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El periodista Miguel Ángel Criado (Almería, 1968) hace más de una década que escribe sobre cambio climático y medio ambiente. Cofundador de Materia, la sección de ciencia de El País, este periodista que de pequeño cazaba mariposas y les cortaba las colas a los lagartos ahora intenta, con sus reportajes, artículos y entrevistas, poner el foco tanto en los datos y en la ciencia como en aquellas historias personales que acercan el tema a los y las lectoras.

Criado, que creció con la sintonía de El hombre y la Tierra, acaba de publicar Calor. Cómo nos afecta la crisis climática (Debate, 2024), un libro estructurado en capítulos independientes en los que aborda la crisis climática desde diferentes temas y perspectivas, pero, sobre todo, se centra en todo lo que concierte a España. No hace ejercicios de futurología sin más, sino que presenta las causas y las posibles consecuencias de lo que ya está sucediendo; y lo hace visitando los lugares sobre los que escribe, conversando con sus protagonistas y contrastando la información con la comunidad científica. Calor es ya un libro de cabecera, de esos de consulta que hay que tener siempre a mano; un compendio necesario para entender qué está sucediendo en España en materia de crisis climática y qué nos espera.
Abordar la crisis climática en un puñado de páginas. ¡Menuda faena!
No tenía ni idea de cómo escribir el libro y me costó mucho empezar. Empecé mirando hacia atrás y trayendo al presente mis recuerdos infantiles. Esto le gustó a la editora y decidimos ir por ahí, que el hilo fuese tirar de mis recuerdos, sobre todo, porque el contenido es un poco árido. Me di cuenta de que con las historias personales, el lector podría empatizar y acercar el libro a su propia experiencia. Es lo que más me gusta del libro: la conexión entre los recuerdos personales y el contenido.
En periodismo científico o climático, ¿cómo se encuentra el equilibrio entre el dato y las historias personales?
Yo no tengo un método concreto y no siempre se consigue. Lo que sí he descubierto a lo largo de estos años de trabajo es que sí que voy buscando ese detalle personal, más íntimo; esa cosa más anecdótica que luego vinculo a la historia global, y así todo llega más.
Para escribir este libro ha viajado por toda la península, ha visto el terreno y ha hablado con los protagonistas de sus historias. Al periodismo climático y ambiental ¿le falta terreno? ¿Cree que nos centramos demasiado en los informes?
La idea inicial era haber ido a muchos más sitios. Me hubiese gustado ir al País Vasco y a Benidorm para ver el impacto del turismo y poder hablar con la gente. Eso es clave. Que un pastor que practica la trashumancia te diga que tiene que comprar cubas de agua para poder dar de beber al ganado te da otro enfoque, te acerca más al problema y te descubre cosas nuevas. La comunidad científica sí que lo hace; de hecho, muchos científicos y científicas usan sus vacaciones para hacer trabajo de campo. Quizás los que deberían hacerlo serían los políticos.
En el libro también aborda el tema de la ecoansiedad y el ecomiedo, concretamente un estudio que se está llevando a cabo en la Universidad Carlos III de Madrid por parte de Lluís Orriols, Juan Fernández y Paloma Abril en el que investigan el impacto emocional de la crisis climática. «Hasta el 15% de los españoles están sufriendo algo así como ecomiedo. El porcentaje sube hasta el 20% en el caso de la ansiedad climática». ¿Cómo abordar esto desde el periodismo? ¿Qué responsabilidad tenemos los periodistas que cubrimos información climática? ¿Cómo encontrar el equilibrio entre mostrar la realidad y hacer un trabajo propositivo orientado a las soluciones?
¿Cuánto rato ocupan en el telediario los muertos de Gaza ahora mismo? Nada. Con el cambio climático pasa igual: para que lo que antes se contaba a diario vuelva a estar en portada, tiene que pasar algo muy gordo. Yo lo he visto conmigo mismo: cada vez escribo menos sobre cambio climático. Yo he pasado ya la fase de denuncia y ahora me centro más en las consecuencias de los fenómenos o en escribir sobre nuestra capacidad de adaptación. Intento ir un poco más allá. Sí que intento buscar la parte más positiva de las historias. Los humanos somos la especie, o una de las especies, con más capacidad de adaptación. Quizás es lo que toca contar ahora; sin dejar de contar que Catar emite 110 veces más que Ruanda. Es la única manera de hacer que la gente no mire hacia otro lado.
La región mediterránea será una de las más afectadas por el cambio climático. En España ya se está produciendo la mediterranización de las zonas atlánticas. Además, el abandono del campo tiene y tendrá consecuencias nefastas para nuestro país.
Las cosas no suceden de un día para otro y nos daremos cuenta cuando hayan pasado un par de décadas y miremos hacia atrás. Antes en las casas no había aire acondicionado y ahora en las ciudades cuesta encontrar hogares que no lo tengan. Es una locura. ¡Yo soy el único de mis amigos que no tiene, y las noches de este verano han sido una tortura! El cambio ya se está produciendo: hemos pasado de veranos en los que había una ola de calor a veranos que sufren varias, tempranas, y largas. Nos daremos cuenta cuando ya sea tarde, cuando ya hayamos pasado a otro estadio climático.
Escribe: «Los turistas se irán al norte (…), el aumento de las temperaturas en curso va a darle un verdadero revolcón al turismo en Europa (…) y ese revolcón va a ser muy duro para casi todas las zonas más turísticas de España». El turismo ha sido uno de los temas del verano en los medios.
En las redes me ponen de defensor del turismo, pero con esto me sucede lo mismo que con el ecologismo radical. La turismofobia es no tener memoria. El turismo fue el modernizador de este país. Franco murió en la cama, pero el franquismo, en gran medida, murió gracias al turismo. En los años 60 y 70, las nuevas ideas solo les llegaban a las clases liberales superiores que podían viajar a Londres y a otros sitios. Esas ideas y esa modernidad no calaban hacia abajo. Lo que transformó a la sociedad española fue el turismo. En los años posteriores, los españoles empezaron a hacer turismo y a ver cómo la gente se relacionaba fuera. Vieron cosas que en la España del momento eran impensables. Evidentemente hay otros impactos modernizadores, como los medios de comunicación o las redes sociales, pero en los 70, el catalizador fue el turismo.
Soy muy escéptico con los turismofóbicos. Sé que [el turismo] genera problemas, pero también es un ejemplo de oportunidad. El cambio climático puede poner este país patas arriba, respecto al turismo. Solo hace falta ver la foto de la playa de Brighton del año pasado. Si no se hace nada, es probable que muchos turistas dejen de venir a las zonas turísticas habituales. Otra cosa es la desestacionalización: si se desestacionaliza el turismo, como ocurre ya en Canarias, también se desestacionalizará el trabajo temporal, por ejemplo. Por otra parte, la desestacionalización también permitiría hacer un mejor uso de las infraestructuras. Por último, el impacto en el medio no sería el mismo, porque no es lo mismo el impacto de las multitudes a el impacto de algo más escalonado. Hay un cuarto beneficio de la desestacionalización pero no está estudiado: mejoraría la presión sobre el sector inmobiliario.
En Calor usted habla del concepto de Pax Climática y asegura que «en los tiempos actuales, parece raro que una entidad política colapse por años de sequía», pero pone el ejemplo de Siria, donde las sequías que sufrió el país entre 2006 y 2010 fueron el ingrediente que faltaba para provocar el desastre.
Hay muchos estudios que vinculan las primaveras árabes con la sequía previa y la falta de cereales. Hay una conexión evidente entre la sequía, el impacto en los cereales y la guerra civil en Siria. En el pasado, hay muchas civilizaciones primitivas muy dependientes de una base alimentaria primaria que colapsaron a causa de cambios en el clima. El clima ha sido determinante en el destino de las sociedades, para bien y para mal. Ahora, con la cultura y la tecnología, todo ha cambiado, pero continuamos siendo dependientes del clima; unas sociedades más que otras.
¿Y cómo explicar esos fenómenos multifactoriales complejos?
Hay que dejar cosas fuera, porque no se puede contar todo: hay que ir a lo más relevante y a lo que pueda resultar de más interés. Lo importante es ir al tema central, ir tirando de él e intentar acercarse al lector con el factor sorpresa, o de cercanía o explicando algo nuevo. A mí me gustan mucho las historias que obligan a pensar.
Asegura que en España no hay negacionistas climáticos, sino negacionistas de las medidas que se toman para combatirlo o adaptarse, así como resistencia a la agenda 2030.
El negacionismo climático en España hace tiempo que se mantiene en, aproximadamente, un 10%. Lluís Orriols, que está investigando el tema, lo dice: apenas hay negacionistas como tal; lo que sí hay es negacionismo vinculado a las medidas que se adoptan para combatir la emergencia climática. Entre los grandes perdedores de estas medidas van a estar los agricultores de secano: al subir las temperaturas, van a necesitar una agua que no van a tener, y cuando eso pase, surgirán los problemas, y habrá que hacer intervenciones sociales. El no atender las demandas de la España vaciada es caldo de cultivo para este tipo de negacionismo. Esas demandas aún son muy difusas para los urbanitas. Hay que pensar que en España, el 84% de la población vive en ciudades. Al campo se he han juntado muchas cosas y por eso estalla; y ahí es precisamente donde encuentra su voto Vox, que sabe articular una especie de ensoñación. Eso es típico de los populismos: dar respuestas sencillas a problemas muy complejos.
¿Por qué los asuntos climáticos, que nos afectan a todas por igual, parece que sean solo un tema de izquierdas?
Esto es algo de España, porque, por ejemplo, el ecologismo alemán no es así, es más transversal. Quizás tenga que ver con la historia: el ecologismo español nace del movimiento anti-OTAN, anti bases estadounidenses, etc. Fueron movimientos muy apoyados por Izquierda Unida y pesa la herencia. Un ecologismo bien entendido no tiene por qué ser únicamente de izquierdas.
En unos meses habrá elecciones en Estados Unidos. Ya sabemos cuál es la posición de Donald Trump respecto al cambio climático. En Brasil estuvo Bolsonaro, ahora Milei gobierna Argentina…
Lo primero que hay que preguntarse es por qué surgen esos fenómenos ahora y no antes. Yo creo que surgen ahora porque estamos viviendo un cambio de era, y no solo climático, sino sistémico. El cambio es bestial a todos lo niveles y a la gente le cuesta adaptarse a los cambios. Es lo único que puede explicar la traducción política de lo que está sucediendo.
El ecologismo alemán es muy singular.
Apoyó a la corrupta, ultraderechista y entusiasta sirvienta del capital van der Leyen en las recientes elecciones europeas.
Eso es un suicidio. Es como si las gallinas escogieran al zorro para cuidar de ellas. Eso es no ser ecologistas o no tener cabeza.
Así les está yendo.
Acaso la derecha, sirvienta predilecta del capital, sabe entender bien el ecologismo?. El capital no admite restricciones ni limitaciones, va a «saco» para obtener las máximas ganancias, destruyendo y saqueando al planeta, a países enteros y al ser humano.
De que sirve el ecomiedo si al mismo tiempo, aquellos que pueden hacerlo, siguen consumiendo inconscientemente, adquieren los últimos e innecesarios aparatos que salen al mercado, ect.?
El bendito día que llueve les oyes decir: que asco de día!, ellos quieren verano y las diversiones y
juergas asociadas al verano.
Mientras tanto nos estamos yendo al garete y lxs periodistas conscientes de ello tenéis la responsabilidad de decirlo y repetirlo. No tengáis complejo alguno en exponer la realidad que nos va el futuro de todxs.
La desestacionalizacion del turismo parece una alternativa interesante a la masificación turística, ésta perjudica mucho más que beneficia.
Que se lo pregunten a Canarias, a Baleares, a Barcelona, a Málaga…
dónde la vivienda, los alquileres, la cesta de la compra se han puesto por las nubes, además de destruir naturaleza para construir hoteles, complejos turísticos, campos de golf y acabar con la poca o mucha calma de la que disfrutaban los nativos. Calma imprescindible para una vida de calidad.
España es un país agrícola y lo que se debe potenciar en primer lugar es la agricultura. Que el agricultor pueda vivir con dignidad y que lxs españoles consigamos nuestros productos. Es lo más lógico y sensato.
El franquismo nunca murió. Una de las razones fundamentales es porque aún no se ha impuesto la verdad sobre las falacias que escribieron los vencedores por la sencilla razón de que éstos siguen y siempre han seguido al mando del timón. España sigue siendo a día de hoy sociológicamente franquista.