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La situación en el Ártico es mucho peor de lo que se creía. En los últimos años, la literatura científica ha alertado de que la fría región del norte se calienta a un ritmo muy superior a la media mundial, en un fenómeno que se conoce como amplificación ártica. Hasta ahora, se hablaba de que lo hacía hasta dos o tres veces más rápido. Sin embargo, un nuevo estudio publicado en la revista Communications Earth & Environment concluye que el calentamiento en el Ártico es casi cuatro veces más veloz que el promedio global en las últimas cuatro décadas.
El Ártico se ha calentado 3,8 veces más rápido que el promedio mundial desde finales de la década de los 70. Una cifra muy superior a la que recoge el IPCC en su Sexto Ciclo de Evaluación (donde se dice que la tasa de calentamiento es de más del doble) y el reciente informe del Programa de Monitoreo y Evaluación del Ártico (que señala que el calentamiento es tres veces más rápido). En promedio, el estudio concluye que el planeta en su conjunto se ha calentado 0,19 ºC por década, mientras que el Ártico ha aumentado su temperatura a una media de 0,73 ºC por década.
Dos son las claves que explican estos valores más altos respecto a investigaciones anteriores: la extensión de superficie y el espacio de tiempo escogido. Lo corrobora el doctor en meteorología Mika Rantanen, autor principal del estudio, quien señala que los resultados difieren de cálculos pasados porque han “definido el Ártico correctamente (con el Círculo Polar Ártico, 66,5°N)” y han “calculado las tendencias desde 1979, año en el que se dispone de datos satelitales». Con estos parámetros, “la relación de amplificación del Ártico observada es de 3,7-4,1 ºC, dependiendo ligeramente del conjunto de datos», puntualiza el experto.
Estos valores son incluso más alarmantes si se analizan determinadas zonas dentro de la región ártica. Por ejemplo, el calentamiento es siete veces más rápido que el promedio mundial en el mar de Barents –al norte de Noruega y Rusia–, como también apuntaba otro estudio publicado en junio de este año. Ello supone un calentamiento de 1,25 °C por década.
Esta amplificación del Ártico se debe a que, de normal, el hielo marino actúa como una gran manta reflectante, reduciendo la absorción de la radiación solar. Sin embargo, a medida que el hielo se derrite como consecuencia de las altas temperaturas, la cantidad de calor que atrapa es mayor. Esto da lugar a un ciclo de retroalimentación positiva: el calentamiento global derrite el hielo, el océano atrapa más calor, y el calentamiento aumenta.
La amplificación ártica tiene un ciclo estacional, siendo más baja en verano y más alta a finales de otoño e invierno. En este sentido, “un hallazgo particularmente interesante” fue descubrir una amplificación del Ártico «anómalamente alta en abril», señala Rantanen.
Según el estudio, si se escogiera una periodo de tiempo más reciente y corto, la amplificación del Ártico sería menor, lo que significa que la región polar se ha calentado a una velocidad similar al resto del planeta en las últimas décadas. Esto podría implicar dos escenarios, según cuenta Mike Rantanen en Carbon Brief: que el calentamiento en el Ártico se ha ralentizado o que el calentamiento en el resto del mundo se ha acelerado. En este sentido, el investigador ve posible que “los modelos climáticos tengan sesgos que los hagan subestimar sistemáticamente la amplificación del Ártico”, por lo que considera que “se necesita más investigación”.
Por qué debe importarnos lo que ocurre en el Ártico
Para antes de 2050, “es probable” que el Ártico esté prácticamente libre de hielo marino en septiembre al menos una vez, independientemente del nivel de emisiones actuales y futuras. Así lo indicaba el IPCC en su informe de agosto del año pasado. Que este evento no se convierta en algo recurrente dependerá de no alcanzar niveles de calentamiento más altos.
Ya durante la década pasada, la superficie media anual de hielo marino del Ártico alcanzó su nivel más bajo desde al menos 1850. Su extensión mínima de hielo marino disminuye a una tasa del 13,1% por década. En verano de 2020, la ciudad rusa de Verjoyanskm, en el Ártico, registró 38 ºC, lo que supuso una anomalía de 30 ºC para la época.
Este derretimiento, como se explicaba antes, es una mala noticia porque hace que el cambio climático vaya a más. Y no solo eso: el Ártico es clave en la regulación del sistema climático global –puede influir en ciertos eventos extremos– y contribuye al aumento del nivel del mar como consecuencia de un deshielo que, además, afecta al permafrost, que almacena enormes cantidades de metano, un potente gas que calienta el planeta.
Por todo esto, el Ártico es una bomba climática, y su pólvora son las emisiones de gases de efecto invernadero que causan las actividades humanas. La única forma de que no ‘detone’ –o, si lo hace, que sea lo menos dañina posible– es dejar de quemar carbón, petróleo y gas. También es fundamental no financiar estos proyectos, como hacen los bancos, entre ellos el Santander, que ha incrementado un 500% sus inversiones en las perforaciones en el Ártico desde el Acuerdo de París.
Activistas de Greenpeace a bordo del barco Arctic Sunrise han confiscado recientemente equipos de pesca de dos buques pesqueros industriales europeos en el Atlántico Norte. Uno de ellos era la pesca en una reserva marina, que debería protegerse de la pesca industrial. Eso es inaceptable.
Los activistas confiscaron un palangre de 30,2 km con 286 ganchos. Durante la acción, también liberaron a un tiburón azul, siete peces espada y otros animales marinos de una muerte segura.
La pesca con palangre es extremadamente destructiva. En un día de pesca promedio en el Atlántico Norte, se colocan palangres que pueden llegar desde Djursland hasta el sur de los Alpes italianos (1.280 km). Sobre el papel, la pesca está dirigida al pez espada, pero la cruel realidad es que después de la sobrepesca del pez espada, son principalmente los tiburones los que capturan los pescadores españoles y portugueses. Ahora los tiburones están en peligro de extinción.
En los océanos del mundo, solo alrededor del 1,2 por ciento está bajo alguna forma de protección, mientras que menos del 1 por ciento está completamente protegido.
Greenpeace está luchando para que los tomadores de decisiones del mundo adopten un tratado oceánico global en las conversaciones de la ONU en agosto. Si no se llega a un acuerdo sólido, será imposible cumplir con el requisito de que el 30 por ciento de los océanos del mundo estén totalmente protegidos para 2030. Científicos y organizaciones como Greenpeace llevan años dejando claro que este es el mínimo requerido para permitir que los océanos se recuperen.
(Greenpeace Danmark)
Amigos de la Tierra, Ecologistas en Acción, Greenpeace y WWF advierten que la minería submarina tendría devastadoras consecuencias para los ecosistemas marinos y la capacidad de captura de carbono que tienen los océanos.
España se une a un número creciente de países que se muestran favorables a una moratoria a la minería submarina.
Para las organizaciones ecologistas urge que el Gobierno y la UE apoyen la moratoria en el Tratado Global de los Océanos que comienza el 15 de agosto en la ONU.
El inicio de la minería submarina, alertan desde las organizaciones ecologistas, tendría consecuencias devastadoras para los ecosistemas marinos, la capacidad de captura de carbono de los océanos y la la biodiversidad de toda la columna de agua, incluídas las poblaciones de peces que forman parte de la alimentación humana. Por eso consideran que esta declaración puede impedir el avance de una explotación submarina que no tendría en cuenta la magnitud de los impactos y las propias carencias de la Autoridad Internacional como organismo responsable de regular esta actividad y, al mismo tiempo, proteger los fondos marinos.
https://www.ecologistasenaccion.org/206063/celebran-que-espana-demande-una-pausa-de-la-mineria-submarina-y-piden-una-moratoria-en-las-aguas-internacionales/
Los océanos son los mares que ningún país tiene derecho a controlar.
La mayoría de las veces comienzan a 370 km de la tierra y cubren cerca de la mitad de la superficie de la Tierra. No pertenecen a nadie y a todos nosotros al mismo tiempo. Si bien varios acuerdos y organizaciones han sido diligentes en la promoción de intereses comerciales como la pesca, el transporte marítimo, la extracción de petróleo y, más recientemente, la minería de aguas profundas en estas áreas, la biodiversidad y la naturaleza marina se han quedado sin ninguna forma de protección efectiva.
Sólo el 1,3 por ciento de los océanos del mundo gozan de algún grado de protección y menos del uno por ciento de los océanos del mundo están totalmente protegidos.
Los océanos del mundo están bajo la presión de la sobrepesca y los métodos de pesca destructivos, la extracción de petróleo, el transporte marítimo, el cambio climático, así como la contaminación plástica y de otro tipo. Nuevas amenazas acechan en forma de minería de aguas profundas.
Por lo demás, la ciencia es clara. Necesitamos dar a la naturaleza en el mar un respiro. Designar áreas de protección donde se permita que la naturaleza sea naturaleza. Para 2030, al menos el 30 por ciento de nuestras aguas marinas deberían estar completamente protegidas.
En las propias aguas de un país, es posible designar y proteger eficazmente las aguas marinas con la legislación nacional, pero no en los océanos. Es la devastadora realidad la que ahora finalmente puede cambiar.
¿Obtendremos un acuerdo de París para los océanos? ¿Un tratado con dientes? ¿O simplemente obtenemos otro pedazo de papel que permite que los negocios como de costumbre continúen sin cesar?.
Por eso es importante el Tratado Marítimo que se está negociando estos días en Naciones Unidas.
En este momento, el borrador del texto del acuerdo todavía contiene muchos de los elementos correctos. Por ejemplo, procesos efectivos de toma de decisiones, la posibilidad de que la pesca se incluya en el acuerdo y una herramienta para designar áreas protegidas para la naturaleza y la biodiversidad sin tener en cuenta la explotación comercial.
Sin embargo, el texto del acuerdo también contiene muchos elementos dañinos, y en Nueva York habrá fuertes intereses comerciales en juego. Intereses trabajando por un acuerdo débil.
La próxima semana obtendremos la respuesta.
(Greenpeace Danmark)