Josep Espluga: “Cuando la gente percibe que no puede hacer nada para cambiar el resultado, se inhibe y cae en la pasividad”

¿Cómo se comunica el cambio climático? El sociólogo Josep Espluga ha coordinado un estudio para investigar en qué términos se plantean los medios de comunicación la cuestión climática.
Josep Espluga: “Cuando la gente percibe que no puede hacer nada para cambiar el resultado, se inhibe y cae en la pasividad”
Foto: IMG-20201023-WA0048

Entre los muchos retos que plantean el cambio climático y el cambio global, uno interpela directamente a los sociólogos y comunicólogos: cómo explicar el fenómeno y sus posible soluciones a la gente corriente. Josep Espluga (Alcampell, 1964), doctor en Sociología por la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), ha encabezado un equipo dedicado a analizar el lenguaje que se usa para abordar esta cuestión, y el resultado es el libro El cambio climático y sus metáforas. Como dar sentido a las narrativas mediáticas sobre un riesgo difuso y global, que acaba de ver la luz en Icaria.

El reto que tenemos ante nosotros, ¿es aún mayor que nuestra capacidad para explicarlo?

Sí, por eso es importante una visión humanística y comunicativa del asunto. El cambio climático está muy estudiado, hay soluciones técnicas en marcha, más allá de las incertidumbres que aún existen, pero tal vez no sea suficiente con eso. Hace falta un cambio político y de modelo socioeconómico y cultural. Lo que encontramos en nuestra investigación  es que en una parte de la población no hay los recursos lingüísticos o conceptuales para imaginar cómo solucionar el problema. Aquí tenemos un reto enorme de construir imaginarios y nuevas narrativas.

No solo cuesta imaginar las alternativas, sino la dimensión del problema. Pienso, por ejemplo, en la pandemia, que siendo una amenaza muy real y cuantificable, que estaba todos los días en los medios, no ha impedido que haya escépticos y negacionistas. ¿Es una mala señal para los que trabajan en un asunto con plazos más largos?

En efecto, es peor, porque los efectos del cambio climático se esperan diferidos en el tiempo. Pero sí, hay muchos paralelismos con la pandemia en tiempos de percepción pública y de gestión. En ambos casos, quien tiene que tomar decisiones tiene todavía amplios márgenes de incertidumbre. Y es difícil saber cómo tomarlas. Lo peor que te puede pasar es que el público vea que te contradices. Las incoherencias en la gestión llevan a desconfiar más todavía. Por otro lado, hay un elemento clave en la percepción del riesgo: cuando una población percibe que no puede hacer nada para cambiar el resultado, lo que hace es inhibirse, caer en el fatalismo y, por tanto, en la pasividad. En el cambio climático hemos llegado a esto. También debo decir que cuando hicimos nuestro trabajo, aún no había salido Greta Thunberg, que al menos pasiva no es… Pero esos movimientos jóvenes no han dejado atrás el fatalismo. Las manifestaciones que vimos el año pasado eran activas, pero muy fúnebres en el fondo. Aún no se ve la esperanza.

El fenómeno de Greta, ¿nos da a entender que los iconos mediáticos pueden ser útiles, o pueden ser contraproducentes en algún sentido?

Pueden ser efímeros, quién sabe. Focalizarlo todo en una persona acaba quemando a la persona. Es un buen toque de atención, pero difícil de mantener en el tiempo. Parte del problema de la comunicación que se ha hecho del cambio climático es que se habla en unos términos que no interpelan a la gente: parece cosa de empresas, ONGs, gobiernos… Hicimos el trabajo de campo en la cumbre del clima de París, y en ese momento todo se planteaba como una carrera de países, con ganadores y perdedores, una meta a la que llegar, y el cambio climático connotaba con metáforas de algo que se movía solo. Pero cuando las personas valoraban estas metáforas, y la mayoría les costaba muchísimo, porque eran entidades abstractas: no había nada que se relacionara con su vida cotidiana. Y así justifican su pasividad y fatalismo. Greta personifica un poco más, pero creo que no es exactamente lo que se necesita. Ella vive en los medios, pero no en los barrios, en el entorno local de la gente.

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