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Lo que la ciencia sabe del impacto del plástico en la salud humana

Se han hallado microplásticos en la placenta, el pulmón o el torrente sanguíneo y estos se relacionan con enfermedades neurodegenerativas, cardiovasculares, problemas de fertilidad y algunos tipos de cáncer.
Lo que la ciencia sabe del impacto del plástico en la salud humana
Botellas de plástico. Foto: PIXABAY

La marea de pellets de plástico en las costas española a consecuencia del vertido del buque Toconao ha suscitado infinidad de reacciones sobre su impacto en la salud humana desde la política y el sector económico, pero ¿qué nos dicen los estudios científicos?

Un informe de la Universidad de A Coruña ha identificado hasta 14 elementos tóxicos en muestras de pellets recogidas en una playa de Muxía. El aditivo encontrado en mayor proporción es el Poly, denominado comercialmente como Tinuvin 622, un fotoestabilizador que, aunque su solubilidad en agua es baja, el propio fabricante reconoce que es “moderadamente tóxico para los organismos acuáticos”.

La ciencia demostró hace décadas que el plástico que acaba en el medio ambiente, como las 26,2 toneladas de bolitas del Toconao o el que contiene o envuelve nuestros alimentos o bebidas, acaba penetrando en el cuerpo humano y, con él, los tóxicos que pueda contener.

Los científicos han dividido las partículas de plástico halladas en casi todos los órganos, tejidos y membranas del cuerpo humano en dos tipos: microplásticos (de menos de 5 milímetros) y nanoplásticos (con diámetros inferiores a 0,001 milímetros).

La semana pasada, investigadores de la Universidad de Columbia publicaban en la revista PNAS un análisis que revela que las botellas de plástico contienen miles de nanopartículas capaces de infiltrarse en las células. Concretamente, han encontrado alrededor de un cuarto de millón de estas partículas en cada litro de agua.

Aunque el impacto del plástico en la salud humana es todavía un campo donde casi todo está por descubrir, estas son algunas de las evidencias clave hasta el momento:

En placentas y leche materna

Muchos bebés ingieren microplásticos desde que están formándose en el vientre de la madre, y/o los beben en la leche materna, según demostraron dos investigaciones sucesivas de un grupo de científicos italianos especializados en la materia de los hospitales de Fatebenefratelli (Roma) y Bolognini (Bérgamo), y de las universidades de Ancona y Pavía.

El primero, publicado en 2020, encontró microplásticos en las placentas de seis mujeres sanas de edades comprendidas entre los 18 y los 40 años y con gestaciones normales mediante un estudio de la composición química y la estructura molecular de la sangre. El segundo, de 2022, halló microplásticos en el 75% de muestras de leche materna analizadas en 34 madres primerizas sanas.

Fluyen por el torrente sanguíneo

También en 2022, un proyecto de investigación holandés (Immunoplast) se convirtió en el primero en demostrar que el torrente sanguíneo, una especie de ‘río de la vida’ del cuerpo humano, contiene partículas micro y nanoplásticas.

Las muestras de sangre de 18 de 22 donantes anónimos participantes en el estudio contenían plástico, lo que, a juicio de las investigadoras que desarrollaron un método analítico específico para descubrirlo, Heather Leslie y Marja Lamoree, indica que estamos ante una «amenaza para la salud pública».

En las profundidades del pulmón

Otro grupo de investigadores de la Universidad británica de Hull, en York, constató la presencia de partículas microplásticas en secciones muy profundas del pulmón en pacientes vivos que se sometían a procedimientos quirúrgicos.

De 13 pacientes estudiados, 11 portaban microplásticos en los pulmones de hasta 39 tipos distintos, siendo los más comunes piezas de PET utilizadas para fabricar botellas de bebidas; polipropileno, usado para envases de plástico y tuberías; y resina, a menudo utilizada como adhesivo o sellador.

Engañan al cerebro

Su presencia en el torrente sanguíneo fue la pista clave que condujo a los científicos a revelar su capacidad para ‘burlar’ el control de seguridad del cerebro -la barrera hematoencefálica-, y provocar en él un estado de inflamación continuo similar al que crean enfermedades degenerativas, como la enfermedad de Parkinson o de Alzheimer.

Los investigadores tuvieron que recurrir a experimentos en modelos de laboratorio -tubos de ensayo, neuronas cultivadas y modelos de ratón con parkinson- para comprobar las alteraciones que provocan los nanoplásticos en el cerebro -donde llegan apenas dos horas tras ser ingeridos- y observar la similitud con las enfermedades neurodegenerativas.

Problemas cognitivos

Por su parte, el equipo del Instituto de Investigación Sanitaria (IBS) de Granada, en el sur de España, que estudia desde hace casi 30 años el impacto del Bisfenol A, ha asociado niveles altos de este contaminante, presente en muchos de los utensilios plásticos de uso diario, en niños de 9 a 11 años con problemas de pensamiento y comportamiento evidenciados en la adolescencia.

El IBS rastrea también el impacto del Bisfenol A en el sistema inmunitario, el metabolismo o el aumento del riesgo de cáncer o las alteraciones de conducta.

Alteran el equilibrio intestinal

Investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España también corroboraron en 2022 que la digestión de microplásticos disminuye la cantidad de bacterias beneficiosas presentes en el colon.

«Dada la posible exposición crónica a estas partículas a través de nuestra dieta, los resultados obtenidos plantean que su ingesta continuada podría alterar el equilibrio intestinal y, por tanto, la salud», subrayaron los investigadores.

Cáncer

La ciencia también ha comprobado que hay partículas de plástico en otros órganos como el hígado, el bazo o los riñones, y sigue muy de cerca su influencia en problemas de fertilidad y dolencias como la diabetes, enfermedades cardiovasculares, o el cáncer.

Precisamente hace unos meses, un grupo de investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona (España) hizo una revisión de la bibliografía científica sobre el potencial de los microplásticos y nanoplásticos para inducir el cáncer a largo plazo.

«La mayoría de los 28 trabajos analizados apuntaban a que estos contaminantes son capaces de inducir efectos relacionados con el desarrollo de cáncer en humanos», concluyeron los investigadores.

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