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No ha habido fumata blanca. Este martes era el día señalado para conocer si finalmente el Banco Europeo de Inversiones dejaba de financiar proyectos de combustibles fósiles para finales de 2020. La junta directiva –compuesta por los ministros y ministras de Economía de cada Estado miembro– ha aplazado, una vez más, la decisión. El desenlace lo ha confirmado el vicepresidente Andrew McDowell a través de su cuenta de Twitter, quien ha calificado de «debate positivo» la reunión mantenida, y ha anunciado que esperan tomar la decisión final en noviembre.
Las primeras informaciones apuntan a Alemania como responsable de postergar la votación, que ha calificado de demasiado estrictas las restricciones al gas. Esta postura no es una sorpresa, pues el país germano, junto a la Comisión Europea, ya había mostrado anteriormente su negativa a esta nueva normativa.
El pasado julio se hacía público un borrador de la nueva estrategia energética del banco, donde se anunciaba la intención de detener toda financiación de combustibles fósiles para finales del próximo año. No obstante, una nueva versión publicada en septiembre dejaba ver que las ambiciosas metas se diluían notablemente.
Dejar de invertir en combustibles fósiles se enmarca dentro de los objetivos del Acuerdo de París, que insta a reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero para poder limitar la temperatura en 1,5 ºC, tal y como pedía el IPCC en uno de sus informes.
En 2018, el BEI, herramienta financiera de las políticas comunitarias, invirtió más de 2.500 millones de euros en infraestructuras de combustibles fósiles, según un análisis publicado por la ONG Oil Change International. La mayor parte de estas inversiones fueron dirigidas a financiar el gasoducto Transatlántico (TAP), el tramo más occidental del Corredor Sur de Gas, que conectará los campos de combustible de Azerbaiyán con el sur de Italia. Esa es la mayor obra relacionada con combustibles fósiles de la Unión Europea y sobre la que ya advirtieron las organizaciones ecologistas por su impacto y contribución al calentamiento global. Xavier Sol, director de Counter Balance, calificó esta decisión de «error histórico», y señaló que el BEI demostraba así que estaba lejos de su imagen habitual de «finanzas verdes». A este hecho se le suma que, durante 2013 y 2017, la entidad bancaria prestó más de 11.000 millones de euros para proyectos de combustibles fósiles, tal y como publicaba Euractiv.
La presidenta entrante de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, exministra de Defensa alemana, ha dejado claro que quiere abanderar la lucha climática a través de un acuerdo verde europeo, y ha avanzado en varias ocasiones su intención de convertir el BEI en un «banco climático» que pueda financiar la transición hacia una economía con bajas emisiones de carbono.