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¿Quién está soltando castores por España? Los riesgos de una reintroducción ilegal

Desde 2003, el castor euroasiático se ha afianzado en el Ebro y ha aparecido en el Duero y el Guadalquivir. Los detalles de su retorno se desconocen, pero todo empezó con una suelta ilegal de 18 ejemplares.
Ejemplar de castor euroasiático. Foto: NasserHalaweh

Los rastros son claros: troncos roídos en la orilla, tocones podados y sin corteza, huellas de cinco dedos terminadas por uñas fuertes. No deberían estar ahí, pero están. El castor euroasiático (Castor fiber) está recuperando terreno en la península Ibérica, donde llevaba siglos extinto, y lo está haciendo de la mano del ser humano. Su presencia ya es permanente en la cuenca del río Ebro y se han encontrado señales en el Duero en Soria, en el Tormes en Salamanca y, el año pasado, en el Guadalquivir, en Jaén. Y nadie sabe casi nada sobre cómo ha llegado allí.

El castor, el roedor nativo más grande de Eurasia, es una especie acuática de hasta 30 kilos de peso que es conocida por su habilidad para modificar los ecosistemas construyendo diques o presas con los que se protege y gracias a los cuales consigue alimento. Es una especie clave, ya que con su actividad altera el entorno de manera que afecta a muchos otros organismos. Esto hace que algunas organizaciones e incluso algunos gobiernos (como en el caso de Reino Unido) hayan visto en su reintroducción una forma de restaurar ecosistemas, mejorar la biodiversidad y reducir la erosión al tiempo que se refuerza la protección frente a inundaciones y riadas.

El problema es que muchas de estas reintroducciones en Europa se están haciendo sin ninguna planificación ni estudios previos. Tampoco siguen las líneas marcadas por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), máxima autoridad global en términos de biodiversidad. En España, la Sociedad Española para la Conservación y Estudio de los Mamíferos (SECEM) también ha mostrado su preocupación por los posibles impactos negativos sobre los ecosistemas y la salud animal de las sueltas ilegales de esta especie, así como sobre el bienestar de los propios castores.

El regreso del castor a la península Ibérica

El castor fue, durante siglos, una especie abundante en los ríos de Europa. Pero su caza para obtener piel y castóreo (una secreción de las glándulas anales del animal que se usaba en perfumería, farmacia y la industria alimentaria) fueron mermando sus números. A finales del siglo XIX, apenas quedaban unos cuantos centenares de ejemplares en localizaciones aisladas y sin conexión entre sí en el Ródano (Francia), el Elba (Alemania), el sur de Noruega, el Niemen (Bielorrusia) y el Vorónezh (Rusia), según datos de la UICN.

En la península Ibérica, generalmente se ha supuesto que estuvo presente hasta el siglo XVIII, pero el primer estudio exhaustivo sobre el tema, publicado a finales de 2023, sostiene que no existen pruebas de su presencia después del siglo II. Es decir, el castor podría llevar casi 2.000 años extinto en la península por causas medioambientales, como la reducción de la extensión de los humedales o cambios en los regímenes de lluvia. De lo que sí existen certezas es de su regreso en el año 2003.

A finales del siglo XX, nació en Europa un movimiento naturalista que defendía las acciones para reintroducir los castores y otras especies salvajes en el continente con el objetivo de restaurar la naturaleza. Una de sus cabezas visibles, el belga Olivier Rubbers, se convirtió en uno de los primeros expertos en lo que pronto se conoció, en los círculos ecologistas, como beaver bombing (o bombardeo de castores). Como tal, alguien lo contactó para que estudiase la posibilidad de reintroducir castores en España.

A través de una videollamada, Rubbers cuenta a Climática cómo en 2003 estuvo recorriendo la cuenca del Ebro junto a otro compañero naturalista, analizando si el hábitat era adecuado para el castor. “Pronto nos dimos cuenta de que era magnífico. El bosque de ribera, las especies de árboles presentes, la escasez de obstáculos en la parte alta de la cuenca. Nos pareció perfecto para reintroducir la especie”, explica. “También fuimos a estudiar otra cuenca, la del Miño, en Galicia, pero no nos pareció que reuniese las condiciones adecuadas”.

Rubbers asegura que no estuvo involucrado en la liberación posterior de los castores. Tampoco confirma quién le contactó. Pero, en 2003, alguien soltó 18 ejemplares en los ríos Aragón y Ebro, entre Navarra y La Rioja. En aquel momento, la Comisión Europea permitió la captura de los animales haciendo una excepción (la especie estaba protegida a nivel europeo), pero no funcionó. En pocos años, los castores habían conquistado la parte alta de la cuenca y su presencia se estabilizó en Navarra, La Rioja y Aragón, apareciendo incluso cerca de ciudades como Logroño y Zaragoza. En 2020, después de que la UE pasase a considerarla una especie nativa, el castor euroasiático quedó protegido también en España y fue incluido en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial (LESRPE).

Más allá del Ebro, desde la SECEM confirman también que han saltado a la cuenca del Duero, en la provincia de Soria, y que han sido detectados a cientos de kilómetros de distancia, en los ríos Tormes (Salamanca) y, más recientemente, Guadalquivir (Jaén). “También puede ser que se haya hecho alguna liberación en el Tajo. Nos ha llegado alguna foto, pero su presencia todavía no ha sido confirmada”, explica Francisco José García, biólogo y experto en mamíferos de la SECEM.

“De Soria al Tormes hay muchos kilómetros siguiendo el río. No hay constancia de la presencia de castores entre medias, por lo que sospechamos que la especie ha llegado a través de otra liberación ilegal”, añade el investigador. “Pero hasta el Guadalquivir, con el Tajo de por medio y todas las cadenas montañosas que hay, está claro que no pudo haber llegado por sus propios medios”.

Troncos roídos por los castores en la península ibérica. Fotos: SECEM.

Los riesgos y los beneficios de la reintroducción del castor

Como especie clave, los impactos de los castores en los ecosistemas que habitan van mucho más allá de lo evidente. Los estanques y canales que construyen reducen la velocidad del agua, atrayendo peces, anfibios e insectos y, como resultado, otros pequeños mamíferos, como murciélagos. Además, aumentan la retención de agua en el ecosistema y reducen el impacto de las inundaciones. “Creo que en el caso de España puede ser una especie estratégica para proteger la biodiversidad y almacenar más agua en territorios donde no es tan abundante”, explica Olivier Rubbers.

Sin embargo, más allá de que el castor pueda ser beneficioso o no, su reintroducción sin control puede acabar generando más problemas. “Por ejemplo, sabemos que con sus diques hacen que el agua corra más despacio. Esto puede parecer positivo, pero también puede tener un efecto negativo sobre las truchas o sobre especies endémicas como el desmán ibérico, en peligro crítico de extinción, que necesitan ríos con mucha corriente”, señala Francisco José García.

Para la SECEM, existen muchos otros riesgos, casi todos derivados de la falta de planificación y el desconocimiento sobre las sueltas. Los lugares elegidos pueden no ser los más apropiados, los animales introducidos pueden traer enfermedades que no están presentes en los ecosistemas, pueden generarse conflictos con la población local o puede causarse un sufrimiento innecesario a los propios castores. “Todos estos son aspectos importantísimos a la hora de plantear la idoneidad o no de llevar a cabo la reintroducción y asegurar la supervivencia a largo plazo de la especie. Lamentablemente, nada de esto se ha cumplido con el castor”, explican desde la SECEM en un comunicado.

“Tal como establece la UICN, para hacer una reintroducción de cualquier animal extinto en un territorio es necesario llevar a cabo una serie de estudios que son casi de sentido común. Tenemos que saber por qué se extinguió en su momento, en qué condiciones vivían los animales entonces y si dichas condiciones se mantienen”, añade Francisco José García. “Y hay que trabajar en la percepción social de la especie, no se pueden hacer las cosas de espaldas a la sociedad. En España tenemos ejemplos de reintroducciones bien hechas, como la del lince”.

Pero el castor no sabe de protocolos y parece haber encontrado un hábitat adecuado en el norte de España. Los números reales se desconocen. Su presencia en el Tormes, el Duero y el Guadalquivir todavía parece escasa, pero en el Ebro podría ya superar los 1.000 ejemplares, según algunas estimaciones. La misma historia se repite en Bélgica, Italia, Alemania o Reino Unido. De la mano de las reintroducciones, legales e ilegales, los castores están recuperando terreno en Europa.

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