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Ecología y crisis climática son dos conceptos que llevan algunos años en el candelero. No son pocas las respuestas que han obtenido tanto desde la academia como desde el activismo. En este sentido, echar la vista atrás puede servir para aprender de algunos usos, costumbres y teorías ya asentadas en diferentes prácticas, como aquellas basadas en el mundo libertario. Carlos Taibo consigue entrelazar esta genealogía con los últimos acontecimientos que han florecido al calor de una mayor consciencia social sobre la importancia de cuidar y respetar el medio ambiente.
En su recién publicado Breviario de ecología libertaria (Catarata, 2024), el que fuera durante 30 años profesor de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) aborda todos los elementos que deben tener en cuenta para fortalecer y desarrollar un concepto de comunidad basado en el apoyo mutuo y la autogestión.
La monografía, tan completa como lúcida, aporta luz para dar una respuesta libertaria a la crisis climática: “Cuando utilizo el adjetivo libertario no solo pienso en el mundo estrictamente anarquista, sino en todas las personas que en su quehacer cotidiano reflejan el vigor de la causa de la autogestión y el apoyo mutuo”, reitera el autor. De esta forma, el experto dedica todo un capítulo a lo que denomina “la propuesta alternativa”.
Tal y como recalca en la publicación, la opción que defiende “responde a la certificación de que las respuestas colectivas de vocación solidaria son biológicamente mucho más interesantes y eficientes que las que beben del individualismo, que promueven obscenamente los estamentos de poder en nuestras sociedades”. Es decir: construir una sociedad alternativa desde abajo, alejada del corte ecofascista que algunas soluciones proponen en la actualidad, es posible y necesario desde la perspectiva libertaria.
Este divulgador tampoco evita concretar la necesidad de que el discurso decrecentista que defiende debe tener presente, ineluctablemente, la lucha de clases: “No hay decrecimiento sensato si no hay un proceso de contestación activa de la lógica de explotación del capitalismo”, resume, algo íntimamente ligado a la realidad que se vive en los países del Sur Global. “Si nuestra preocupación ecológica se concentra en lo que tenemos delante de los ojos, perdemos el rumbo”, comenta a Climática.
La renta básica y la política libertaria
Una de las cuestiones más interesantes que problematiza este libro se refiere a la renta básica. Según Taibo, esta propuesta podría tener cierto alcance, pero siempre limitado y en circunstancias muy concretas, como aquellas derivadas de una aplicación de un imaginable programa de decrecimiento en un sector económico o en una región, tal y como ejemplifica él mismo en la monografía.
El interés que suscita este aspecto llega cuando, de manera acertada, el autor afirma que la renta básica tiene difícil encaje en términos de filosofía política libertaria. “Ello es así por cuanto, hasta donde llega mi conocimiento, la propuesta en cuestión reclama el concurso de una institución que recauda, por la vía que fuere, recursos y los distribuye, conforme a uno u otro criterio, entre la población”, explica en la monografía.
Asimismo, también apunta otros interesantes dilemas que abren la idea de la renta básica, tales como la posibilidad de que pueda llegar a ser “un proyecto ingeniosamente funcional para los designios del capital”, según explicita en su escrito. A ello se suma la aplicación acotada que tendría, limitada a los países ricos del Norte del planeta, y el papel que jugarían las instituciones que se derivan de un posible colapso.
Tecnología y discurso “anarcotestosterónico”
La tecnología también tiene un hueco en la publicación. Bajo el título de “tecnofílicos y tecnofóbicos”, Taibo recalca, guiado por el pensador John Zerzan, que “las tecnologías en modo alguno son neutras, de tal suerte que quien piense que al efecto lo único importante es quién las dirige se está engañando”.
Ante ello, advierte de tres cautelas. La primera de ellas está relacionada con la condición social de la tecnología, es decir, el porcentaje de la población del planeta a la que beneficia. La segunda remite a la naturaleza ecológico-energética de la propia tecnología. La última plantea una discusión sobre su dimensión política, “toda vez que sobran los ejemplos de artilugios que para su gestión reclaman instancias jerarquizadas dirigidas por expertos que toman por su cuenta y riesgo todas, o casi todas, las decisiones”, explica.
Lo que Taibo denomina como “discurso anarcotestosterónico” también tiene cabida, y dura crítica, en su publicación. En conversación telefónica con Climática, el divulgador describe a estos hombres como “aquellos que disfrutan de la verdad de manera casi monopólica y que plantean lemas muy generales que no precisan aplicación en la práctica”. Se refiere a eslóganes como “queremos hacer la revolución internacional con urgencia”. Este lema, con un fundamento político y moral innegable a ojos de Taibo, apenas ejerce efecto alguno sobre la vida cotidiana.
Según el análisis de este especialista, la necesidad de una revolución internacional no es el único escenario de despliegue del discurso anarcotestosterónico. Junto a él se encuentra la idea de que la ecología supone un procedimiento de ocultamiento de la lucha de clases. Todavía hay un aspecto más que estas personas suelen realizar de manera estructural: sus diatribas contra el decrecimiento.
Los jóvenes, víctimas de generaciones anteriores
Breviario de ecología libertaria está inserto en la actualidad. Ejemplo de ello es el capítulo dedicado a los jóvenes, a quienes presenta, en todo caso, como víctimas de una generación: “Una generación [la del propio Taibo] que ha perfilado organizaciones y respuestas de las que difícilmente podemos estar orgullosos. Nada atractivas, las unas y las otras, para los jóvenes. Y acaso para los no tan jóvenes”, relata. El autor afirma no saber a ciencia cierta qué ocurre con los jóvenes, pero sí recalca el proceso de acciones vinculadas al colectivo Futuro Vegetal, “objeto de una represión feroz que no sé si situar estrictamente en el ámbito de los jóvenes”, califica.
La reciente publicación también aborda otros temas como el anarcofeminismo y el ecofeminismo, la Agenda 2030, los parques eólicos, las colectivizaciones, la relación entre activistas e investigadores y el papel que juegan los medios de comunicación.
El último de los capítulos, el más extenso de todos, es una suerte de crítica al libro publicado por Emilio Santiago Contra el mito del colapso ecológico. Aquí, Taibo considera que Santiago amonesta a aquellas personas consideradas como “colapsistas” y da a entender que deberían dejar de hablar de riesgo general de colapso porque desde su lectura es un discurso desmovilizador. “Si los supuestos colapsistas recibimos la acusación de que somos personas que invitan a la resignación y a la rendición, mis niveles de indignación suben”, se explaya el propio Taibo.
Como conclusión, el autor de Breviario de ecología libertaria afirma que su obsesión es “la normalidad presente”, ya que entiende que “hay que acabar con el capital por razones ecológicas, pero hay que hacerlo al tiempo por las razones morales vinculadas de siempre con la injusticia y la explotación”. De esta forma, Taibo apuesta por concretar las acciones del futuro en “nuestros movimientos sociales, nuestros sindicatos, nuestros espacios autónomos y nuestros grupos de apoyo mutuo”. “Pese a lo que dicen nuestros detractores, la tragedia puede dar alas a la utopía”, finaliza Taibo.