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Marzo fue el décimo mes consecutivo más cálido a nivel mundial desde que existen registros, según informó el Servicio de Cambio Climático (C3S) de Copernicus, el componente de vigilancia del clima del programa espacial europeo. El planeta registró en ese tiempo un ascenso de 1,58 ºC respecto a las temperaturas del siglo XIX, la época inmediatamente anterior al impacto de la quema de combustibles fósiles, la agricultura intensiva y la deforestación. Es la más alta desde que hay registros y se sitúa 0,70 ºC por encima de la media de 1991-2020.
El mes pasado, en concreto, se constató una subida media de 1,68 ºC, lo que lo coloca como el marzo más cálido a escala mundial. La temperatura media del aire en superficie fue de 14,14 ºC. Eso se traduce en un ascenso de 0,73 ºC respecto a la media de 1991-2020 para ese mes y 0,10 ºC por encima de la temperatura de marzo de 2016, que hasta la fecha ostentaba el récord de temperatura del tercer mes del año. La progresión es ciertamente inquietante: julio de 2023 fue el mes más cálido registrado nunca en el mundo y cada uno de los meses posteriores ha ido batiendo su propio récord.
La temperatura del mar ha seguido un patrón similar: el promedio global de la superficie para marzo fue de 21,07 °C, el valor mensual más alto registrado, ligeramente por encima de los 21,06 °C registrados en febrero.
A pesar del ascenso continuado del mercurio, esto aún no significa que haya fracasado el objetivo de 1,5 grados fijado en el Acuerdo de París, ya que se consideran los promedios a largo plazo. Ese plazo, según los expertos, es de 20 años de registros continuados. Así pues, todavía existe margen de acción, aunque esa ventana de oportunidad se cierra rápidamente. «Estamos extraordinariamente cerca de este límite y ya estamos en la prórroga», ha declarado Samantha Burgess, subdirectora de Copernicus.
Gavin Schmidt, el director del Instituto Goddard de Estudios Espaciales de la NASA, explica en The Guardian que este aumento sostenido de las temperaturas debería corregirse pronto, o al menos eso sería lo deseable: «Si la anomalía no se estabiliza para agosto, y esa es una expectativa razonable basada en anteriores eventos de El Niño, entonces el mundo entrará en un territorio inexplorado. Podría implicar que un planeta en calentamiento ya está alterando fundamentalmente cómo opera el sistema climático, mucho antes de lo que los científicos habían anticipado».
Por su parte, Carlo Buontempo, director del Servicio de Cambio Climático de Copernicus, no es partidario de dar tanta importancia a El Niño a la hora de esclarecer las recientes anomalías térmicas. «Mientras El Niño suma y resta, dependiendo de la fase en la que te encuentres, a la temperatura media global, tienes algo que sigue sumando –explicó–. Y ese algo son los gases de efecto invernadero».
La extensión de hielo en marzo
En marzo, además, la extensión del hielo marino del Ártico alcanzó su máximo anual, con un valor mensual ligeramente por debajo de la media, pero marcando la mayor extensión para un mes de marzo desde 2013. En cambio, la extensión del hielo marino del Antártico fue un 20% inferior a la media en marzo, convirtiéndose en la sexta extensión más baja para ese mes en el registro de datos por satélite. Así, continúa la serie de grandes anomalías negativas que se observan desde 2017.
Copernicus, el Servicio de Cambio Climático de la Unión Europea, publica regularmente datos sobre la temperatura en la superficie terrestre, la extensión del hielo marino y las precipitaciones. Sus hallazgos se basan en análisis informatizados que incorporan miles de millones de mediciones de satélites, barcos, aviones y estaciones meteorológicas de todo el mundo.