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Cli-fi: algunas recomendaciones de nuestra comunidad

¿Sirven las distopías para cambiar el mundo o, por el contrario, desmovilizan? En los últimos años ha habido una profusión de artefactos culturales distópicos que muestran un futuro catastrófico. ¿Es este el futuro que nos espera?

Las ficciones distópicas no son un fenómeno nuevo y la cli-fi (climate fiction) es un género que en los últimos años está cotizando al alza. Un planeta degradado en el que han desaparecido los recursos para la supervivencia, la extinción de ecosistemas y especies, la subida del nivel del mar que hace inhabitable gran parte de las ciudades, etc. Todo eso ya lo hemos visto en series, películas y libros.

Los artefactos culturales distópicos funcionan como profecías que condicionan la visión que tenemos de nuestro futuro. Durante la tarde del miércoles quisimos preguntarle a nuestra comunidad qué ficciones climáticas recomendaban y promovimos un debate en redes, con la etiqueta #ClimáticaDistopías. Queríamos saber qué nos recomendaba la gente que lee Climática habitualmente y saber cuál era su opinión sobre el efecto que tienen las distopías en la manera como concebimos el futuro. Estas fueron algunas de las respuestas.

Las distopías… ¿inmovilizan o actúan como revulsivo para frenar ese futuro ‘aterrador’ que nos espera?

Una de las preguntas alrededor de las distopías y las utopías (de todos los tipos) es qué tipo de relato crean. ¿Funcionan como catalizadores y revulsivo o por el contrario inmovilizan a la ciudadanía? El crítico cultural, docente y escritor Jordi Carrión asegura que «los caminos de la ficción son abstrusos. Nunca sabes cómo penetra en la conciencia colectiva aquello que consumimos como imaginación. Pero yo quiero creer que sí, que va penetrando”. Por su parte, el escritor José Ovejero opina que la distopía “sólo se vuelve reaccionaria cuando da por supuesto ese futuro catastrófico y lo convierte en algo normal o, más sutilmente, a través del efecto tranquilizador de los finales felices (…) al final, el sentimentalismo kitsch, te deja con buen sabor de boca; eso sucede en numerosas obras de ficción, que nos permiten quedarnos tranquilos en casa porque un puñado de escogidos -los buenos- se salvan: el final no es el final”.

Sobre esto también quisimos preguntar a nuestra comunidad:

https://twitter.com/CorrentContra/status/1351594254016139268

Es cierto que las distopías pueden ser desmovilizadoras. La previsión de un futuro terrible y catastrófico puede hacer desmoralizar a los individuos que, por un lado, pueden llegar a pensar que la situación presente no es tan mala (comparada con una situación futura degradada) o que, simplemente, ellos y ellas, desde su individualidad, no pueden hacer nada para cambiar ese futuro amenazante. A veces, la magnitud de la catástrofe puede parecer o es tal, que el individuo cree que no tiene herramientas para luchar contra un devenir ya escrito.

Sea como sea, parece evidente que el género distópico está en un momento de gracia. Muchos han sido los artefactos culturales distópicos que durante los últimos años han conquistado a la ciudadanía. Ahora que parece que tenemos la distopía encima, habrá qué ver si viene un superhéroe a salvar el planeta o, por el contrario, si debemos organizarnos entre todas y todas para cambiar las profecías.

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