El agua de los muertos, el último recurso para sobrevivir en Zimbabue

En Zimbabue, la sequía avanza imaparable y la población está desesperada: por eso recurre a fuentes de agua no segura.
Foto: Vecinas de Hopley extraen agua de un pozo del cementerio

Hoy es el Día Mundial de los Refugiados. Solo en 2019 hubo 25 millones de desplazamientos internos por desastres naturales y cada vez son más las personas que pierden su hogar a causa del cambio climático. Se calcula que dentro de 30 años habrá 200 millones de migrantes climáticos, uno de cada 45 habitantes del mundo. Por eso recuperamos este reportaje publicado recientemente en Climate Tracker. En Zimbabue, la sequía avanza, y su población tiene que recurrir al agua de los cementerios para poder subsistir.

La sequía se venga de Zimbabue. En algunos barrios, el acceso al agua ya está limitado y mucha gente de las zonas rurales lucha por el preciado recurso. Paralelamente, en un suburbio de Harare, la ciudadanía recurre a agua poco segura para sobrevivir.

El sol abrasador hace imposible que las personas de más edad, como Sheila Mushaikwa vean a lo lejos. Alza la mano izquierda para protegerse los ojos mientras camina por el cementerio de Granville, en Hopley, un suburbio de Harare, capital de Zimbabue. Hoy, sin embargo, no está aquí para honrar a sus muertos. Ha venido a comprar agua. Ha pasado ya un tiempo desde que los grifos de su casa, un pequeño bungalow, se secasen.

Sheila Mushaikwa vive en Harare desde 1995 y desde entonces, el cambio climático ha devastado las fuentes de agua: las escasas precipitaciones y las temperaturas extremas, que a menudo alcanzan los 44ºC, han agotado las capas freáticas de la zona. El cementerio, que se alza sobre un humedal, es el último recurso de Hopley.

Una situación crítica

La situación de la disponibilidad del agua en Zimbabue es crítica. Hay veces, que los suburbios de Harare se quedan sin agua hasta seis días a la semana. En algunas casas, el agua del grifo no llega en meses, o incluso en años.

Ante esta situación, la población ha tenido que recurrir a otras alternativas para sobrevivir, como ir a fuentes con agua no tratada, con el peligro que esto comporta: la diarrea, el cólera, la fiebre tifoidea o la disentería son algunas de las enfermedades que se pueden contraer por el consumo de agua no potable.

Edmore Mukwashi, investigador en temas de salud, asegura que hasta el 80% de las enfermedades del sur global están relacionadas con el consumo de agua no apta y un saneamiento deficiente.

El agua de los muertos

Sheila Mushaikwa solía tener suficiente agua y nunca pensó que tendría que recurrir al agua extraída de un humedal en un cementerio. Está preocupada, devastada. Algunos residentes de Hopley invaden el cementerio para cavar pozos poco profundos de los cuales extraer el preciado bien y venderlo a sus vecinos y vecinas. Lo hacen a 5$ el cubo. Sarah Tichagarika es una de las personas que compra ese agua, consciente de los riesgos.

Vecinas de Hopley extraen agua de un pozo del cementerio. Nesia Mhaka.

“Nuestras casas están a menos de 10 metros de las tumbas, pero nuestros pozos se secaron hace tiempo. Esto nos ha obligado a buscar agua en estos pozos, a sabiendas de que el agua no es segura (…) Debido a la situación, nuestra área es propensa a las enfermedades como el cólera, la fiebre tifoidea o la bilharzia, especialmente en temporada de lluvias”, asegura.

Pozos secos, tanto en las zonas rurales como en las ciudades

Zimbabue no es una excepción y, como a la gran mayoría de países de África, le preocupa la escasez de agua y su mala calidad, así como las inundaciones. La sequía extrema que vive el país y la caída de los niveles de agua de las presas ha provocado el racionamiento, la muerte del ganado y la pérdida generalizada de los cultivos, lo cual conducen a una preocupante escasez de alimentos.

En muchas zonas rurales, los pozos se han secado o incluso descompuesto a causa del uso excesivo y el retroceso de la capa freática. No es difícil encontrar comunidades en las que 10.000 personas se abastecen de un solo pozo. En otras áreas, la población tiene que caminar más de 10 kilómetros para acceder a fuentes de agua.

En las zonas urbanas, la situación no es más halagüeña, y Hopley no es una excepción: sus vecinos y vecinas se impacientan a medida que la sequía avanza.

La crisis del agua está siendo particularmente devastadora para las mujeres, que ahora tienen que ocupar parte de su tiempo buscando el oro líquido y dejar de lado otras tareas. Kudzai Chipiwa, vecina de Hopley desde 2010, explica que la gran mayoría de las mujeres del barrio dependen de la venta y otros pequeños trabajos, a menudo a tiempo parcial, para complementar los ingresos familiares: ahora han tenido que abandonar estos trabajos y dedicar el tiempo a la búsqueda de agua.

“Pasamos noches sin dormir pensando en dónde conseguiremos el agua, y eso no debería ser así, porque es un bien de primera necesidad al cual tendríamos que tener acceso. Nuestras vidas se han interrumpido y no sabemos cuándo veremos el fin de la situación. Sin una alternativa, lo único que nos queda es intentar salir adelante. No podemos perder el optimismo y pensar que este problema se resolverá algún día”, sostiene.

La responsabilidad de las administraciones

Hay, sin embargo, quien está sacando rédito de la situación. Munyaradzi Masinjara es propietario de uno de los pozos del cementerio y asegura que como los pozos de Hopley se habían secado, se ha visto obligado a venir hasta aquí. “Esto es un humedal; sabía que, si cavaba un pozo aquí, iba a encontrar agua. Así que llevo vendiendo agua de este pozo desde hace más de un año”. Masinjara vende agua a unos 80-100 clientes por día. “En agosto del año pasado, ayudé a muchísima gente. Inicialmente, la idea era usar esa agua para regar mi jardín aquí [está a menos de cinco metros de otra sección de tumbas], pero ahora cobro a las personas 5$ por balde”, asegura.

El propietario del pozo Munyaradzi Masinjara. Nesia Mhaka.

Los residentes de Hopley, así como organizaciones de consumidores e iniciativas que defienden los derechos humanos, han acusado a las autoridades locales de violar la Constitución al no suministrar agua a la población, un derecho humano fundamental.

Estas organizaciones demandan a las administraciones como la Autoridad Nacional del Agua de Zimbabue (Zinwa) o al Ayuntamiento de Harare que no sólo reaccionen a la sequía cuando se producen enfermedades y hay muertes, sino que pongan por delante la vida de las personas y se anticipen.

Por su parte, las autoridades de la ciudad aseguraron que están al corriente de la situación en Hopley. Un portavoz confirmó a Climate Tracker que se están organizando equipos para proveer de agua segura a los vecinos y vecinas.

Sheila Mushaikwa pide al gobierno y a las autoridades de la ciudad que actúen de inmediato: “Queremos que se actúe sobre la crisis del agua ahora, antes de que la situación empeore. Esto no es saludable en absoluto y nuestras vidas corren peligro”.

Reportaje publicado recientemente en Climate Tracker.

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COMENTARIOS

  1. De lo más dramático.
    Evitar contagiarse del cólera, el ébola o la COVID-19, es muy difícil cuando no se tiene agua limpia y segura. Por desgracia, esta es la situación de demasiadas personas en todo el mundo.
    Por ejemplo, en Khor Omeira (Yemen), una zona árida sin servicios básicos y donde es muy difícil obtener agua limpia enferman porque tienen que usar y beber agua salada directamente del mar o de los pozos.
    Con respecto a la Península Ibérica, organiz. ecologistas hace bastantes años que vienen advirtiendo de que las previsiones apuntan a que, en este siglo, será una prolongación del desierto del Sáhara. Pero la gente no se conciencia y muchos creen que éste es un país de abundante agua y, como además tenemos el triste record de tener el mayor número de pantanos de Europa, creen que nunca nos va a faltar. Así que se malgasta en innumerables e innecesarias frivolidades.
    Jardines exóticos en lugares inapropiados, piscinas, fuentes, jardines, campos de golf, las mil y una luces en urbanizaciones de lujo y menos en las de menos lujo.
    Los agricultores, como que cada vez llueve menos y la temperatura ha aumentado, ven como muchos cultivos se secan. Tambien hay agricultores codiciosos del agua.
    Conozco el caso de Monegros, cuyos agricultores siempre están demandando más; pero hace unos años, cuando se iba a instalar allí el megaproyecto de ocio Gran Scala ( emulando a los casinos de Las Vegas) la oposición social se oponía, por lo negativo que conllevan estos proyectos así como por la cantidad de agua que consumen, entonces los agricultores decían que ellos tenían suficiente agua para vender derechos al proyecto.
    Según Asoc. Ecologistas,
    Es necesario reducir el regadío para luchar contra la desertificación y la sequía.
    La desertificación afecta a más de 110 países. Cada año se pierden seis millones de hectáreas de tierra productiva. En España el 40 % del suelo está amenazado por los procesos de desertificación. A pesar de ello, los sucesivos gobiernos han sido incapaces de detenerla, principal obligación contraída tras firmar, en 1996, el Convenio de Lucha contra la Desertificación.Ecologistas en Acción quiere llamar la atención sobre las insostenibles políticas de aumento continuado del regadío en España. La intensidad de la producción agraria en los regadíos orientados a la exportación, así como la puesta en regadío de cientos de miles de hectáreas de cultivos leñosos de secano, están incrementando la degradación de los suelos, su erosión y la escasez del agua en los ríos y acuíferos. El tipo de agricultura que se está sosteniendo en las diferentes regiones es clave para la conservación de los ecosistemas acuáticos y de suelos fértiles, ambos imprescindibles para garantizar la conservación de la biodiversidad y la vida de las personas.

    El regadío supone más del 84 % del consumo total de agua en el Estado español. Actualmente hay registradas más de cuatro millones de hectáreas regadas, según los planes hidrológicos vigentes, a los que habría que añadir un 5-10 % más de regadíos ilegales. Entre otros cultivos, destaca el rápido crecimiento de la superficie regada de olivos, viñedos y almendros que siempre se han producido en secano, pero que ahora, para incrementar su productividad, se ponen en regadío. Una amenaza para la calidad del suelo y la disponibilidad hídrica en zonas como Castilla-La Mancha, Andalucía y Extremadura, donde hay una creciente escasez de agua.

    A la vez que no deja de aumentar la demanda de agua para la agricultura intensiva, se está produciendo una reducción del volumen de agua que circula por los ríos y alimenta los acuíferos como consecuencia de los efectos del cambio climático. Según el informe La incidencia del cambio climático sobre los recursos hídricos en España y la evolución de las demandas, hay aproximadamente un 20 % menos de los recursos hídricos de los que se disponían a principios de la década de los noventa. En ese escenario, es previsible que en los próximos años se produzcan situaciones de colapso hídrico y medioambiental en amplias zonas del país.
    https://www.ecologistasenaccion.org/145833/es-necesario-reducir-el-regadio-para-luchar-contra-la-desertificacion-y-la-sequia/

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