¿Merece Benidorm ser Patrimonio de la Humanidad?

La ciudad alicantina, símbolo del turismo de masas y del desarrollismo a base de hormigón, tiene también algo que decir en el debate de la sostenibilidad urbana. 
¿Merece Benidorm ser Patrimonio de la Humanidad?
Foto: Dario Fernandez Ruz.

Imagina una vivienda sostenible. Seguro que está en medio de la naturaleza, rodeada de árboles y, si hay suerte, algún riachuelo cercano. Tiene paneles solares y, quizá, un porche de madera desde el que observar el atardecer. Pero ¿cómo hemos llegado hasta allí? ¿Y a qué distancia nos queda la frutería más cercana? ¿Y el médico? ¿Cuánta energía nos hace falta para calentarla y cómo la producimos? ¿Y cómo nos llega el agua potable o la electricidad que no conseguimos generar con las placas fotovoltaicas?

La idea que tenemos de sostenibilidad no siempre se corresponde con la realidad. El debate urbanístico alrededor de cómo vivir con menos impacto en el planeta y sus recursos ha girado en las últimas décadas alrededor de una imagen muy distinta a la de esa casa aislada en la naturaleza: la ciudad compacta y vertical. Un tipo de urbe en el que acceder a todos los servicios andando o en bici, y en el que las viviendas, bien diseñadas y aisladas, se agrupan hacia las alturas para ocupar la menor cantidad de suelo posible, dejando así más espacio para zonas verdes y naturales.

Y en esta idea empieza a encajar cada vez más Benidorm. Al menos, así lo ven quienes defienden desde hace algunos años que la ciudad, icono del boom del cemento, del turismo de masas y del desarrollismo franquista en la década de 1960, debe ser Patrimonio de la Humanidad. Pero ¿cómo es posible? De nuevo, puede que los sesgos y las ideas preconcebidas nos estén jugando una mala pasada.

De pueblo pesquero a ciudad vertical

En apenas dos décadas, Benidorm pasó de ser un pueblo pequeño del Mediterráneo, que empezaba a recibir los primeros turistas que llegaban a España, a transformarse en una ciudad llena de hoteles que rivalizaban en altura. Entre los años 40 y 60 del siglo pasado, las autoridades locales lograron granjearse el favor de la dictadura, convirtiéndose en laboratorio de pruebas de la explosión urbanística que buscaba el régimen, y dieron todas las facilidades del mundo a las incipientes industrias inmobiliaria y hostelera, tal como cuentan los arquitectos y profesores de la Universidad de Alicante, Manuel López Fernández y Andrés Martínez Medina en el artículo Playas y Paseos Marítimos. El Nuevo paisaje urbano de Benidorm (1956-1986).

En pocos años, la ciudad se ensanchó, el frente costero se llenó de rascacielos y las calles se diseñaron para albergar más tráfico. Así, Benidorm pronto se convirtió en una especie de paraíso turístico para la clase media que con el tiempo pasaría a tener una población fija de 70.000 habitantes y capacidad real para albergar a más de medio millón. Cemento, rascacielos, tráfico, turismo masivo, urbanización de la costa. Nada de esto suena muy sostenible.

“La sostenibilidad no fue un objetivo, sino una consecuencia: era la opción que más beneficios aportaba a nivel económico y social. Con el Plan General de 1956, el alcalde Pedro Zaragoza apostó por un modelo vertical y compacto que permitía atraer turismo masivo sin devorar todo el territorio agrícola y natural”, explica Francisco Colom, arquitecto y autor de la newsletter De sostenible a antifrágil. “Pero el plan también aprende de las utopías urbanísticas de la época, que mostraban un interés por mejorar la calidad de vida con aspectos como el soleamiento, la ventilación cruzada o el acceso a espacios abiertos”.

Fuese como fuese, lo cierto es que aquel plan ha hecho posible que más del 60% del término municipal de Benidorm permanezca hoy sin urbanizar, concentrando la ciudad en poca superficie y dejando espacio para zonas verdes y otros equipamientos. Aquella primera versión de la ciudad, sin embargo, todavía tenía un gran pero desde el punto de vista de la sostenibilidad: una organización que giraba alrededor del transporte en vehículo privado. Y eso no ha empezado a cambiar hasta hace relativamente poco.

“Los 95 kilómetros de calles peatonales y los 90 de carriles bici que hoy hacen de Benidorm una ciudad caminable son fruto de transformaciones más recientes”, añade Colom. “A partir del año 2000, la ciudad ha invertido en proyectos urbanos para priorizar el peatón y diversificar el turismo. Un ejemplo es la remodelación de la avenida del Mediterráneo, que ha pasado de autopista urbana a un espacio flexible que acoge conciertos, cine o festivales y ha devuelto el protagonismo al peatón”.

Además, existen otros aspectos que le restan sostenibilidad a Benidorm, como su excesiva dependencia del turismo y el consumo elevado de recursos en temporada alta. “Aunque Benidorm ha logrado niveles de eficiencia en el ciclo del agua muy superiores a la media europea, la llegada masiva de visitantes en verano multiplica la presión sobre energía, residuos y servicios públicos”, subraya el arquitecto.

  1. Lo sabio es potenciar lo que es propio de cada territorio. El turismo es una especie invasora.
    En momentos decisivos para la humanidad puede que ni haya turismo. Y si lo hay, lo que se necesita en los momentos más duros es comida. Los recursos propios de cada territorio. Invertir todo o casi todo en algo artificial, como el turismo, denota cortedad de miras, codicia para hoy y tal vez hambre para mañana.

    COMUNIDADES COSTERAS Y PRACTICAS PESQUERAS.
    Ecologistas en Acción, Greenpeace, Oceana, SEO/BirdLife y WWF demandan a la Secretaría General de Pesca que la propuesta de Real Decreto en tramitación se revise en profundidad para garantizar una transición justa hacia la pesca de bajo impacto.
    Las principales organizaciones ambientales demandan que se establezca un reparto equilibrado y transformador de las posibilidades de pesca entre los diferentes tipos de artes. Un modelo más justo que favorezca el relevo generacional y la incorporación de las mujeres al sector; que incentive artes de pesca más selectivas y con menos capturas incidentales de especies amenazadas; que impulse la creación de empleo de calidad y el arraigo en las zonas costeras; y que contribuya decisivamente a la conservación y restauración del ecosistema marino.
    En palabras de las organizaciones: “Todas las partes relacionadas con la actividad pesquera —responsables políticos, pescadores/as y organizaciones ambientales—- coincidimos en el diagnóstico y en señalar la difícil situación que enfrenta la pesca artesanal, que se traduce en la pérdida de actividad en muchas comunidades costeras. Desde 2014, la Política Común de Pesca ofrece una herramienta, a través de su artículo 17, que permite incentivar una actividad pesquera con menor impacto ambiental y que desempeñe un papel esencial en las economías locales. Sin embargo, esta opción apenas se ha utilizado hasta el momento”….

  2. La Termometrada 2025 confirma el papel clave de árboles y pavimentos permeables frente al calor extremo.
    Las mediciones de temperatura, convocadas por diferentes organizaciones ambientales el pasado día 20 de septiembre, se llevaron a cabo en 24 capitales de provincia y 44 municipios y alcanzaron más de 150 zonas de medición.
    Las entidades organizadoras, entre las que se encuentra Ecologistas en Acción, hacen un balance positivo de la amplia participación y la implicación de las personas voluntarias que salieron a la calle a tomar la temperatura a las 8:00, las 17:00 y las 23:00 horas.
    Las diferencias de temperaturas en la medición de las ocho de la mañana entre la zona denominada Infierno (pavimento artificial sin sombra) y la denominada Paraíso (pavimento natural bien sombreado) que han dado cifras superiores a 3 ºC en Xixón (3 ºC), Arnedo (La Rioja) (3 ºC), Jaén (4 ºC), Chiclana, Cádiz (5 ºC), Alcobendas, Madrid (7 ºC) y Pozuelo de Alarcón (Madrid) (8,5 ºC). El resultado obtenido en las mediciones demuestra cómo las zonas con pavimento artificial funcionan como Islas de Calor, pues durante la noche no llegan a disipar el calor acumulado durante el día.
    Son también muy llamativas las diferencias de temperatura en la medición de las cinco de la tarde también entre zonas Infierno y Paraíso, que han dado cifras superiores a 5 ºC en Murcia (5 ºC), Chipiona, Cádiz (5 ºC), San Antonio Benageber, Valencia (5 ºC), Ausejo, La Rioja (5,8 ºC), Valladolid (6 ºC) y Chiclana, Cádiz (7 ºC), demostrando igualmente la influencia que tiene el pavimento y la sombra ofrecida por la arboleda en el control de la temperatura ambiente. Además, aproximadamente el 40% de las noches tórridas medidas (en las que se superan los 25 ºC), ocurrieron en Infiernos.
    Se denomina Paraíso a un espacio que cuenta con suelo natural, es decir, pavimento permeable, de hierba o tierra, y la sombra de un árbol con buen porte o de una arboleda. Se denomina Intermedio a un espacio con pavimento duro, de asfalto, granito o losa artificial bien sombreado e Infierno a un espacio de pavimento impermeable de asfalto, granito o losa artificial y sin sombra alguna durante todo el día.
    Se considera que el confort térmico es un concepto que depende de variables como: la temperatura del aire, la temperatura radiante procedente del suelo, la humedad relativa y la velocidad del viento. Entre todas estas variables, la que podemos controlar con más inmediatez es la temperatura radiante, que es mucho más alta en suelos artificiales que en suelos naturales y que se puede manejar simplemente revertiendo la impermeabilización del suelo que caracteriza de forma totalmente innecesaria a los núcleos urbanos.
    La segunda variable, es la temperatura del aire, que se puede controlar aplicando medidas de renaturalización urbana, pero no se resuelve de forma inmediata como en el caso anterior, pues los árboles, arbustos y herbáceas que deben imperar en nuestros pueblos y ciudades presentan largos procesos de crecimiento de la vegetación, que en ocasiones pueden tardar 20 o 30 años en hacerse efectivos.
    Resulta en consecuencia especialmente relevante no solo la importancia de la sombra natural, sino también el tipo de pavimento existente. Las mediciones efectuadas animan a las personas y a las organizaciones participantes a seguir reclamando con fuerza tanto la reforestación urbana como la sustitución de pavimentos artificiales, sobre todo de granito, por suelo natural. Es necesario recordar que el granito es el material que más calor retiene, pues tarda más en desprenderlo incluso que el asfalto.

  3. Exacto. Eso es Benidorm: cemento, rascacielos, tráfico, turismo masivo, urbanización de la costa..
    Yo no podría vivir en una ciudad así.
    Hace años la visité una vez, de paso, y me produjo una especie de angustia, me deprimia, sentía la necesidad de salir corriendo de ella.
    Por el contrario, donde hay árboles y naturaleza viva yo revivo y me cambia el carácter en positivo.
    Es la energía de los árboles, seres vivos y generosos.
    Yo estoy convencida de que una ciudad tipo Benidorm no puede dar equilibrio psíquico ni bienestar anímico. No a las personas sensibles.
    Conceder el título de Patrimonio de la Humanidad a Benidorm considero que sería como concederle el Nobel de la Paz a Trump.
    Pero en este sistema capitalista, manipulador y alienante estamos viendo que convierten el pecado en virtud. Nada nos puede sorprender ya.

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