El clima extremo obligó al desplazamiento de siete millones de personas entre enero y junio de 2019

Este año podría convertirse en el peor en cuanto a desplazamientos de personas por las condiciones climáticas extremas. Este jueves, el Centro para el Monitoreo del Desplazamiento Interno –IDMC, por sus siglas en inglés: una organización que recopila datos de gobiernos, agencias humanitarias y medios de comunicación desde 2003– publicó un informe en el que concluye que 7 millones de personas tuvieron que desplazarse como consecuencia de más de 950 eventos climáticos extremos durante la primera mitad de 2019.

Esta cifra ya es récord incluso antes de que pasen a formar parte de la estadística, entre otras, las más de 2.000 personas, según datos del Gobierno de Bahamas, que han sido desplazas por las consecuencias del huracán Dorian.

Según el informe, que también sitúa los desplazamientos producidos por conflictos y violencia en 3,8 millones en un total de 38 países, los desplazamientos causados por eventos climáticos se han producido en 102 países y entre los principales fenómenos se mencionan inundaciones, deslizamientos de tierra y ciclones.

Los países más afectados han sido India, con 2,2 millones de personas desplazadas, Bangladesh, con 1,7 millones de personas, y Mozambique e Irán, donde en la primera mitad de este año se han visto obligadas a desplazarse unas 500.000 personas. Entre India y Bangladesh, ya solo el ciclón Fani, el 2 de mayo de este año, forzó el desplazamiento de casi 3.500.000 personas. En Mozambique, Malawai, Zimbabwe y Madagascar, la tormenta ciclónica Idai obligó a 617.000 personas a desplazarse.

Medidas de adaptación ante los fenómenos extremos

Si bien la cifra de personas desplazadas durante la primera mitad de año es la más alta de los últimos tiempos, una de las ideas que argumenta el informe del Centro para el Monitoreo del Desplazamiento Interno es que esta cifra incluye a muchas personas que, de otro modo, podrían haber fallecido.

Así, el estudio apela a las medidas para minimizar los desastres. Sobre el ciclón Fani que afectó a India y Bangladesh, dice que “el número de evacuaciones fue alto pero la mortalidad fue relativamente baja”, con casi 70 personas fallecidas, según los últimos datos. “Ante una tormenta tan poderosa, este resultado fue fruto de extensos preparativos por parte de los gobiernos de ambos países. La Autoridad de Gestión de Desastres del Estado de Odisha, que se creó tras el ciclón de 1999, aseguró la preparación de miles de refugios y se cerraron las escuelas y los aeropuertos. Bangladesh también puso en marcha planes de contingencia basados en los pronósticos del departamento meteorológico del país y habilitó refugios”, detalla el informe.

Sin embargo, no todos los eventos climáticos extremos que se han producido durante este año han tenido la respuesta adecuada. El estudio explica que en el caso de las inundaciones de marzo en Irán –”de las peores en 15 años”, con unos 500.000 desplazamientos–, “hay indicios de que la falta de una respuesta adecuada significó que los impactos del desastre fueran peores de lo que podían haber sido”. “Estas inundaciones, que vinieron tras una larga sequía, cogieron al gobierno por sorpresa. Quienes se vieron afectados, criticaron al gobierno por no actuar lo suficientemente rápido y hubo protestas en Khuzestan en las que se acusaba a las autoridades de priorizar la protección de las infraestructuras petroleras a expensas de sus medios de vida”, añade el informe, que cifra en más de 2,5 billones de dólares los daños sufridos.

Frente a situaciones como la de Irán, desde el IDMC destacan que “la habilidad para prevenir, gestionar y responder a tales eventos se basa en los esfuerzos colectivos de diferentes sectores, desde la planificación urbana hasta la ingeniería civil, y desde las autoridades locales hasta el gobierno central. Con una mejor preparación, la duración y la gravedad del desplazamiento puede reducirse drásticamente”.