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El Banco Europeo de Inversiones (BEI) presentó el pasado julio un borrador en el que planteaba actualizar su política para prohibir la financiación de proyectos de combustibles fósiles a partir de 2020.
Este martes, los directores del BEI comienzan a discutir esta actualización en la política de préstamos que incluye, además, financiamiento adicional para los Estados miembros de la Unión Europea menos desarrollados y una mayor presencia de fuentes renovables, según el documento publicado en julio.
El prestamista no apoyará «la producción de petróleo o gas aguas arriba, la minería del carbón, la infraestructura dedicada al carbón, el petróleo y el gas natural, y la generación de energía o la producción de calor a partir de fuentes de combustibles fósiles», según el borrador. Aunque sí se contemplan excepciones para plantas de gas de muy alta eficiencia y calderas de calefacción que se incluyen en los planes de renovación de edificios.
Un historial de financiación de proyectos contaminantes
Según informa Euractiv, conforme a las cifras bancarias, el BEI prestó más de 11.000 millones de euros entre 2013 y 2017 para proyectos de combustibles fósiles. Solo en 2018, financió con más de 2.500 millones de euros a infraestructuras de este tipo, tal y como reveló en junio una investigación de la ONG Oil Change International. Datos que quedan lejos de los objetivos climáticos de la próxima década fijados por el Acuerdo de París.
Entre los proyectos que ha financiado destaca un crédito para el gasoducto Transatlántico (TAP), el tramo más occidental del Corredor Sur de Gas: la mayor obra relacionada con combustibles fósiles de la Unión Europea y sobre la que ya advirtieron las organizaciones ecologistas por su impacto y contribución al calentamiento global. Xavier Sol, director de Counter Balance, calificó esta decisión de «error histórico» y señaló que el BEI demostraba así que está lejos de su imagen habitual de «finanzas verdes».
La construcción del Corredor Sur ha tenido muchas críticas porque impide a Europa prescindir del gas natural —un tipo de combustible fósil— en varias décadas. La Unión Europea, por su parte, alega que este Corredor es imprescindible para garantizar la independencia energética del continente, algo que también ha sido puesto en duda por las ONGs.
Habrá que esperar para conocer la decisión final
Para que las propuestas del borrador presentado en julio se hagan efectivas, la junta directiva del banco —compuesta por delegaciones de cada estado miembro de la UE— debe firmar el documento. Según el medio de comunicación Euractiv, a pesar de que las conversaciones comienzan este martes, no se espera conocer la decisión final antes de octubre.
Aunque los cambios en las políticas del BEI se realizan por consenso, un voto de doble mayoría, basado en las acciones que se poseen, también podría ser una opción si se da una división de opiniones. En este sentido, los mayores donantes del banco son Alemania, Francia, Italia y Reino Unido.
A su vez, la nueva presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, ya anunció antes de ser elegida como tal su intención de convertir el BEI en un «banco climático», aunque todavía no ha entrado en detalles sobre lo que esto implicaría.