Una cooperativa en la Amazonia muestra que otra agricultura es posible

Se trata de la agrosilvicultura. Sus defensores la consideran una alternativa sostenible a los monocultivos de soja y la ganadería que ayuda a restaurar praderas degradadas.
Una cooperativa en la Amazonia muestra que otra agricultura es posible
El miembro de RECA Daniel Berkembrock. Foto: Avener Prado.

Este reportaje se publicó originalmente en Mongabay Latam. Traducción de Yolanda Álvarez.

Hamilton Condack sonríe y señala a un imponente árbol ipê arraigado en la parcela de terreno donde vive y produce alimentos.

«Cuando adquirí este lugar hace 15 años, un tipo me ofreció 500 reales brasileños por él», dijo refiriéndose al ipê, con una de las maderas más valiosas del Amazonia y codiciada por los madereros. «Ahora dicen que vale entre 15.000 y 20.000 reales brasileños [entre 2.800 y 3.800 dólares], pero nunca lo vendería».

Condack adquirió su terreno en un estado degradado, lleno de maleza y arbustos, después de que sus anteriores propietarios lo despejasen para la cría de ganado y lo abandonaran cuando los suelos se desgastaron.

Se puso a trabajar para devolver la vida a la pradera improductiva a través del uso de la agrosilvicultura, un método agrícola de uso mixto donde los cultivos imitan a los bosques naturales. Con el tiempo, los nutrientes del suelo regresaron.

Hoy en día, además de ipê, la pequeña granja de Condack es un oasis de especies de plantas y árboles que incluye copoazú, açaí y andiroba —vendidas para producir bienes de alto valor como mermelada, pulpa y aceite en la cooperativa agrícola sostenible que dirige—.

Conocida por el acrónimo RECA (Reforestación Económica Unida y Adensada), la cooperativa está formada por más de 300 familias. Con sede en Nova Califórnia, en el estado brasileño de Rondônia, es pionera en el sistema agroforestal en la Amazonia brasileña.

«La agrosilvicultura es una opción económicamente viable y ecológica, sobre todo para los pequeños agricultores», explica Condack a Mongabay en su terreno. “Nos permite producir alimentos ecológicos y restaurar áreas de bosque que fueron destruida».

  1. CADA VEZ QUE LLENAMOS EL DEPOSITO LAS SELVAS TROPICALES SE VEN AMENAZADAS.
    Una directiva europea obliga a que todo el diésel que consumimos incluya un porcentaje de biocombustible. Los aceites vegetales (palma, soja,…) representan casi el 80% de la materia prima utilizada para producir esos “bio”combustibles en la UE. Y España lidera este modelo insostenible: en 2020 fue el mayor productor de biodiésel de aceite de palma de toda la UE.
    Cultivar palma y soja para meterla en nuestros depósitos no es ni “bio” ni sostenible:
    Cada año se arrasan miles de hectáreas de selva tropical para cultivar enormes extensiones con palma y soja.
    Si tenemos en cuenta todo el ciclo de producción, los combustibles de palma emiten el triple de CO2 que el diesel fósil convencional. Y los de soja, el doble.
    Quemar cultivos de forma masiva en nuestros depósitos hace que el precio de estos alimentos básicos aumente exponencialmente, lo que provoca problemas de inseguridad alimentaria en muchas partes del mundo.
    Arrasar ecosistemas enteros para instalar plantaciones de monocultivos destruye nuestra biodiversidad y desplaza y viola los derechos de las poblaciones locales.
    Ciberacción: Pide al Gobierno de España que acepte la propuesta del Parlamento Europeo de eliminar inmediatamente los biocombustibles producidos a partir de aceite de soja y de palma en las próximas negociaciones sobre la Directiva de Energías Renovables de la UE.
    https://www.ecologistasenaccion.org/216557/

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