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Lleva desde 2015 intentando ofrecer una visión científica e independiente de la situación del lobo ibérico en España. Lo forman un ejército de 1.500 voluntarios coordinado por técnicos e investigadores. Ángel M. Sánchez es el director de este proyecto, que tiene su sede en la Universidad de Alcalá de Henares. Desde el principio, el Voluntariado Nacional para el Censo del Lobo Ibérico ha puesto sobre la mesa cifras que no encajaban con las oficiales. Números que hablaban de una situación mucho más delicada para esta especie de lo que se creía. Hoy, su director muestra satisfacción por la inclusión del lobo en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial, lo cual implica la prohibición de cazarlo salvo en circunstancias muy específicas.
Se ha dado un primer paso, ya que lo principal, como afirma Sánchez, «es proteger la biodiversidad desde las instituciones», pero aún queda mucho trabajo por hacer para que el lobo recupere sus hábitats, una mayor variabilidad genética y un número de ejemplares óptimo para su conservación. Esta protección de la biodiversidad, inseparable de la lucha contra el calentamiento global, es fundamental para el futuro del planeta.
El lobo ibérico ya no se puede cazar en ningún punto de España salvo en casos muy concretos. ¿Es algo que tenemos que celebrar?
Yo creo que sí. Después de tener a la especie al borde de la extinción en los años 70, que solo se salvó por un milagro que obró Félix Rodríguez de la Fuente, es algo por lo que felicitarnos. El lobo es una pieza clave de los ecosistemas de la península ibérica.
Pero no todo el mundo opina igual. Algunas asociaciones de ganaderos y algunos grupos políticos han pedido revertir la decisión.
Ellos van a presionar siempre porque tienen sus intereses. Han tomado al lobo como chivo expiatorio de todos sus problemas. Creo que los sectores privados, que a veces tienen intereses contrarios a la protección de la biodiversidad, no deberían formar parte de las mesas de decisión sobre conservación. Al menos en países como el nuestro, en los que el sector primario está claramente beneficiado por las ayudas públicas.
Los roces entre el lobo y determinados usos del monte son evidentes. ¿Cómo podemos asegurar la convivencia efectiva de ambos?
Aunque se haya cambiado la ley, todavía pueden llevarse a cabo cazas para el control poblacional en unas condiciones muy excepcionales. Pero la convivencia debe partir de la protección total de la especie. Solo entonces se podrá trabajar para la coexistencia del lobo con la ganadería. Si se implementan una serie de medidas, los ataques pueden reducirse prácticamente a cero. Y en los casos puntuales en los que haya un ataque, debería intervenir el Estado.
¿De qué medidas hablamos?
Existen muchas experiencias de éxito y casi todas tienen que ver con la recuperación de las tradiciones ganaderas ancestrales que se han ido perdiendo. Por ejemplo, la agrupación de los partos, la recogida del ganado por la noche o el uso de mastines y otros perros de guarda. También pueden implementarse pastores eléctricos y otros tipos de vallados. Pero lo principal creo que es empezar por proteger la biodiversidad desde las instituciones. Lo demás siempre puede llevarse a cabo, porque hay medios disponibles.
¿Cuántos ataques de lobo al ganado se registran anualmente?
Es difícil tener un dato fiable científicamente, pero el sistema de peritaje de los ataques de visu [a simple vista] tienen un margen de error altísimo. Y la mayoría de peritajes de ataques de lobo que se hacen en España son de este tipo. De hecho, tenemos constancia de que en las zonas de límite de distribución del lobo se registran muchos más ataques por perros asilvestrados y descuidados. Y son datos que se le adjudican al lobo, porque son ataques indistinguibles a simple vista.
A pesar de este nuevo nivel de protección de la especie, ¿cuáles son las amenazas actuales del lobo ibérico?
Son principalmente dos: la escasa variabilidad genética y la antropización y fragmentación de su territorio. En los espacios llenos de carreteras, muy explotados por la ganadería extensiva y con escasez de ungulados silvestres, el lobo se puede ver empujado a atacar el ganado. Está más que demostrado que el lobo prefiere cazar presas silvestres, pero si esta escasea, ataca al ganado.
Por otra parte, todos estos años de caza han provocado que se hayan desestructurado las manadas. Se ha hecho una caza aleatoria que ha acabado tanto con individuos jóvenes como con lobos viejos que son los que portan el conocimiento. Sin estos últimos presentes, el grupo familiar se ve abocado a buscar presas fáciles para sobrevivir.
La población actual desciende de pocos especímenes y la especie lleva años aislada en la península. ¿Qué soluciones existen para incrementar la variabilidad genética del lobo ibérico?
El lobo ibérico es una subespecie del lobo gris europeo, aunque no está reconocido por todos los investigadores. Esta subespecie se habría generado por aislamiento. En el pasado, existía un flujo constante de lobos de linajes centroeuropeos a través de los Pirineos. Una de las formas de fomentar el aumento de la variabilidad genética es asegurar unos corredores seguros sin caza hasta Centroeuropa para que las poblaciones de lobo se relacionen y se reproduzcan.
Los lobos europeos que hoy llegan a España vienen, sobre todo, de Italia, tras atravesar los Alpes, Francia y los Pirineos. Son héroes de la naturaleza que no tienen asegurada su supervivencia. Llegan individuos aislados, pero no existen registros de que se hayan asentado en territorio pirenaico ni en Cataluña ni en Aragón. Espero que, en un futuro, el lobo acabe consolidándose en esas zonas y se favorezca una mayor variabilidad genética.
Hablando del futuro, ¿cómo se adaptará el lobo al nuevo contexto climático de la península Ibérica?
El lobo es pura adaptación. Si no lo matas, puede adaptarse a cualquier situación. Es lo que llamamos una especie muy ubiquista, habita prácticamente en todo el mundo. El único problema que tiene el lobo es que lo maten, tanto legal como ilegalmente.
¿Por qué el lobo, que ha llegado a estar en una situación tan delicada, ha tardado tanto en tener el mismo grado de protección que otras especies emblemáticas como el lince o el oso?
Es algo difícil de entender. Creo que tiene que ver con que sectores como el ganadero y el cinegético hayan estado representados y hayan tenido poder de decisión en las mesas de conservación de la biodiversidad en nuestro país. Es lógico pensar que quieran frenar la protección del lobo, porque no les interesa. Hay que sacar de las mesas de conservación a los intereses privados.
El patrimonio natural común debe ser defendido por el Estado y por técnicos independientes. Una vez que esté protegido, se puede empezar a negociar con los intereses privados para hacerlos compatibles con la protección, en este caso, del lobo. No hay que buscar consenso para proteger el patrimonio histórico o cultural, ¿no? Pues con el lobo pasa lo mismo.
Cuando los primeros esfuerzos conservacionistas llegaron en los 70, quedaban menos de 500 lobos en libertad en España.¿Qué pensarían hoy en día Félix Rodríguez de la Fuente y compañía?
Rodríguez de la Fuente creo que habría alucinado de las vueltas que hemos dado para proteger al lobo debidamente y de que hayamos tardado 50 años. Él hizo lo que pudo en el contexto en el que estaba, una realidad muy contraria a la protección de la biodiversidad. Gracias a él, la ley de caza de 1970 estableció cierto nivel de protección para el lobo y otras especies que hasta entonces habían sido cazadas a cambio de recompensas de lo que se llamaba «juntas de extinción de animales dañinos o alimañas».
Estuviese vivo o muerto, cualquiera podía recibir dinero por un oso, un lince, un lobo, una rapaz, un zorro… Félix Rodríguez de la Fuente consiguió cambiar esta dinámica destructiva y suicida desde el punto de vista medioambiental y salvó al lobo de la extinción.
Antes hablabas de la dificultad de contabilizar los ataques. ¿Sabemos cuántos lobos hay hoy en España?
En el Voluntariado Nacional para el Censo del Lobo Ibérico no tenemos información de toda España. Pero sí que tenemos bastante información de la compleja dinámica poblacional de la especie. Al estar en territorios muy antropizados, las manadas cambian de tamaño, lugar y distribución año a año.
Lo que sí sabemos es que las cifras oficiales, que hablan de unos 2.500 ejemplares, están sobredimensionadas. Se basan en un tamaño medio de manada de entre ocho y 10 ejemplares, pero sabemos que el tamaño medio real en España y en Europa oscila entre tres y cinco. Oficialmente, existen 297 manadas de lobo ibérico estimadas, por lo que hablaríamos de una cifra real de entre 1000 y 1500 especímenes entre España y Portugal.
¿Hasta dónde debería crecer la población para alcanzar un nivel saludable?
El lobo debería volver a ocupar todos los territorios de los que ha sido extirpado. La especie estaba presente en casi toda la península ibérica. Debería volver a ocupar ese espacio en unos números soportables por el ecosistema. Al ser un gran depredador, sus poblaciones se regulan, por lo que no va haber más lobos en un territorio de los que pueda haber. Es decir, nunca va a existir sobrepoblación de lobos, como algunos sectores quieren hacer pensar.
Según la estimación que hicimos en el año 2018, cada año mueren entre 500 y 650 lobos por causas no naturales. Es un número muy cercano a la tasa de reclutamiento de la especie, es decir, del número de individuos que nacen cada año. Si a esto le sumamos todos los que mueren por causas naturales, obtenemos una cifra brutal y entendemos por qué ha sido imposible que el lobo haya recolonizado sus territorios.
¿Podría volver a ocupar territorios de los que fue desplazado hace tiempo?
Con la realidad actual y si se acaban eliminando los controles poblacionales, la especie podría acabar recolonizando algunas de las zonas que ya están intentando ocupar. Pero para que el lobo llegase a zonas más lejanas, como Andalucía, haría falta un esfuerzo de repoblación positivo por parte del ser humano. Furtivismo va a seguir habiendo, pero aun reduciendo las muertes no naturales será difícil que el lobo por sí mismo vuelva a ocupar toda la península.
¿Qué beneficios medioambientales podría generar si se introduce en estos territorios de los que lleva tanto tiempo excluido?
La experiencia más conocida es la de Yellowstone, en Estados Unidos. La reintroducción de unos pocos lobos cambió por completo el ecosistema del parque. Los lobos, como todos los grandes predadores, provocan una serie de cascadas tróficas que afectan a todos los niveles de la pirámide ecológica. En España, servirían por ejemplo para mantener a raya a los grandes herbívoros y ungulados que tanto han proliferado en los últimos años.
¿Cómo funciona el proyecto del censo, cómo recopiláis los datos?
Es un proyecto de ciencia ciudadana. Contamos con voluntarios que reciben cierta formación y con algo de material que recibimos gracias a algunos donantes, ya que no tenemos financiación externa. Los voluntarios son manejados por coordinadores en las diferentes zonas loberas y solemos tener buena presencia en Galicia, en Asturias, en algunas provincias de Castilla y León, en el Sistema Central y en el Sistema Ibérico.
Formamos pequeños grupos con ciertos conocimientos para identificar individuos en el monte y recoger datos e indicios que quedan registrados en una aplicación. A partir de ahí, intentamos delimitar los territorios y el tamaño de las manadas. Por último, colocamos cámaras de fototrampeo que nos permiten comprobar si existe reproducción e individualizar a los ejemplares.
¿Por qué no existe un censo oficial serio?
No lo sé, pero creo que el conteo oficial parte de premisas equivocadas, como la del tamaño de las manadas. Y lo hace por un sesgo que se produce a nivel político para justificar las enormes cifras de mortalidad que se han venido dando en las comunidades en las que estaba permitida la caza. Cuanto más ajustadas y bajas son las cifras de población, más difícil es justificar que todos los años se matasen 150 lobos en Castilla y León o 40 en Galicia.
Fotografías: Voluntariado Nacional para el Censo del Lobo Ibérico
«Esta protección de la biodiversidad, inseparable de la lucha contra el calentamiento global, es fundamental para el futuro del planeta».
Así lo creo yo también; pero los ganaderos odian al lobo por los daños que dicen causarles.
De muchos territorios de la Península Ibérica se ha adueñado el jabalí, incluso entra ya en las grandes ciudades (hace un par de semanas en un parque de Barcelona un jabalí se le llevó el bolso a una mujer).
¿Qué hemos hecho mal para que suceda esta molesta y peligrosa invasión?
¿Que animal es el depredador del jabalí? ¿el lobo?
A propósito de la caza y de los cazadores y de la biodiversidad:
¿Cómo se puede consentir que les den licencia para matar pájaros y aves cuando ya apenas quedan a causa de herbicidas, cambio climático, ect?
Cualquier persona que conozca mínimamente el medio rural se habrá dado cuenta de que han desaparecido. Dar permiso para que maten a las pocas aves que quedan es un crimen y un despropósito contra la biodiversidad, la vida y la naturaleza.
El lobby de la caza, ya sabemos que es gente con dinero y prepotente, como el señorito Iván de «los santos Inocentes» y parece que los gobiernos se pliegan a este poderoso lobby.
Gracias por tu positiva labor Angel M. Sánchez.