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Tras el confinamiento, en mayo de 2020 reabrieron los bares y nació Climabar. No es casualidad: Belén Hinojar y Carmen Huidobro, sus creadoras, se reencontraron con sus amigas y surgió la conversación sobre la relación entre la COVID-19 y la deforestación. Se dieron cuenta de que a su alrededor había gente que quería saber más sobre el cambio climático y pensaron en tratar de comunicarlo de forma más distendida «para que llegue a los que hay que convencer de verdad», explica Carmen.
Más de un año después, sus vídeos en Instagram logran justo lo que ellas buscaban: bajar a tierra los temas climáticos. Porque, como repite Belén, «el cambio climático tiene la peor campaña de márketing de la historia». En su cuenta han creado un ecosistema de ciencia y memes que representa a la perfección a ambas.
Carmen es la encargada de leerse los papers [artículos], explica su amiga Belén. Estudió Ciencias Ambientales y trabaja en comunicación estratégica en la European Climate Foundation. Belén, que ha trabajado en agencias de publicidad, empezó a interesarse por «cosas más de andar por casa; no tanto por la desertificación sino por cómo hago la compra», gracias a su amiga. En su trabajo, «intentaba colar este tipo de cosas, pero no era muy vendible». «Ahí vimos que había un problema sistémico de no llegar a la gente» con asuntos sobre el clima, añade Belén. Y así surgió su proyecto, en el que la ecoansiedad ya ha alcanzado el siguiente nivel: «La digerimos de otra forma; empiezas a relativizar y le ves la gracia».
¿Cómo introducís la crisis climática en vuestro grupo de amistades? A veces se tiende a ser catastrofista y otras da miedo ser la pesada de turno.
Carmen: Hay que encontrar el punto que a ellos les pueda interesar más. No a todo el mundo, por suerte o por desgracia, le importa que el oso polar se extinga. Así que por ahí no es la mejor estrategia. Pero si les dices que va a aumentar el precio del chocolate, del vino, de la cerveza, del café… Además, antes de contarles el problema de primeras, les puedes dar soluciones, les puedes contar que hay marcas de segunda mano que no son caras. O les puedes dar a probar algo vegano, a ver si les gusta.
Es una mezcla entre dar el coñazo y explicar que adoptar estos hábitos no es tan difícil. Además, es como una rueda, una vez que se meten, poco a poco les van interesando más otras cosas. Tampoco puedes pretender que se conciencien de golpe. Lo que nosotras vemos es que juzgar está muy metido en la gente, tanto que hay quien se siente mal por tener que trabajar en Zara. Ahí hay que señalarles que hay una petrolera que está prendiendo fuego al océano. Así que tranquila, tú haces lo que puedes.
Belén: Todo esto es un poco ensayo-error. Y a veces hay que ser la amiga coñazo, pero muchas veces la gente viene ya con el escudo puesto porque están superacostumbrados a que les den palos por todo lo que hacen mal. Así que hay que llegar con el discurso pacificador.
¿Puede que se estén sobredimensionando las acciones individuales frente a la crisis climática y eso haga que se pierda el foco sobre otros causantes?
Carmen: Rotundamente sí. No olvidemos que el término ‘huella de carbono’ lo inventó una petrolera. A raíz de eso no hemos parado de ver en los últimos años campañas de “reduce tu huella”, “calcula tu huella”, haz esto, haz lo otro… En contraposición, ha faltado mucha información sobre qué bancos están invirtiendo en combustibles fósiles con tus ahorros o qué petroleras son las culpables de tapar esta información. O qué gobiernos no están al día con sus objetivos de reducción de emisiones. No he visto eso en la misma dimensión que lo otro. Eso ha hecho daño.
Belén: Las acciones individuales tienen doble rasero. Está muy bien hacer lo que puedas, pero tampoco te tienes que tirar de los pelos si un día tienes que comprarte un aguacate envuelto en plástico, de verdad que no pasa nada. Muchas veces, por culpa de eso, perdemos la perspectiva. Sí, tú puedes hacer algo, pero que no se te olvide quién la está liando parda.
Carmen: …y la acción colectiva.
De hecho esos discursos que mencionáis a veces generan culpa. Tras el último informe del IPCC, había gente diciendo que se sentía culpable.
Carmen: La información catastrofista bloquea a las personas. Poner todo el peso en la ciudadanía hace que se pierda la perspectiva de hasta qué punto tú tienes control sobre la situación. Mucha gente se piensa que o eres Greta Thunberg o ya no hagas nada, pero puedes participar de la acción colectiva, unirte a un grupo. O votar. Pero la parálisis de muchas personas viene porque no se identifican con lo que se entiende por ser activista.
Yo sé de gente a la que los temas sociales les mueven mucho, y no habían caído en que la crisis climática va a afectar a esos asuntos. No habían caído porque no se consideran ‘personas eco’. Las etiquetas, los juicios, la responsabilidad que recae en nosotros… Todo eso es un mejunje que hace que la gente no se active, que los que están activos se depriman y que los demás se queden paralizados.
Belén: Gran parte del problema se resolvería con empatía los unos con los otros. Y, sobre todo, buscando de verdad quién tiene responsabilidad. Que yo tenga amigos que les quite el sueño estar trabajando en Zara porque si no no tienen como pagar el alquiler… ¡Si tuviese un directivo de una petrolera un 10% de la vergüenza que ellos tienen el mundo sería muy distinto!
Nosotras siempre hemos dicho que el cambio climático tiene la peor campaña de márketing de la historia. Es como nuestro mantra, y es cierto. Si lo piensas, es la cosa menos atractiva del mundo. Tiene cero glamour. Se han dedicado a bombardearnos durante años con que lo más estiloso del mundo es irte de compras cada dos por tres, irte al Starbucks cuando estás haciendo un descansito e irte de viaje todos los años seis veces cogiendo aviones. Así que tampoco es culpa tuya: es como si culpas a una tía de ser un producto del patriarcado. Es que has nacido en esto.
Carmen: Y en el ecologismo tendemos a fallar porque partimos de la base de que a todo el mundo le deberían importar estos temas porque es el futuro de nuestra especie, de nuestro planeta, de todo. Pero no es así. Tienes que ver por dónde entrar a cada tipo de persona.
Ahora que cualquier cosa recibe la etiqueta de ‘sostenible’, ¿se están vaciando este concepto de contenido?
Belén: Es una palabra que se ha prostituido a niveles intergalácticos. Lo “eco”, lo “sostenible”, lo “bio”. Cuando les da por algo… vaya pesadilla. En uno de nuestros primeros vídeos hablábamos de la palabra sostenibilidad. Fue hace un año y medio, y ahora ya es otra cosa.
Carmen: Son campañas de márketing, así que, además, esos productos son más caros. Yo creo que por eso mucha gente piensa que lo sostenible es caro: te lo venden como “eco” y te lo suben diez euros; tú te lo compras pensando que encima estás haciendo algo bueno… A lo mejor la opción más sostenible es que en vez de comprar los productos “eco” del Carrefour te vayas a la frutería de tu barrio.
Hay un trabajo de enseñar a la gente qué cosas puede hacer dentro de su ámbito de acción. Y que esté tranquila si no puede hacerlo todo siempre, o no tiene la opción, que es un trabajo de poco a poco. En Climabar siempre medimos todo por la huella de carbono y la crisis climática, siempre decimos que preferimos que se haga esto o lo otro dependiendo de la huella de carbono que tenga.
Así nos dimos cuenta, por ejemplo, de que los plásticos Pet en realidad son más “sostenibles” que el cartón, porque el cartón para producirlo gasta mucha energía y tiene una huella de carbono más alta que un plástico Pet reciclable. Cuando lo descubrí me petó la cabeza. Son cosas de las que la gente no tiene mucha idea y eso es por cómo nos lo han vendido.
En uno de vuestros últimos vídeos habláis de la carne. Este tema siempre causa polémica. ¿Qué comentarios habéis recibido? ¿Cómo creéis que se aborda esto, por ejemplo, a raíz del vídeo del ministro de Consumo, Alberto Garzón?
Belén: Nosotras tenemos muy buen fandom, por así decirlo. También somos muy laxas, tenemos cero política de hate con todo el mundo. Con lo que pasó con el vídeo de Garzón nosotras flipamos: no tardó nada en salir el presidente del país a decir que se comería un chuletón al punto. Eso parecía un circo. Pero la gente está tan preocupada por que alguien les culpe, que enseguida se ponen a la defensiva. Yo nunca he visto a una persona vegana o vegetariana, cuando en un bar solo puede comer patatas fritas, ponerse como se pone alguien cuando se le sugiere que a lo mejor estaría bien comer un poquito menos de carne.
Carmen: Creo que justo la alimentación en el mundo verde ha sido tabú. Yo recuerdo que en la carrera ni siquiera se nos hablaba del impacto de la ganadería, de la industria cárnica… Podíamos aprender por qué el suelo estaba contaminado o no, cómo medirlo, pero no nos explicaban cómo afectaban las diferentes industrias. Incluso en las cumbres del clima a las que he ido siempre ha habido muchísima carne. No tiene mucho sentido: si es la cumbre del cambio climático de la ONU, ¿me estás poniendo solomillo para comer?
El tema de la carne toca muchos temas culturales, de tradiciones. He visto a muchos investigadores autojustificándose diciendo “bueno, yo investigo, estoy dedicando mi carrera profesional, mi vida, al ecologismo, así que no pasa nada por que yo me coma un filete”. ¿Quieres comer carne? Vale, pero reconoce qué impacto tiene. Tiene mucho que ver con que el ecologismo se ve muy restrictivo, parece que te están quitando libertades y por eso se ponen a la defensiva.
Lo hemos visto mucho con los boomers, la generación de nuestros padres. A ellos les educaron en los años 80, los años de la bonanza y del progreso, y se les enseñaba que, claro, viniendo de guerras y hambre, lo que mejor podías hacer era tener ese plato de buena carne que no habías podido tener antes. Y eso pasa con los coches, el aire acondicionado, la calefacción… Ellos han aprendido que lo mejor que pueden hacer por su familia es eso. De repente llegamos los hijos diciéndoles que está fatal que haya dos coches en casa y se ponen a la defensiva.
¿Qué tal la experiencia en Twitch?
Carmen: A mí me flipa. De hecho, hay como un agujero de ciencia en Twitch que se podría rellenar. Hay varios perfiles que están haciendo cosas muy guays, pero en el tema eco-clima hay mucho trabajo por hacer. Sería un sueño que científicos de varias universidades hicieran directos en Twitch. Me parecería brutal pero falta justo eso: bajar estos temas a tierra. Y Twitch te da esa posibilidad de sentarte como si estuviéramos con toda esa gente en un bar y hablar de esto.
¿Seguís a alguien que hable sobre la crisis climática y os guste especialmente?
Belén: En Instagram, a mí me flipa AsapSCIENCE. El otro día vi un vídeo suyo sobre por qué a nadie le importaría que se extinguieran los mosquitos.
Carmen: A mí me gusta mucho earthrise. Y en formato newsletter, está Heated, de la periodista Emily Atkin. En España, la Beeletter, que también está muy bien.
Qué bien hecha está la entrevista, por primera vez se les ha permitido hablar clarito. Muchas gracias.