países que no tienen una posición tan clara, en especial, los países del Sur Global que también tienen que hacer frente a presiones geopolíticas y de otros intereses socioeconómicos.
Ante todo esto, el presidente del comité negociador acaba de presentar otro borrador, una especie de documento guía. Tiene cosas que arreglar y puntos que deben fortalecerse, pero creo también que es una tabla de salvación a la que agarrarse.
¿Cuáles diría que son los principales puntos de conflicto ahora mismo?
Lo principal son las metas globales de reducción de producción de polímeros primarios. También hay conflicto alrededor de definir el ciclo de vida de los plásticos: hay países que entienden que empieza con la extracción de los recursos, otros con la producción del plástico y otros, los más desarrollados con Arabia Saudí, Estados Unidos y China a la cabeza, que solo quieren hablar de la disposición final.
También hay bastante controversia en la inclusión de la transición justa de recicladores y recicladoras de base, las definiciones de químicos peligrosos y problemáticos y los temas de conflicto de intereses y transparencia. Un último punto clave es la redacción de todos los anexos en los que se deben definir los detalles.
¿Qué países están ejerciendo más presión para diluir el acuerdo final?
Estados Unidos y Arabia Saudí han sido clave en la dilatación del proceso y a la hora de generar confusión entre el resto de delgados. Detrás de ellos están el resto de países desarrollados y productores de plástico, como China, Japón y la propia Corea o Brasil en América Latina. La Unión Europea tiene un papel un poco más neutral, entre comillas.
¿Pero de qué lado se coloca?
Según lo veo yo, busca también un acuerdo que no sea muy vinculante y que sea flexible. Donde sí tendrá un papel clave la Unión Europea será a la hora de asegurar la financiación necesaria para implementar el acuerdo final.
¿En qué puntos parece más cercano un acuerdo o un consenso?
El tema del consenso, ahora que lo dices, es otro punto de conflicto. El presidente ha dicho que preferiría que el acuerdo se alcanzase por consenso, pero no está definido. Por lo demás, diría que no hay ningún punto claro en el que pueda alcanzarse antes un acuerdo. El único denominador común en el que están de acuerdo los países es en la necesidad de abordar esta crisis. El cómo ha sido controvertido desde el principio.
Antes nombraba el borrador que presentó el presidente del comité de negociación, el embajador de Ecuador en Reino Unido, Luis Vayas Valdivieso. ¿Qué opina?
Es un buen intento de propuesta para lograr algún tipo de acuerdo. Incluye algunas prohibiciones de químicos en la producción de plásticos, requisitos globales para el rediseño de productos y propuestas de fortalecimiento de los mecanismos de financiación. Sin embargo, hay vacíos importantes en los detalles, falta claridad en las referencias a los plásticos y a los químicos dañinos. Además, se centra mucho en la economía circular, algo que para nosotros es problemático, porque es imposible que los productos plásticos y los aditivos químicos sean 100% circulares.
Ahora nuestro trabajo es intentar que de ese borrador se vaya a un acuerdo más ambicioso, que incluya todos los temas que consideramos clave. Pero todo va a depender de si el borrador presentado por el presidente se toma como referencia o no, porque eso tampoco está claro.
Este borrador evita entrar en detalle con el tema de las prohibiciones y las obligaciones para el diseño de los materiales. ¿Cree que alcanzar un objetivo claro de reducción de la producción es algo ya imposible?
Yo creo que sí es alcanzable todavía, pero para ello es importante que América Latina y África, que el Sur Global, logren tener alguna coherencia discursiva y logren tener incidencia en la negociación. Al mismo tiempo, soy realista con la política y sé que son objetivos difíciles. La clave va a estar en cómo se desarrollen los primeros días de reunión, en conseguir centrarse desde el principio en las metas de reducción de la producción.
El borrador de Luís Vayas también introduce una novedad sobre el organismo que se encargará de velar por el cumplimiento del tratado: que cada una de las partes de ese organismo pueda vetar cualquier decisión.
Sí, es así, es otro de los puntos de mayor riesgo en el borrador, porque si esto se aprueba acabaría estancando la aplicación del futuro tratado. Los países más poderosos, o países pequeños influidos por los más poderosos, tendrían la posibilidad de frenar cualquier medida.
Por lo que hemos hablado, en su opinión el tratado que surja de Busan debería ser amplio, vinculante, con objetivos de reducción detallados, con obligaciones para el diseño de los materiales claras, con referencias a la transición justa y centrado en la financiación. ¿Por qué necesitamos un acuerdo así?
Estamos en una crisis global. Ya no podemos decir que el cambio climático está allá lejos, que por este otro lado tenemos la pérdida de biodiversidad y que hay plásticos en algunas montañas. La crisis medioambiental es global. Pongamos el caso de mi país, Ecuador. Estamos sufriendo el impacto del cambio climático, tenemos 12 horas de cortes de luz al día por la sequía, tenemos una pérdida de biodiversidad grandísima, tenemos todos nuestros rellenos sanitarios [vertederos] colapsados y estamos importando desechos plásticos de países del norte global.
Si ante este escenario, los países no toman una decisión para cambiar las cosas, creo que perderemos la esperanza en los espacios multilaterales. Creo que esta es la última opción que tienen los países para lograr un tratado multilateral ambicioso y vinculante, para firmar un compromiso global que funcione. Escenarios como las COP de biodiversidad o las de cambio climático siguen moviendo un montón de recursos para que los países apenas alcancen acuerdos de mínimos que no solucionan el problema. Si el tratado global de plásticos no logra ser ambicioso, inclusivo y con un enfoque de derechos humanos, los espacios multilaterales quedarían obsoletos para nosotros.
Si hay acuerdo, sea cual sea, ¿cuáles son los siguientes pasos?
Primero vendría la firma oficial del tratado en marzo o abril del próximo año. Se ha propuesto que se haga en Ecuador, en las islas Galápagos, por su simbolismo. Luego cada uno de los países tendría que ratificarlo a nivel nacional y ya después podríamos empezar a pensar en la ratificación. Si las cosas salieran perfectas, entre 2026 y 2027 se podría empezar a implementar el tratado.
¿Y si no hay acuerdo en Busan?
Desde la secretaría de la UNEP [el programa de Naciones Unidas para el medioambiente] han dicho que solo están preparados para un escenario: que haya acuerdo en Busan. Sin embargo, se puede decidir por consenso que haya un INC5.1, un INC5.2 o los que sean necesarios para lograr un acuerdo. Si ese es el caso, en abril nos volveríamos a ver las caras para proseguir con las negociaciones.
Donde hay problemas siempre está EEUU.
Las grandes petroleras de EEUU (y posiblemente también Arabia Saudí) amenazan el futuro de Greenpeace. Es la mayor amenaza a la que nos hemos enfrentado en más de 50 años.
Las grandes petroleras han lanzado un ataque global y coordinado contra Greenpeace. Son demandas multimillonarias, todas dirigidas a silenciarnos y disuadir a todo nuestro movimiento.
El gigante petrolero Energy Transfer ha lanzado una demanda de 300 millones de dólares que podría ser el fin de Greenpeace USA.
Ahora que la noticia de la victoria de Trump se ha extendido por todo el mundo, nuestro movimiento global debe redoblar sus esfuerzos para desafiar la codicia corporativa y el extremismo político que amenaza nuestro clima.
Y sé que estamos preparados para luchar: en todos los rincones del mundo, la gente está plantando cara a la destrucción de las grandes petroleras. Empresas como Shell, ENI, TotalEnergies y Energy Transfer saben que ha llegado su hora. Saben que se avecina un cambio.
Estas demandas exageradas -las llamadas demandas SLAPP- no se hacen sólo para distraernos: están diseñadas para destruirnos, disuadirnos y amordazarnos.
No se trata sólo de Greenpeace: es un ataque contra todos los que exigimos naturaleza, aire limpio, agua limpia, derecho a protestar y responsabilidad empresarial. Nos atacan a todos.
Este es un momento sin precedentes en la historia de Greenpeace.
Puede que las grandes petroleras estén estrechando el cerco, pero se olvidan de algo: de ti y de mí.
Durante más de 50 años, personas como nosotros nos hemos negado a sucumbir cuando fuerzas poderosas amenazan nuestro mundo natural y ponen en peligro nuestro futuro. No pararemos hasta que lo hagan. Gracias por estar siempre de nuestro lado.
Ecoembes miente: se debe implantar la devolución de los envases de un solo uso en dos años.
El informe del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico sobre la recogida separada de botellas de plástico en 2023 abre la vía para la necesaria implantación del sistema de depósito, devolución y retorno (SDDR) de envases de un solo uso, lo que reduciría el abandono de residuos de envases en el medio natural y urbano y aumentaría las tasas de reciclaje.
La publicación del informe, contemplado en la Ley 7/2022 de residuos, con una recogida separada de solo el 41,3%, desmiente categóricamente los datos de Ecoembes, que elevaba al 73,4% esa recogida separada, amparada en las recogidas de envases fuera del hogar, que se sobrestimaban.
La Ley 7/2022 de residuos establece objetivos de recogida separada de botellas de plástico de bebidas de menos de 3 litros para 2023 y 2027, del 70% y 85% respectivamente, objetivos que estaban en línea con los establecidos por la Directiva (UE) 2019/904 de plásticos de un solo uso, para 2025 y 2029.
En el caso de que no se alcanzaran esos objetivos intermedios, se debería implantar un SDDR en el plazo de dos años, el conocido sistema de “devolución de los cascos” que funcionó en todo el país hasta principios de los años 80 del siglo pasado y que fue progresivamente desmantelado por el sector de la producción de bebidas y la distribución para ahorrarse costes. Ello generó un gran impacto ambiental, pues la contaminación de los plásticos en mares y medio natural está alcanzando cotas insostenibles, poniendo en riesgo la salud del planeta y de sus habitantes….