El poder de los jardines: las plantas salvan a Medellín de los extremos del cambio climático

La renaturalización y las soluciones basadas en la naturaleza ocupan un papel central en la estrategia de la ciudad colombiana para mitigar los efectos de la contaminación y las altas temperaturas.
El poder de los jardines: las plantas salvan a Medellín de los extremos del cambio climático
Medellín. Foto: C40 Cities Climate Leadership Group.

El pasado urbano de Medellín no es muy diferente al del resto de ciudades de Suramérica. El crecimiento rápido y desordenado (de 300.000 habitantes en 1950 pasó a 2,3 millones a principios del siglo XXI y más de 4 millones en su área metropolitana) construyó una urbe de tráfico denso, problemas de calidad del aire, temperaturas insoportables provocadas por el efecto isla de calor e importantes brechas sociales y económicas. Sin olvidar los problemas de violencia que fracturaron la ciudad a finales del siglo pasado. Sin embargo, el presente (y el futuro) de Medellín ha escogido un camino diferente, uno en el que la naturaleza ha reconquistado el espacio que le había robado el cemento.

Hoy, las calles de Medellín no son solo el hogar de los coches. Cada vez es más habitual encontrarse mariposas monarca, loros o colibríes volando entre aguacates, guayabos o ciruelos. También se dejan ver los perros zorrunos, las zarigüeyas e incluso algunos pequeños felinos, todos parte de la fauna nativa del valle de Aburrá en que está ubicada la ciudad, en medio de la Cordillera Central de los Andes. Y esta es solo una de las consecuencias del plan de la ciudad para renovarse de la mano de la naturaleza: la temperatura superficial media ha bajado en 3°C, la calidad del aire ha mejorado y los problemas de salud asociados han disminuido.

Los corredores verdes de Medellín

La historia de Medellín ya había empezado a cambiar cuando en 2015 el gobierno local escogió el camino de renaturalizar la ciudad. Antes, proyectos como el de los parques biblioteca, el de las escaleras mecánicas para conectar los barrios más aislados y marginados o el de la restauración de zonas degradadas habían demostrado que, con voluntad política y con la implicación de todos los grupos sociales, era posible cambiar las cosas. De hecho, todo ello le había valido a Medellín para ganar en 2016 el Lee Kuan Yew World City Prize, también conocido como el Nobel de las ciudades.

“Desde 2015 venimos trabajando en el ordenamiento del paisaje y de la gestión ambiental de Medellín. Todo empezó con la elaboración del manual de silvicultura urbana para ir más allá de la siembra de árboles o jardines y para empezar a tener en cuenta a las personas que vivimos en las ciudades y nuestra relación con la naturaleza”, explica Marcela Noreña Restrepo, arquitecta paisajista de la secretaría de medio ambiente de Medellín. “Bajo ese paraguas hemos desarrollado multitud de intervenciones y de soluciones basadas en la naturaleza”, añade.

Uno de los proyectos pioneros y el que mayor impacto ha tenido en la ciudad es el de los corredores verdes. La iniciativa, que empezó a modo de pruebas en 2016, ha acabado por crear 30 corredores ecológicos a lo largo de las principales carreteras y vías fluviales (llamadas quebradas) de la ciudad. Son más de 70 hectáreas de espacios verdes poblados en su mayor parte por especies nativas que a su vez conectan otros tipos de infraestructuras verdes como plazas, parques y jardines verticales. Desde entonces, más de 2,5 millones de plantas y cerca de un millón de árboles han reconquistado el espacio urbano. Con ellos, ha regresado también parte de la fauna autóctona.

El proyecto, que en 2019 ganó el premio Ashden que entrega la organización Cooling by Nature, ha tenido un impacto directo en la población. En los espacios intervenidos, la disminución de la temperatura superficial media es de alrededor de 3°C, lo que coloca a Medellín en una mejor posición para adaptarse a las consecuencias del cambio climático. La calidad del aire sigue siendo un problema, pero el nivel de partículas PM2,5 alrededor de las áreas verdes se ha reducido. Todo ello supone a la ciudad un ahorro en servicios sociales (sobre todo, de salud) de 49 millones de dólares anuales. Además, el proyecto ha contribuido a la contratación de 150 jardineros que provienen de entornos desfavorecidos y de minorías.

A más largo plazo, desde el ayuntamiento esperan que estas actuaciones y las que están por llegar reduzcan la temperatura media de la ciudad en hasta 5°C y que la vegetación absorba más de 160 toneladas de dióxido de carbono (CO2) al año. “Ahora mismo estamos trabajando para fortalecer la generación y la consolidación de esos corredores y para identificar otras acciones, como los pasos de fauna, que nos permitan conectar ecosistemas fragmentados”, señala Ana María Villa Grajales, ingeniera forestal de la secretaría de medio ambiente de Medellín. “En el plan estratégico que estamos terminando tenemos contemplada la intervención en alrededor de 16.000 hectáreas”.

Un futuro de soluciones basadas en la naturaleza

El proyecto inicial de los corredores verdes nació bajo el mandato de Federico Gutiérrez, que ocupó la alcaldía hasta 2019 y fue reelegido en 2023. Desde entonces, la estrategia de renaturalización de la ciudad ha cogido un nuevo impulso. El nuevo plan, todavía en desarrollo, pasa por potenciar los servicios que prestan los ecosistemas para beneficio de la población y contempla un amplio catálogo de soluciones basadas en la naturaleza que van más allá de los corredores, como pavimentos permeables, huertos urbanos, espacios para proteger a los polinizadores, muros verdes o sistemas naturales de drenaje y depuración de aguas.

“El objetivo del plan es que el 30% de la obra pública que entre en Medellín incluya soluciones basadas en la naturaleza”, concluye Marcela Noreña Restrepo. “No se trata solo de reverdecer la ciudad, sino también de que toda la propuesta de conectividad ecológica refuerce los bienes y los servicios ecosistémicos para el beneficio de las personas que vivimos en ella. Es una estrategia de ciudad que mira a largo plazo y que se va a extender hasta 2036”.

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