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Los animales hablan, entre ellos y con nosotros, los humanos. El problema es que no se les escucha. Desde esta premisa parte el ensayo Animales habladores (Taurus), obra de la filósofa y artista Eva Meijer (Países Bajos, 1980). Meijer asegura que «todas las especies son especiales a su manera» y, por tanto, descarta que los animales humanos seamos una especie superevolucionada, pináculo de la creación.
Señala cómo numerosos pensadores han convenido que, si bien los animales tienen la capacidad de comunicarse, no han desarrollado un lenguaje como los seres humanos. Pero ella recopila un banquete de capacidades de distintas especies que indican lo contrario. Los delfines se llaman unos a otros por su nombre. Los perros de las praderas describen a los intrusos con todo lujo de detalles mediante verbos, sustantivos y adverbios. Los dingos cantan en grupo por placer. Y las ballenas cantan y tienen distintos dialectos, lo que indica que el lenguaje se transmite culturalmente y no surge tan solo del instinto.
Cada especie ha desarrollado su propio lenguaje y el ser humano debe atender a todos los sentidos para descubrirlos. Algunos se comunican con el olor, mediante feromonas, el lenguaje corporal o el color. Los albatros son aves marinas monógamas que desarrollan su propio lenguaje con su pareja mediante el baile. Los calamares de arrecife tienen cromatóforos en la piel y cambian de color cuando se quieren aparear; algunos investigadores creen que los colores cambiantes tienen una gramática.
Los animales no humanos también tienen sentimientos. Cuando un elefante fallece, por ejemplo, sus seres queridos regresan durante años al lugar donde se hallan sus restos. Muchos de ellos también han demostrado tener moral, como cuando un niño cae en un recinto de un zoo y un gorila lo devuelve cuidadosamente con sus padres. «Hay abrumadora evidencia científica de que los animales tienen sentimientos, idiomas, culturas, vidas internas complejas y vidas sociales, pero los humanos lo niegan porque se lucran con mantenerlos mudos», destaca Meijer. «Las corridas de toros muestran esto de manera muy evidente. Ciertos humanos disfrutan viendo cómo se daña a los animales y por eso niegan sus sentimientos», destaca la autora.
Intentos de inculcar el lenguaje humano
El libro muestra que han sido muchos los esfuerzos que se han invertido en tratar que algunos animales desarrollen lenguajes humanos. Un caso dramático fue el del delfín Peter, a quien el neurólogo Jonh Lilly quiso enseñar el lenguaje humano mediante la convivencia con una cuidadora, la investigadora Margaret Lovatt. El cetáceo no solo no articuló palabra alguna, sino que acabó suicidándose al ser separado de ella. Más éxito tuvo la chimpancé Washoe. Separada de sus padres por la Fuerza Aérea estadounidense para llevar a cabo experimentos espaciales y acogida por Allen y Beatrix Gardner, aprendió más de 300 palabras en el lenguaje de signos.
Si bien es conocida la capacidad de los loros de repetir palabras humanas, no son los únicos. La autora indica que hay al menos cinco especies de mamíferos capaces de aprender a producir sonidos nuevos: humanos, murciélagos, elefantes, focas y ballenas. Por tanto, pueden llegar a asimilar palabras humanas o expresarse en el lenguaje de otros animales. Ejemplo de ello es Batyr, un elefante que pasó toda su vida en un zoo de Kazajistán y llegó a desarrollar un vocabulario de más de veinte frases. O Kosik, un elefante que vive en un parque de atracciones de Corea del Sur y emplea algunas palabras del lenguaje humano con las personas y el suyo propio con los de su especie.
«Los humanos que aspiran a enseñar a hablar a otros animales participan en un juego en el que el lenguaje humano se ve como el único real y se utiliza como criterio para medir la competencia lingüística y la inteligencia», sostiene la filósofa. Meijer se aleja de la visión antropocentrista del lenguaje y no cierra la puerta a que los animales incluso sean capaces de contar historias. «Sabemos que ciertas ballenas cantan canciones de amor que duran más de veinte horas, aunque no sabemos el significado exacto. Las ballenas también transmiten canciones de generación en generación, tal vez como poemas épicos». Los animales no humanos también son creativos. «Hay animales como el pez globo o los pájaros jardineros que hacen obras de arte. Los animales también inventan nuevos juegos de lenguaje en nuevas circunstancias con otros y con humanos, quizás podamos encontrar poesía ahí».
Eva Meijer reflexiona sobre el lenguaje para ayudar a las personas a ver a los animales con otros ojos. Las palabras tienen el poder de reflejar y moldear la realidad que nos rodea. El término animales «da la impresión de trazar una línea divisoria que separa los humanos de los animales». La filósofa invita al lector a romper con la idea de la superioridad humana y a tratar de entender al resto de animales para establecer nuevas relaciones con ellos y el planeta. «El antropocentrismo también está causando problemas a los humanos, es la base de la explotación de la tierra que causa la crisis climática. Tenemos que cambiar nuestra actitud. Para muchos animales no humanos es demasiado tarde, y la violencia extrema que los humanos les infligen es el gran fracaso moral de nuestro tiempo. Otras relaciones son posibles, y todo ser humano debe contribuir a ello».
¿Los animales usan lenguaje inclusivo o son fascistas?
Disfrutan viendo como se les daña, disfrutan dañando y matando todo lo que no está penalizado, ej. el «deporte» de la caza, y no matan a sus semejantes porque éso si está penalizado.
«Cuanto más conozco al ser humano más amo a mi perro»
Si supiéramos aprender del ejemplo que nos dan los animales, esas criaturas «inferiores».
Incluso las hienas más sanguinarias matan para saciar su hambre no por el placer de matar.
Si supiéramos ser tan generosos y útiles como las abejas…
YO QUISIERA SER CIVILIZADO COMO LOS ANIMALES. Roberto Carlos.
https://www.youtube.com/watch?v=wOyJAD35nJE
yo quisiera no ver tantas nubes oscuras arriba,
navegar sin hallar tantas manchas de aceite en los mares,
y ballenas desapareciendo por falta de escrupulos comerciales
Yo quisiera ser civilizado como los animales.
Yo quisiera no ver tanto verde en la tierra muriendo,
ni en las aguas de ríos los peces desapareciendo,
yo quisiera gritar que ese tal oro negro no es mas que negro veneno
ya sabemos que por todo eso vivimos ya menos,
yo no puedo aceptar ciertas cosas que ya no comprendo
el comercio de armas de guerra de muertes viviendo,
Yo quisiera ser civilizado como los animales.
Yo no estoy contra el progreso si existiera un buen consenso….
Según el Ministerio de Consumo el consumo aconsejado de carne en nuestro país es de 300-375gr a la semana. El consumo de carne en España es casi el triple de lo aconsejable.