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«Menos aviones, más vida». Es el lema con el que el colectivo Zeroport –contra la ampliación de puertos y aeropuertos– y la Xarxa per la Justicia Climàtica impulsaron la manifestación celebrada este domingo, 19 de septiembre, en Barcelona. El detonante: el proyecto, ahora fallido, de ampliación del Aeropuerto de El Prat. No obstante, su reivindicación va más allá de este plan y también de su afectación sobre una zona protegida como es La Ricarda. La movilización puso el foco sobre la crisis climática y la lucha por la salud y la vida, que se ven amenazadas por un modelo desarrollista que impulsa el crecimiento de sectores como la aviación, que contribuyen al cambio climático.
Por eso, aunque el núcleo de la protesta fue Barcelona –donde se dieron cita manifestantes de toda Cataluña–, también hubo concentraciones en Madrid y Palma, ciudades para las que también hay planes de ampliación de sus aeropuertos. En la capital catalana, la plataforma Zeroport estima que asistieron unas 90.000 personas –10.000 según la Guàrdia Urbana–.
Ada Colau, la alcaldesa de Barcelona, fue una de las figuras políticas que alentó la marcha en sus redes sociales: «Porque queremos futuro, decimos NO a las ampliaciones de aeropuertos, NO al negacionismo climático y al negacionismo económico que nos pone en peligro para que unos pocos se forren a costa de la mayoría», escribió en su cuenta de Instagram.
El proyecto de ampliación del aeropuerto de Barcelona fracasó a principios de este mes por la falta de acuerdo entre el Gobierno y la Generalitat a pesar de que ambos ejecutivos se aliaran en este plan el pasado 2 de agosto. Aena, la empresa encargada de llevarlo a cabo, no prevé ninguna alternativa al petróleo para el 95% de los vuelos en 2030.
El proyecto ha sido polémico desde un inicio y criticado por las organizaciones ecologistas, quienes este domingo se encargaron de recordar que su queja trasciende a La Ricarda. Lo reiteró en su discurso al final de la marcha Marina Garcés. En palabras de la filósofa, «dicen que es un conflicto entre modelos. No, es más sencillo: es una guerra entre clases sociales y sus intereses».