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Antònia Calafat, autora de ‘Oceánicas: pioneras de la oceanografía’: «Su tesón puede ser realmente inspirador para las jóvenes»

Jeanne Baret, Luisa de la Vega, Emma Bardán o Rachel Carson son algunas de las investigadoras marinas que protagonizan el libro ilustrado por Antònia Calafat. La artista reivindica la necesidad de políticas que favorezcan la incorporación de las mujeres en las profesiones científicas.
Antònia Calafat, autora de ‘Oceánicas: pioneras de la oceanografía’: «Su tesón puede ser realmente inspirador para las jóvenes»
Antònia Calafat ha ilustrado el libro 'Oceánicas: pioneras de la oceanografía' (CSIC) Foto: Miquel Bordoy

Cuando Luisa de la Vega Wetter llegó a Villablino, un pequeño pueblo de León, en 1904, llevaba su maleta cargada de pinturas. Llegaba para ser maestra, pero lo suyo era dibujar a las criaturas del mar. Junto a su marido, Augusto González de Linares, un naturalista que participó en la fundación de la Institución Libre de Enseñanza, había puesto en marcha la primera Estación de Biología Marina de España. Y entre tanques y laboratorios, Luisa de la Vega había retratado con precisión científica a cientos de criaturas oceánicas.

Tras la muerte de su marido y su traslado a Villablino, ejercería de maestra durante 12 años, en los cuales también luchó por el acceso de las niñas a la educación (y lo consiguió). Aún tendría tiempo de trasladarse a Madrid para que su hija, Genara, estudiase en la universidad y ella entrase a trabajar como ilustradora en el Museo Nacional de Ciencias Naturales. Cuando falleció, en 1944, dejó detrás una de las colecciones más extraordinarias de ilustraciones zoológicas y botánicas creadas en España.

Muchas décadas más tarde su memoria se reencontró con los colores. Lo hizo cuando Antònia Calafat, diseñadora gráfica e ilustradora, se propuso retratarla para el libro de Oceánicas: pioneras de la oceanografía (publicado por el CSIC, de descarga gratuita). En sus páginas, la historia de Luisa de la Vega se reúne con las biografías ilustradas de otras 19 científicas del mar, desde la primera mujer que dio la vuelta al mundo hasta las investigadoras que hoy en día luchan por conservar los océanos.

El planeta es casi todo océano, pero el agua salada ha sido durante siglos un lugar extraño para el ser humano y, en particular, para las mujeres. ¿Por qué la participación de la mujer en la oceanografía ha sido particularmente difícil?

Me imagino que el patriarcado ha tenido mucho que ver. Durante siglos, las mujeres hemos sido tratadas como complementos familiares y no hemos gozado de las mismas oportunidades que los hombres. Hasta hace poco, era impensable que una mujer pudiera enrolarse en un buque de la marina, de hecho estaba prohibido. Un ejemplo muy ilustrativo que se incluye en el libro de Oceánicas es el de Jeanne Baret. que tuvo que disfrazarse de hombre para poder participar en una expedición científica.

La mayoría de historias como esta, además, permanecieron ocultas. ¿Cuántas de las historias que has ilustrado para este libro conocías antes del proyecto?

La verdad, pocas. Conocía la de Jeanne Baret y sabía del trabajo para la protección de los océanos de Sylvia Earle y su iniciativa Mission Blue. Las demás pioneras eran totalmente desconocidas para mí.

¿Hay alguna que le haya resultado especialmente inspiradora?

Me apasionó la vida de Jeanne Villepreux por ser la primera que dibujé. Me sorprendió mucho conocer que ella fue la inventora de los acuarios para estudiar la fauna marina. La vida de Anita Conti también me cautivó: dejó 45.000 fotografías relacionadas con sus viajes y expediciones marinas.

Y en esta última edición he descubierto a Luisa de la Vega, una ilustradora científica de fauna y flora, pionera en el estudio de las ciencias del mar. Sus ilustraciones eran de carácter didáctico y servían como soporte visual para estudios de investigadores. Muchas de sus obras se conservan en el Museo Nacional de Ciencias Naturales. Son un verdadero tesoro.

¿Qué supuso para usted conocerlas y participar del proceso de creación del libro?

Desde el momento en que Ana Morillas, del Instituto Español de Oceanografía, me propuso este proyecto, me encantó. Tanto ella como Pablo Lozano, el autor de las historias, me contagiaron su entusiasmo. Una vez finalizado tengo una visión más completa del papel de la mujer en la ciencia a través de la historia, que ha sido mucho más relevante de lo que cualquiera de nosotras pudiera pensar. En algunos momentos, me enfadé pensando que los logros de estas mujeres habían sido silenciados o ninguneados. Me parece una injusticia.

Se ha avanzado bastante en cerrar la brecha de género en el acceso y el interés por la ciencia. Pero ¿cuánto queda por hacer?

Para mí, no es posible contestar a esta pregunta desde un punto de vista objetivo. Las mujeres tienen un papel muy importante de cara al futuro de la ciencia, pero antes es imprescindible poner en valor su trabajo en el pasado, por eso son tan necesarios proyectos divulgativos como el de Oceánicas.

¿Qué papel juega entonces la visibilización de historias de mujeres científicas en esto?

Es de justicia dar a conocer las historias de estas mujeres que tuvieron que trabajar en unas condiciones desfavorables, para que sirvan de referente a las futuras generaciones. Especialmente es importante actuar en el ámbito educativo donde visibilizar sus vidas, su tesón, su esfuerzo y su determinación puede ser realmente inspirador para las jóvenes que están decidiendo el camino a seguir.

«Hay que promover políticas que favorezcan la incorporación de las mujeres en las profesiones científicas»

El objetivo del libro es también servir de inspiración para quienes sueñen con dedicarse a la investigación marina. ¿Todo se reduce a la inspiración de las niñas y las jóvenes?

No, la inspiración no es suficiente. Hay que promover políticas que favorezcan la incorporación de las mujeres en las profesiones científicas.

La mayoría de historias reales de quien está detrás de la ciencia no son excepcionales ni particularmente inspiradoras ni están llenas de anécdotas brillantes. ¿Cuál es la importancia de darle visibilidad también a estas otras mujeres científicas y cómo podría hacerse?

No lo tengo muy claro, supongo que con la suma de diferentes factores y con la implicación de todos los agentes surgirían iniciativas valiosas.

El cambio climático y la pérdida de biodiversidad son quizá los dos mayores retos que hemos tenido nunca como especie. ¿Podemos permitirnos desperdiciar el talento de la mitad de la población mundial?

En absoluto, no sabemos qué nos depara el futuro, pero todo indica que se tendrá que hacer un gran esfuerzo para contrarrestar los efectos del cambio climático. Evidentemente, hay que potenciar las profesiones científicas tanto en hombres como en mujeres para que puedan investigar en este sentido.

oceanicas libro
Oceánicas: pioneras de la oceanografía se puede descargar el la web del CSIC.

¿Cuáles son los retos a la hora de acercar la ciencia a los más jóvenes?

El principal reto es hacerla atractiva y estimulante. Con los jóvenes, el desafío siempre es conseguir hablar su lenguaje. Para ello hay que usar sus canales, ya que hoy se comunican e informan mayoritariamente a través de los dispositivos digitales.

Es por eso que para el proyecto Oceánicas se han elaborado contenidos que se pueden consultar en la web, donde encontrarán las historias de las pioneras y muchas más cosas interesantes relacionadas con la mujer y las ciencias del mar.

Como novedad, este año, también he podido ilustrar cuatro vídeos de aproximadamente dos minutos donde se presenta de manera muy gráfica la vida de cuatro de las pioneras españolas: Jimena Quirós, Ángeles Alvariño, Josefina Castellví y Emma Bardán. Este es un formato atractivo para el público infantil y juvenil y además es accesible a través de las redes sociales.

¿Y a la hora de divulgar el papel de la mujer en la ciencia?

Aquí hay que redoblar el esfuerzo. En este sentido nos encontramos en la punta del iceberg de todo lo que queda por hacer. Sin embargo, desde mi punto de vista, se están poniendo las bases para avanzar en ello. En mi trabajo con diferentes instituciones científicas he podido ver que a todos los niveles, no solamente en las áreas de comunicación, la implicación es máxima a la hora de dar una mayor visibilidad a las mujeres.

No tenemos que olvidar que actualmente el número de mujeres con estudios superiores en España ya supera al de los hombres y en la administración pública el personal investigador también es mayoritariamente femenino. Es un gran avance, pero hay que seguir trabajando para trasladar esa tendencia al ámbito privado. Y también para que las mujeres ocupen, cada vez más, cargos de responsabilidad.

Una de las últimas historias del libro recoge esta frase: «El arte es esencial para la ciencia y hace falta creatividad para investigar». ¿Es también la ciencia esencial para el arte?

Estoy muy de acuerdo con esta frase, aunque considero que el arte es muy difícil de definir. Yo misma no me definiría como una artista, me siento más bien como aquellos artesanos de la Edad Media que pintaban en los muros de las iglesias. Ahora lo llamamos arte, pero no era esa la intención. Diría que de igual manera que hay que ser una persona creativa para investigar, creo que hace falta ser un buena investigadora para crear. Partir de la curiosidad es un factor clave tanto en el arte como en la ciencia.

«Obras de Van Gogh o Monet últimamente han sido instrumentos para materializar las protestas de Just Stop Oil»

¿Cuál debe ser la contribución del arte a la lucha contra el cambio climático y la pérdida de biodiversidad?

El arte ha sido usado frecuentemente como vehículo de expresión política. El arte puede provocar emociones y remover conciencias. Ha habido muchos ejemplos a través de la historia de artistas que se han implicado en luchas trascendentales. Hoy en día es más fácil difundir el mensaje y expresarlo de manera creativa. Por ejemplo, las expresiones artísticas de Banksy o el diseñador gráfico Noma Bar siempre tienen un punto de crítica social.

Hablando de esto, es curioso que, aunque sea una contribución involuntaria, obras de Van Gogh o Monet últimamente han sido instrumentos para materializar las protestas de Just Stop Oil.

Hablando de esto, ¿qué opinión le merece que se instrumenten obras de arte en la protesta climática?

La verdad es que para una amante del arte puede ser una imagen desagradable y provocar rechazo en un primer momento. Pero en el caso de Just Stop Oil entiendo que las obras no sufrieron daño alguno. La iniciativa me parece acertada. Estamos hablando de un problema muy grave que necesita una respuesta rápida y contundente. Tuvo una fuerte repercusión a través de los medios de comunicación, así que se puede decir que consiguieron su objetivo.

De la ciencia esperamos soluciones. De la política, decisiones. ¿Qué podemos esperar del arte?

Emociones. Belleza, reflexión, contemplación… El arte puede ser una vía para exponer pensamientos, inquietudes, y también puede ser un espejo de la sociedad, reflejar sus virtudes y sus miserias, o simplemente un espacio de libertad que no responda a ninguna expectativa.

No todo el mundo espera lo mismo de una obra de arte. Personalmente, pienso que es algo tan subjetivo que cuando alguien contempla una misma obra en diferentes momentos de su vida la percepción es diferente.

La forma en que el arte ha sido contada al público general refleja también el enfoque heteropatriarcal. Cada época son sus pintores, escritores y escultores. ¿Cómo se pueden rescatar las historias de las artistas olvidadas para que inspiren a futuras ilustradoras que puedan dibujar a las futuras científicas?

Efectivamente, que no hayan trascendido no significa que no existieran. Desde los medios de comunicación hasta la docencia se debería hacer un esfuerzo para usar referentes femeninos en lugar de recurrir siempre a los artistas masculinos. Aplicar una visión paritaria en todos los ámbitos.

A partir de ahí, llevar a cabo un proceso de búsqueda de información e investigación y, con proyectos tan interesantes como Oceánicas, dar la visibilidad merecida a todas esas mujeres y poner en valor su obra.

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