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El año arranca con un hecho sin precedentes en las islas Canarias. El Gobierno regional ha declarado desde este miércoles 24 la situación de prealerta por riesgo de incendios forestales en las islas más occidentales (El Hierro, La Palma, La Gomera, Tenerife) y en Gran Canaria. Como confirman fuentes oficiales a Climática, es la primera vez que se activa tan pronto: en el mes de enero, en pleno invierno.
Según el Plan Especial de Protección Civil y Atención de Emergencias por Incendios Forestales de la Comunidad Autónoma de Canarias (INFOCA), en situación de prealerta se estima que no existe peligro significativo de incendio forestal excepto el propio de las épocas de Peligro Alto, que comprende desde el 1 de julio al 30 de septiembre.
La llegada de aire seco y cálido sahariano, junto a temperaturas anormalmente altas para esta época del año, una humedad relativa inferior al 30% en zona forestal y vientos incluso que han superado en la jornada de hoy los 100 km/h hace que exista riesgo moderado de gran incendio forestal. Así lo estima el Gobierno de Canarias a través del índice GIF (siglas referidas a los grandes incendios forestales) que se actualiza cada día. La Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) se ha expresado en la misma línea: hay un riesgo de incendio forestal variable entre moderado y extremo.
El Gobierno insular recomienda a la población que tome todas las precauciones para evitar un posible incendio. Entre sus consejos están el no tirar nunca colillas encendidas ni cerillas y evitar dejar desperdicios en el monte.
Jorge Parra, técnico de Protección Civil del Gobierno de Canarias, detalla a Climática que la situación de prealerta es la primera vez que se activa en enero. Lo más pronto que se ha tenido que ejecutar, explica, fue en un mes de febrero, en 2020. Entonces, las islas sufrieron la mayor calima jamás vista y se declaró un incendio forestal en Gran Canaria.
En un contexto de cambio climático, sostiene Parra, «cada vez llueve menos y la masa forestal está cada vez más seca y estresada». Asimismo, el especialista recuerda que «en esta época del año, el dispositivo de incendios está bajo mínimo» después del periodo de verano, que es cuando históricamente se han centrado los esfuerzos debido a mayor probabilidad de que se propaguen las llamas. Sin embargo, «la realidad es que los incendios ya se materializan a lo largo de todo el año«, afirma Parra.
El comienzo de año está siendo intenso en el archipiélago. El Ejecutivo canario también tiene activada la situación de alerta por viento en El Hierro y de prealerta por el mismo fenómeno en el resto de las islas, y ha declarado la situación de prealerta por calima, fenómeno más habitual en esta época del año y que puede generar problemas de salud a personas con enfermedades crónicas y/o respiratorias.
«La calima es habitual en este cuatrimestre (diciembre-marzo) y las situaciones de invierno son las más intensas en Canarias», explica el meteorólogo David Suárez, delegado de AEMET en Canarias. No obstante, apunta que «las temperaturas están altas para la época del año». Respecto a posibles incendios forestales, el especialista recuerda que «una variable importante es el viento», de ahí la situación de prealerta.
Actualmente, la AEMET mantiene en Canarias 25 avisos (no confundir con las alertas, que es tarea del Ejecutivo regional): un aviso en naranja por rachas máximas de viento en El Hierro y el resto, avisos amarillos por viento y calima.
En los últimos años, las islas Canarias han sufrido multitud de cambios y hechos históricos debido a los efectos del calentamiento global. La llegada del ciclón tropical Hermine en septiembre de 2022 fue una señal más de la tropicalización de unas islas que se adentran en territorio desconocido e incierto. Por ejemplo, en octubre del año pasado, por primera vez en la historia, el Gobierno canario suspendía las clases no universitarias por una ola de calor.
El cambio climático, como apunta David Suárez, está provocando en el archipiélago un aumento significativo de las temperaturas, cambios en los patrones pluviométricos y un clima cada vez más árido.