ELECCIONES IPCC | Jim Skea: “El beneficio de evitar los impactos climáticos supera el coste de la mitigación”

El 26 de julio se elige a la próxima persona en presidir el Panel Intergubernamental de Especialistas sobre el Cambio Climático (IPCC) durante una década clave para la acción climática. El catedrático británico Jim Skea es una de las cuatro personas que postulan al puesto.
Jim Skea. Foto: IPCC/Flickr.

El IPCC (Panel Intergubernamental de Especialistas sobre el Cambio Climático) celebra elecciones entre el 25 y el 28 de julio en Nairobi (Kenia). Durante el encuentro se renovarán todos los grupos de trabajo y órganos de decisión de cara al Séptimo Ciclo de Evaluación.

El 26 de julio se elegirá a la persona que presidirá el IPCC. Cuatro personas optan al cargo. En Climática hemos elaborado un cuestionario común vía correo electrónico con 10 preguntas para conocer las propuestas de los dos candidatos y las dos candidatas.

James Ferguson Skea, conocido como Jim Skea, es catedrático de Energía Sostenible en el Imperial College de Londres e investigador sobre energía, cambio climático e innovación tecnológica. A punto de cumplir los 70 años (40 de ellos dedicados a la climatología), el científico escocés aspira a liderar el IPCC durante el Séptimo Ciclo de Evaluación tras ser nominado por el Gobierno del Reino Unido.

Su vínculo con el IPCC comenzó al poco de su creación, en la década de 1990. Desde 2008 ha ocupado puestos de responsabilidad, primero como vicepresidente del Grupo de Trabajo III, y desde 2015 y hasta la actualidad como copresidente del Grupo de Trabajo III, que se centra en la mitigación del cambio climático. 

Durante estos años, ha codirigió el emblemático informe especial sobre Calentamiento Global de 1,5°C , el de Cambio Climático y Tierra, el Informe de 2022 sobre la mitigación del cambio climático, y fue coautor del Informe de Síntesis del Sexto Ciclo de Evaluación, el último elaborado hasta el momento por el IPCC.

Fuera del organismo de la ONU, Skea es presidente de la Comisión de Transición Justa de Escocia y fue miembro fundador del Comité sobre el Cambio Climático del Reino Unido. Anteriormente, ha ocupado cargos de responsabilidad en distintas instituciones como el UK Energy Research Centre, el Energy Institute y el Instituto de Estudios Políticos, entre otros.

Jim Skea ha sido condecorado en dos ocasiones con la Orden del Imperio Británico por su trabajo sobre transporte sostenible y energía sostenible. Su objetivo ahora es ser el presidente del mayor panel de especialistas en cambio climático.

¿Por qué ha decidido presentarse a estas elecciones?

A pesar de todos sus retos y frustraciones, no me canso de trabajar en el IPCC. Llevo casi ocho años en la sala de máquinas del IPCC como copresidente de un grupo de trabajo. Allí es donde se hace el trabajo duro: determinar el alcance de los informes, seleccionar a los autores, gestionar la producción de los informes y presidir las sesiones de aprobación con los gobiernos. Desde esa posición, pude ver las posibilidades en el siguiente nivel: influir en la forma de todo un ciclo del IPCC; representar al IPCC en el mundo en general; inyectar las conclusiones del IPCC en los procesos políticos. 

Algunos científicos se divierten con el más reciente artículo de Nature. A mí me divierte ver cómo las pruebas científicas informan a los responsables políticos y son tenidas en cuenta por ellos. ¿Qué mejor trabajo hay en el mundo del clima?

¿Por qué debería ser usted la próxima persona en dirigir el IPCC?

Entiendo el IPCC de abajo a arriba (en ese orden). Al principio de mi carrera, fui autor principal coordinador, autor principal y editor de revisión, empezando en el GT II sobre impactos y adaptación en lugar de donde estoy ahora sobre mitigación. 

He dirigido el proceso a nivel de Grupo de Trabajo, donde se ejecuta la actividad de elaboración de informes. El IPCC es un organismo de interfaz entre ciencia y política, y yo mantengo estrechos vínculos con la política a nivel internacional a través de ONU Cambio Climático y a nivel nacional como miembro del Comité sobre Cambio Climático del Reino Unido. En mi país presido una Comisión de Transición Justa que me recuerda constantemente que la acción climática tiene que ver con personas reales y sus vidas, y no es una mera abstracción científica. Sé cómo hacer las cosas, ya que he participado en la elaboración de la política de conflictos de intereses del IPCC y en sus procedimientos de publicación y traducción. Y, por último, ¡tengo la visión y los medios para hacer que las cosas sucedan!

De salir elegido como nuevo presidente del IPCC, ¿qué medidas o novedades le gustaría llevar a cabo?

En primer lugar, ¡seamos modestos sobre lo que puede hacer un presidente! La “I” de IPCC significa intergubernamental, y el Panel es supremo. La sala de máquinas del IPCC está en el nivel de los Grupos de Trabajo. Lo que el presidente puede hacer es fijar agendas, ejercer un poder de convocatoria, engatusar y persuadir. Y, en realidad, se trata de poderes sustanciales. 

¿Cuál cree que debería ser el papel del IPCC en esta y las décadas siguientes?

Los retos para el IPCC en el próximo ciclo son mantener la relevancia política mediante la producción de un conjunto de informes oportunos que puedan informar, por ejemplo, el segundo Inventario Global [una evaluación para comprobar los avances en los objetivos climáticos] bajo el Acuerdo de París, avanzando en la agenda sobre igualdad, diversidad e inclusión, y siendo científicamente unidos, tanto a través de los Grupos de Trabajo del IPCC como con otras evaluaciones ambientales de las Naciones Unidas. La presidencia ocupa una posición de liderazgo para crear consenso en torno a estas cuestiones.

El IPCC se enfrenta a muchos retos: tenemos una bibliografía sobre el clima en expansión exponencial, procesos y procedimientos exigentes que plantean grandes demandas a los miembros de la Mesa, las Unidades de Apoyo Técnico y los autores, y expectativas cada vez mayores de los responsables políticos. Todo esto no se resolverá en el Séptimo Ciclo. Tenemos que poner en marcha un proceso para que el IPCC sea apto para su propósito más allá de ese Séptimo Ciclo al tiempo que satisface las demandas inmediatas en los próximos cinco años más o menos.

El informe del Grupo de Trabajo III publicado el año pasado tuvo entre sus autores a dos empleados de compañías petroleras y a un negacionista del cambio climático. ¿Considera correcto que puedan formar parte los informes del IPCC? ¿No cree que puede afectar a la credibilidad del Panel?

Los equipos de autores del IPCC se seleccionan para reflejar diversos orígenes y fuentes de conocimiento. La elección de autores se hace en base a sus credenciales científicas. La creación de equipos diversos ayuda a abordar cualquier problema de parcialidad. Todos los autores están sujetos a la política sobre conflictos de intereses. Los intereses, que todo el mundo tiene, se declaran, evalúan y comunican a los demás autores. En mi opinión, la dispersión de autores procedentes del mundo empresarial ha mejorado los informes. Y no veo pruebas de que esto haya socavado ni los propios informes ni su aceptación en el mundo político. 

Sobre que haya negacionistas del cambio climático, creo que solo hay un caso muy específico, que es al que se refiere. Los informes del IPCC tienen un amplio alcance y no conozco a nadie que haya contribuido a una sección que no fuera de su competencia.

Una de las principales críticas al IPCC es la falta de diversidad de género y de países entre sus autores. ¿Comparte usted este diagnóstico? ¿Qué cree que debe cambiar en el Panel para mejorar en ambos aspectos?

Estoy de acuerdo en que es un problema. En cuanto al género, parece que hemos tocado techo: las mujeres representan alrededor del 30% de los autores y de las candidaturas a la Mesa procedentes de los gobiernos. Cuando la Mesa selecciona a los autores, puede aumentar, y de hecho lo ha hecho, ese porcentaje en algunos puntos. Pero una de las tareas del próximo presidente debe ser persuadir a los gobiernos y observadores para que presenten candidaturas más equilibradas. 

Otro aspecto en lo que podemos influir es cambiando la cultura de las reuniones, prestando atención a los horarios de trabajo, por ejemplo, que tienen enormes implicaciones para quienes tienen responsabilidades de cuidado de niños.

Hemos mejorado mucho en cuanto a diversidad regional. Por ejemplo, en el Informe sobre el cambio climática y la tierra, la mayoría de los miembros procedían de países en desarrollo. Pero hay margen de mejora, sobre todo a la hora de incorporar a científicos más jóvenes de países en desarrollo, por ejemplo dándoles un papel como científicos de capítulo. También debemos prestar más atención al equilibrio dentro de las regiones para garantizar que un pequeño número de países no sea dominante.

La igualdad en las reuniones es un problema tanto para las mujeres como para los autores de los países en desarrollo. Con demasiada frecuencia, un pequeño número de voces puede dominar los debates. Esto debe abordarse en varios frentes: formación en la primera reunión de autores y en las siguientes para garantizar la inclusión y el respeto; atención al calendario y a la celebración de las reuniones para que no se prive de sus derechos a las personas con responsabilidades asistenciales; reflexión sobre el uso de reuniones físicas, virtuales o híbridas; dar relevancia a la política de género del IPCC….

No hay una respuesta fácil a la cuestión de la igualdad y la diversidad. Tenemos que dividir el problema en partes y actuar en múltiples frentes.

Otra crítica que recibe a menudo el IPCC es que sus informes utilizan un lenguaje suavizado en los resúmenes para responsables de políticas (conocidos en inglés como SPM) ya que son resultado de la negociación con los países. ¿Considera esto una ventaja o un inconveniente?

En mi opinión, no es ni una ventaja ni una desventaja. La singularidad y el poder de los informes del IPCC radican en que han sido acordados por consenso entre gobiernos y científicos. Eso significa que no puede haber vuelta atrás en las conclusiones de los informes del IPCC. Desde el punto de vista gubernamental, eso es fundamental cuando se trata de las negociaciones sobre el clima. También es esencial que quienes presiden las sesiones de aprobación del IPCC comprueben que los autores están de acuerdo en que cada declaración es coherente con la ciencia subyacente. Por supuesto, todo el mundo puede preferir que algunas afirmaciones sean más contundentes, que se añadan otras o que se omitan algunas. Pero eso es lo que significa el consenso: el impacto global es lo más importante.

La crisis climática y la pérdida de biodiversidad son las dos grandes crisis medioambientales de nuestro tiempo y requieren una actuación conjunta. Hace unos años, los dos máximos organismos en la materia (IPCC e IPBES) publicaron un trabajo conjunto. ¿Cree que debería reforzarse aún más la colaboración entre ambos?

Yo iría más lejos. Es deseable la colaboración entre otras evaluaciones medioambientales de la ONU, incluido el Panel Internacional de Recursos, dado el creciente reto de los minerales críticos para la revolución de las energías renovables.

Tenemos que avanzar en este sentido, pero no es fácil. Cada evaluación tiene su propia cultura, sus propios miembros (140 en IPBES, 195 en IPCC) y una representación diferente dentro de los sistemas gubernamentales. Aprobar informes conjuntos no es posible con los procedimientos actuales, habría que cambiarlos. El informe del taller conjunto IPBES-IPCC no se sometió a la aprobación del Panel. Podrían adoptarse algunas medidas más sencillas, por ejemplo: trabajar en glosarios comunes para no hablar con propósitos cruzados; posible uso de escenarios futuros comunes; autoría cruzada de los informes; y más actividades conjuntas en los talleres.

Me gustaría conocer su posición sobre determinadas tecnologías como la energía nuclear, la captura y almacenamiento de carbono (CAC), la eliminación de dióxido de carbono (CDR), el hidrógeno renovable y los vehículos eléctricos. También qué opina de la carne, un tema siempre polémico.

Me alegro de que haga esa pregunta, porque me da la oportunidad de exponer cómo aborda el IPCC las tecnologías específicas (y el tema de la carne, ya que pregunta). 

La respuesta es que ni defendemos ni nos oponemos a determinadas tecnologías. Todas las tecnologías enumeradas anteriormente ya están implementadas o están previstas en diversas partes del mundo por uno u otro de los gobiernos del IPCC. No es nuestro trabajo decir si eso está bien o mal. Nuestro trabajo consiste en evaluar las tecnologías basándonos en la bibliografía subyacente y presentar los resultados a los responsables políticos para que puedan elegir. Por ejemplo, los capítulos sobre energía y transporte del informe del Grupo de Trabajo III evaluaron estas tecnologías en términos de rendimiento, coste, madurez tecnológica y consecuencias medioambientales y socioeconómicas de su despliegue. El Informe Especial sobre el cambio climático y la tierra analizó las consecuencias climáticas de las distintas dietas, pero no recomendó una u otra. Ese enfoque es fundamental para la misión y la credibilidad del IPCC, y así debe seguir siendo.

Por último, ¿se considera optimista en el contexto actual de crisis climática y de biodiversidad?

Soy genéticamente optimista. Los retos son enormes, pero la clave es no dejarse paralizar por la desesperación. La humanidad tiene la capacidad de decidir sobre su propio futuro y el del planeta. Con los niveles actuales de ambición, el beneficio de evitar los impactos climáticos supera el coste de la mitigación. Hemos insistido en que cada fracción de grado marca la diferencia y debemos recordarlo.

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