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A Boris Johnson se le acumula la faena. Envuelto, entre otros, en el caso Patterson, el primer ministro británico pronto tendrá que hacer frente a un asunto climático igual de peliagudo: tomar la decisión de si aprueba o no la explotación del pozo de petróleo de Cambo en las Islas Shetland, en el Mar del Norte.
El yacimiento fue descubierto entre 2001 y 2002, y durante todos estos años se han llevado a cabo estudios de todo tipo para saber si su explotación era económica y ambientalmente viable. Detrás de este proyecto están Shell y Siccar Point Energy. Ambas compañías ya han presentado un plan para empezar la extracción de 170 millones de barriles de petróleo desde 2025 hasta 2050 (primera fase de extracción).
Para ese último año, el Gobierno británico se ha comprometido a alcanzar las cero emisiones netas. Shell, por su parte, es la empresa responsable del 2% de las emisiones históricas de gases de efecto invernadero entre 1854 y 2010, según datos de la demanda de Amigos de la Tierra-Países Bajos que llevó a la petrolera a los tribunales. Antes de la COP26, la empresa llegó a reunirse hasta 57 veces con diferentes ministros británicos, según Friends of the Earth International. Detrás de Siccar Point Energy está el banco de inversión Blackstone.
Gran Bretaña, segundo productor de gas y petróleo de Europa
Si bien el Gobierno británico aún no se ha pronunciado de manera definitiva acerca del pozo petrolífero, sí ha reiterado la necesidad de continuar con las perforaciones en el Mar del Norte, “porque producir de manera doméstica siempre es mejor que importar”.
El 80% del petróleo británico se exporta, ya que Gran Bretaña es el segundo productor de gas y petróleo en Europa. Otro de los argumentos que exprimen tanto el gobierno británico como las empresas implicadas en Cambo es la creación de empleo que supondría la explotación en la plataforma: calculan que se crearían unos 1.000 puestos de trabajo.
El proyecto emitiría el equivalente a 134.000 toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera, sin contar las emisiones que se producen en la quema del petróleo y del gas.
Friends of the Earth denuncia “la hipocresía del Gobierno británico”
Caroline Rance, activista de Friends of the Earth Scotland, ha trabajado durante varios años en la Ley de Cambio Climático de Escocia. Durante los últimos meses, ha coordinado la coalición de la sociedad civil escocesa para una recuperación justa y verde tras la pandemia ocasionada por la COVID-19. Ahora, es líder de campañas contra las explotaciones petrolíferas y de gas y su función abarca desde el desarrollo de políticas y su promoción, hasta el trabajo con activistas y grupos locales.
“Cambo es la segunda explotación más grande no desarrollada en tierras británicas. Contiene 800 millones de barriles de petróleo. En junio, Shell y Siccar Point Energy presentaron el proyecto de explotación al gobierno británico. La comunidad científica no deja de decirnos que debemos dejar atrás los combustibles fósiles y por eso luchamos, para que no se lleve a cabo esta explotación”, explica la activista.
Rance critica “la hipocresía del gobierno británico”, que “está preparado para aprobar el proyecto”. Si bien, en un inicio, desde Downing Street se aseguró que no se podía parar, lo cierto es que sí puede: el gobierno británico tiene el poder legal suficiente para detener que Shell y Siccar Point Energy inicien la extracción.
“La licencia que obtuvieron en 2001 para explorar el área no le da permiso para explotarla”, continúa Rance, quien, a pesar de todo, se muestra optimista. “Conseguimos prohibir el fracking en Gran Bretaña y en Escocia. Podemos detener esto, pero necesitamos que la gente se implique. El Gobierno británico se encuentra muy cerca de la industria de los combustibles fósiles y los escuchan a ellos antes que escuchar a la comunidad científica”, concluye la activista. Para ella, las renovables tampoco suponen una alternativa, “porque pertenecen a las grandes empresas de siempre”.
Por el momento, más de 90.000 personas han firmado una carta dirigida al primer ministro británico, Boris Johnson, pidiéndole que rechace el proyecto. En la Blue Zone de la COP26, sin embargo, el presidente de esta cumbre, Alok Sharma, instó a las personas que protestaban contra Cambo a abandonar las salas.