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La Gran Barrera de Coral de Australia, uno de los mayores y más diversos ecosistemas del mundo, lleva desde la década de 1980 sufriendo los efectos del calentamiento global, efectos que ahora parecen imparables. Esta situación ha llevado a la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) a recomendar que se incluya este lugar único en el planeta en la Lista de Patrimonio Mundial en Peligro. Sin embargo, esta iniciativa, que se discutirá el viernes 23 de julio, cuenta con la oposición del propio Gobierno de Australia y de una serie de países, entre ellos España.
A raíz de esta propuesta, 11 países miembros del comité del Patrimonio Mundial registraron el pasado 19 de julio una enmienda al texto original. En ella se elimina el apartado 8 del documento, que hace referencia a «inscribir la Gran Barrera de Coral (Australia) en la Lista del Patrimonio Mundial en Peligro». Además, instan a retrasar de principios a finales de 2022 un informe actualizado sobre el estado del ecosistema marino. En base a ese documento, que se discutiría en 2023, se decidiría si la Gran Barrera de Coral merece ser considerada un bien «en peligro» o no. Los Estados firmantes de la enmienda, con Bahréin a la cabeza, son Arabia Saudí, Bosnia y Herzegovina, Etiopía, Hungría, Malí, Nigeria, Omán, Rusia, San Cristóbal y Nieves, y Uganda. También España, como se puede ver en el documento oficial alojado en la web de la UNESCO.
El hecho de que España figure en un documento de este tipo, con países tan dependientes del petróleo y negacionistas del cambio climático, resulta extraño. Desde Climática nos hemos puesto en contacto con el Ministerio de Exteriores y el de Cultura en repetidas ocasiones para conocer el motivo de la postura de España, sin tener aún respuesta.
Para presionar en torno a la decisión sobre la Gran Barrera, la ministra de Medio Ambiente de Australia, Sussan Ley, ha realizado una gira de ocho días por Europa, a la que hay que sumar otras muchas reuniones virtuales, como apunta The Guardian. Una de las visitas fue a Madrid, donde se reunió el pasado 14 de julio con la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera. Durante la cita hablaron de temas ambientales y de energía y transición justo. En cuanto a la decisión sobre la Barrera, se trata de un tema cuyas competencias directas no recaen en el MITECO.
La propia Ley se ha mostrado siempre en contra de la iniciativa. En su defensa, argumenta que la UNESCO no siguió el procedimiento normal al no llevar a cabo un «proceso de consulta adecuado» antes de hacer su recomendación (hecho que niegan los propios funcionarios). Además, aduce que la decisión se encuentra politizada. En un comunicado, el Ejecutivo asegura que «la Gran Barrera de Coral es el arrecife mejor gestionado del mundo, y este borrador de la recomendación se ha realizado sin examinar de primera mano la Gran Barrera y sin la información actualizada».
El viernes, durante la reunión virtual, los 21 miembros del Comité del Patrimonio Mundial –presidido este año por China– tendrán que ir párrafo por párrafo para ver si quieren conservar el texto original o adoptar las enmiendas. Por lo general, explican desde UNESCO, las decisiones se adoptan por consenso, y para que haya votación tiene que pedirlo un miembro del Comité que sea respaldado por otro. Australia, al ser el Estado Parte, tendrá que responder a las preguntas de otros miembros del Comité para dar su versión sobre el estado de conservación de la Gran Barrera.
De salir adelante el texto inicial, sería la primera vez que un bien se incluye en la lista debido a los daños causados por el cambio climático. La última vez que se intentó incluir este ecosistema en la lista fue en 2015. Desde entonces, la Gran Barrera, que ocupa 2.300 kilómetros de longitud, se ha visto afectada por tres episodios de blanqueamiento de corales fruto del calentamiento de las aguas: en 2016, 2017 y 2020.
Estos eventos han hecho que la Gran Barrera de Coral haya pasado de estar en situación de «preocupación significante» a «crítica», la peor calificación de conservación. Así lo concluía un informe de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza publicado en diciembre. Además, la investigación señala que dichos blanqueamientos no tienen precedente por la “gravedad, frecuencia e impacto” y han causado pérdidas de coral en dos terceras partes de la Gran Barrera.
La tesis sobre el estado de la Gran Barrera de Coral es compartida por toda la comunidad científica, que urge a actuar antes de que sea demasiado tarde. Y es que sus corales se han reducido más de la mitad en los últimos 25 años, según un estudio publicado en la revista Proceedings of the Royal Society. La investigación avisaba, una vez más, de que este rico y único ecosistema corre el peligro de ser irreconocible si no se actúa para reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero que causan el calentamiento global.
También se ha posicionado el Instituto Australiano de Ciencia Marina (Aims). En su informe anual, señaló que las oportunidades de recuperación son cada vez «más raras» debido al impacto del cambio climático en la barrera de coral a pesar de las mejoras registradas el último año. Asimismo, la Autoridad del Parque Marino de la Gran Barrera de Arrecifes rebajó la calificación sobre la salud de este ecosistema de «pobre» a «muy pobre».
Los arrecifes de coral, situados frente a la costa de Queensland, al noreste del país, entraron en la lista del Patrimonio Mundial en 1981. En este lugar único, que ocupa una superficie de más de 348.000 km2, viven más de 600 tipos de corales y más de 1.600 especies de peces.