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El planeta se calienta. Es incuestionable. Desde la época preindustrial (1850-1900), la temperatura ha subido cerca de 1,1 ºC. Pero se trata de una media mundial. Hay partes de la Tierra que se han calentado menos y otras donde se han disparado las temperaturas a lo largo de las últimas décadas por la emisión de gases de efecto invernadero. España estaría en este último grupo, superando (con creces en algunas regiones) el límite fijado en 2015 en el Acuerdo de París.
Los países pactaron entonces no superar la temperatura media mundial en 2 ºC, y hacer todo lo posible por que no sobrepasara los 1,5 ºC. Sin embargo, la inacción ha sido la tónica habitual y la necesaria transformación ecosocial no acaba de producirse. Los últimos ocho años han sido los ocho más calientes a nivel global desde que hay registros. Se siguen emitiendo gases y el termómetro no ha dejado de ascender. En nuestro país, según datos de AEMET, la subida más importante se ha producido en los últimos 60 años. Desde el periodo preindustrial, la temperatura media en España ha aumentado cerca de 1,7 ºC. Desde los años sesenta, 0,3 ºC cada una de las décadas. Pero como se recordaba al principio, no ha sido igual en todos los territorios.
Los Pirineos, zona cero del calentamiento global en España
Si en cuanto al agua la crisis climática pasa por el Mediterráneo (se calienta un 20% más rápido que la media mundial), se podría decir que el calentamiento global dentro de España pasa por los Pirineos Orientales. De los nueve municipios que ya registran una subida de temperatura de más de 3 ºC, seis se encuentran en esta zona: Alp, Das, Fontanals de Cerdanya, Ríu de Cerdanya, Castellar de n’Hug y Llivia. Este último, en la provincia de Girona, registra el mayor calentamiento, con 3,26 ºC. En total, más de 300.000 personas (lo que equivale al 1% de la población y al 3% de los municipios españoles) ya han experimentado dicho calentamiento.
«En toda la cordillera se alternan áreas de fuerte y bajo incremento térmico, probablemente determinados por la orografía de la montaña, que determinan situaciones microclimáticas muy particulares y muy próximas y diferentes entre sí», explica Raúl Estévez, uno de los autores del informe del Observatorio de Sostenibilidad que recoge todos los incrementos de temperatura en España en los últimos sesenta años.
Para el análisis se han considerado tres tipos de información: la población, el número de municipios y territorios (8.198), y la superficie que ocupan. Del total, la mitad del número de municipios y la mitad de la superficie ya han superado 1,5 ºC de calentamiento, lo que se traduce en que un 70% de la población española vive en zonas que se han calentado más allá del grado y medio entre 1961-1970 y 2009-2018. Esto deja que tan solo un 30% de habitantes (el equivalente al 49% de los municipios) vive en España por debajo de ese aumento.
Acorde al análisis del Observatorio de Sostenibilidad, 17,5 millones de personas (37% de la población y 37% de los municipios) viven en entornos con una temperatura que ha subido entre 1,5 y 2 ºC. Además, un 27% de la población (el equivalente a 13 millones de personas y el 10% de los municipios) vive en zonas con una subida de los termómetros en las últimas décadas de entre 2 y 2,5 ºC.
«El calentamiento no se distribuye igual por todo el territorio. No sube igual en todo el planeta ni en toda España, y por ello es muy importante determinar cuáles son los puntos donde más ha aumentado la temperatura para iniciar actividades de adaptación», apunta Fernando Prieto, director del Observatorio de Sostenibilidad. En este sentido, el también doctor en Ecología señala que «es necesario trazar de una vez planes detallados, dotarlos de presupuesto y llevarlos a cabo a escala estatal, autonómica y local para encarar el cambio climático que, como demuestran estos mapas, ya está aquí».
El mapa elaborado muestra que los territorios que han experimentado un mayor incremento de las temperaturas se sitúan principalmente en áreas elevadas de las mesetas interiores y en las áreas de baja montaña litoral en la cornisa cantábrica, así como en Galicia. En cambio, explican los autores, «los grandes valles fluviales interiores parecen experimentar menores incrementos, salvo el valle del Ebro que, orientado al este, se comporta de forma opuesta».
Madrid, zonas de Sevilla y Cádiz, partes de Cataluña, las islas Baleares, el norte de Tenerife y Lanzarote, o El Hierro, son las partes del territorio español que más han disparado sus temperaturas desde los años sesenta. Unas cifras que se han obtenido tras cruzar los datos de la población española por municipios con los datos creados por Copernicus y por el Centro Europeo de Predicción Meteorológica a Medio Plazo (ECMWF).
Una única opción para limitar el calentamiento: dejar de emitir gases
Que la temperatura aumente sin cesar no es nada positivo. El calentamiento del planeta influye en la potencia y duración de los fenómenos meteorológicos extremos. Estos eventos ya están siendo la normalidad en cualquier rincón de la Tierra, con miles de personas afectadas y poniendo la biodiversidad en peligro.
En agosto del 2021, el IPCC publicó su último informe, con la evidencia más actual en torno al cambio climático. Como recoge el documento, elaborado por cientos de especialistas de todo el mundo, se espera que durante los próximos 20 años la temperatura global alcance o supere los 1,5 ºC de calentamiento.
Para finales de siglo, las estimaciones de temperatura del grupo científico ligado a la ONU oscilan entre 1 ºC en un escenario de emisiones de gases efecto invernadero muy bajas y 5,7 ºC en un escenario de emisiones muy altas. Partiendo de esto, solo existe una opción para no superar el grado y medio, y por tanto, cumplir con lo pactado en el Acuerdo de París. Para ello, haría falta algo no visto hasta ahora: una política estricta de reducción de emisiones hasta alcanzar las emisiones netas cero, lo que permitiría quedarse en 1,4 ºC de calentamiento en 2100.
Como decía recientemente Bill Nelson, administrador de la NASA, «la ciencia no deja lugar a dudas: el cambio climático es la amenaza existencial de nuestro tiempo». Una frase que se complementa con esta otra del físico Joachim Schnellhuber: «La diferencia entre un calentamiento global de 2°C y 4°C es la civilización humana».
Sabemos que tanto los automóviles como los viajes aéreos tienen altas emisiones de CO2, y sabemos que la publicidad de estos mismos productos está destinada a aumentar las ventas.
Es hora de evitar que estas empresas fósiles anuncien sus productos contaminantes. Nuestro planeta ya no puede tolerar que las empresas pidan un aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero en medio de una crisis climática.
Si calcula las emisiones máximas del impacto de la publicidad de automóviles y aviones en toda la UE, los anuncios pueden causar emisiones de más CO2 que el conjunto de Bélgica emitido en 2019.
A nivel mundial, las emisiones de gases de efecto invernadero del impacto de la publicidad de automóviles podrían ser tan altas como las emisiones totales de Australia en 2019.
Ya es hora de dejar de publicitar el caos climático.
El automóvil y las aerolíneas se están comportando como solían hacerlo las compañías tabacaleras. Promueven productos dañinos para el medio ambiente y peligrosos con fines de lucro que pueden costar sus vidas en la tierra.
Por eso, una coalición de ONG y organizaciones ecologistas lanza ahora una propuesta ciudadana para prohibir la publicidad de fósiles en la UE. Nuestro objetivo es conseguir un millón de firmas y así obligar a la Comisión a considerar la propuesta.
https://www.greenpeace.org/denmark/vaer-med/stop-fossilreklamer/?utm_medium=email&utm_source=smc&utm_campaign=dk_pg_fossil-fuels&utm_content=dk_pg_advertising-climate-chaos-report-launch&utm_term
NOS QUEDAMOS SIN INVIERNOS (Ecologistas en Acció La Ribera)
Estamos agotando el agua dulce, las confederaciones hidrográficas reparten más de la que hay y en la cuenca del Júcar tenemos ya un déficit de 250 hm³/año. Hemos acabado con el 60 % de los vertebrados durante los últimos 50 años y estamos extinguiendo unas 50.000 especies/año. Necesitamos 1’7 planetas Tierra para mantener el actual nivel de consumo y residuos, 3 en los países ricos… Hemos sobrepasado los límites fundamentales de la biosfera y nos adentramos ahora en una etapa desconocida, insostenible y, si no cambiamos pronto, irreversible.
En el caso del clima, quizás el problema más grave y urgente, estamos calentándolo aceleradamente con los gases de efecto invernadero que emitimos a la atmósfera y con la destrucción de los grandes ecosistemas. Algunos todavía recordamos que hace cuarenta años empezaba a hacer frío en octubre o noviembre y hasta el mes de marzo eran meses en qué habías de ir muy abrigado por la calle, en cambio ahora estamos en febrero y casi vamos en camisa; el frío es bastante menor y se limita a unas pocas semanas, de hecho el invierno pasado fue el segundo más cálido de la serie histórica (y ya veremos éste), el primero fue el de 1989 y el tercero el de 2015, totalmente coherente con el calentamiento climático global.
Las plagas no llegan a desaparecer en invierno porque no hace bastante frío, y después atacan más los brotes y frutos, obligando a utilizar más venenos, originando mayor contaminación y gastos. Además, las temperaturas cálidas y las excesivas importaciones facilitan la invasión de nuevas plagas como el minador, la mosca negra, el mosquito tigre, la avispa asiática, etc.
Con todo, el problema más grave es que después vienen los veranos más largos y calurosos, con más noches tropicales y problemas de todo tipo. La Agencia Estatal de Meteorología, en un informe de 2019, explica que el verano se está alargando unos 9 días por década y ahora dura cinco semanas más que hace cuarenta años… Los veranos se comen los inviernos y esto resulta muy peligroso porque, si seguimos igual, el aumento de las temperaturas globales puede llegar a los 3 ºC en pocas décadas, lo cual implicaría que durante los veranos tendríamos aquí días con 60 ºC, como en el Sáhara, de forma que sólo sería habitable la cornisa cantábrica y poco más…
Hace 42 años que se habla de ello pero no se han aplicado las soluciones y el IPCC y el PNUMA calculan que sólo nos queda esta década para reducir al menos a la mitad los combustibles fósiles y detener el destrozo medioambiental, incluso la fallida COP26 lo ha reconocido así.
El problema es que los combustibles fósiles y el destrozo ambiental son la base de los grandes negocios del transporte, comercio, turismo, electricidad, agroquímicos, armas, etc., que mueven billones de $ cada año, y las grandes corporaciones que los controlan no quieren reducir sus beneficios; todo lo contrario, quieren más y más, en una espiral de crecimiento loco, como si fueron un cáncer, aunque eso nos lleve al desastre y la extinción a los humanos y a millones de otras especies. Y las grandes corporaciones tienen a los gobiernos comprados o acobardados, y juntos engañan a los pueblos haciéndoles creer que este capitalismo en fase terminal es el único modelo socioeconómico posible…..
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