Los embalses de Catalunya agonizan y rozan el límite para declarar el estado de emergencia por sequía

Hace tres años que en Catalunya llueve por debajo de la media. Los pantanos de las cuencas internas del sistema Ter-Llobregat ―que abastecen el área de Barcelona― se encuentran al 16,7% de su capacidad, rozando el 16% que conlleva declarar el estado de emergencia. Una situación con muchas probabilidades de ocurrir, como reconocía la portavoz del Govern, Patrícia Plaja, ayer miércoles tras la celebración del Consell Executiu: “Es casi imposible evitar la entrada en fase de emergencia. Lo que podemos hacer es ir retrasándolo días o semanas en función de la capacidad que tengamos de generar y ahorrar agua”.

A pesar de que se auguran lluvias para estos próximos días en Catalunya, “no va a ser suficiente para evitar la emergencia“, reconocía Plaja. La situación ahora es, en resumen, peor que nunca. Peor, incluso, que la sequía que sufrió el territorio en 2008, cuando hubo déficit de lluvias durante 18 meses.

“En zonas del litoral y prelitoral, los déficits acumulados de lluvias son de una proporción tan desmedida que serían necesarios varios meses extremadamente húmedos solo para volver a las condiciones de normalidad”, admitía la Generalitat en noviembre, cuando decretó el estado de preemergencia en 202 municipios de 14 comarcas, incluyendo Barcelona y su área metropolitana, así como Girona.

Ante esta situación, el Ejecutivo ya anunció en diciembre las medidas que entrarían en vigor en caso de traspasar el umbral del 16%. No a las duchas de los vestuarios. No a proyectos industriales, comerciales y turísticos que requieran grandes cantidades de agua. No más de 200 litros al día por habitante. También está previsto reducir los caudales ambientales de los ríos Llobregat, Ter y Muga, con lo que se disminuiría hasta casi la mitad el ritmo de su descenso.

Esa sería la primera fase, a la que le seguirían una segunda, en la que se podría pasara a una restricción de 180 litros de agua al día por habitante, y una tercera con 160. Sin embargo, se podrán seguir usando las piscinas públicas y se podrán regar los campos de fútbol en caso de ser necesario.

2023, el segundo año más cálido

2023, el segundo año más cálido de la historia de Catalunya, solo superado por 2022, ha sido también uno de los más secos, con más meses con déficit de precipitaciones que de exceso. La precipitación anual ha sido de un 50 a un 70% de la media climática, y en algunas zonas del litoral y prelitoral interior inferior al 50%. Solo febrero, junio, mayo y septiembre vieron más días de lluvia, en especial el primer mes del verano, con un exceso del 62%, según datos de Meteocat. En el último otoño, por otro lado, ha habido una falta de lluvias de 53, 73 y 57% en octubre, noviembre y diciembre respectivamente. Es decir, la sequía ha empeorado durante estos últimos meses.

“Hay zonas como el macizo del Garraf, el Penedès y un pasillo interior del cuadrante noreste, desde el Moianès pasando por las Guilleries y hasta las Alberes, y el prelitoral del Empordà, que acumulan un déficit de precipitación considerado como una anomalía absolutamente desmedida”, explica la Generalitat. “El episodio de sequía es aún más grave en las cabeceras de los principales ríos de las cuencas internas de Cataluña [que se dividen en 18 territorios o ámbitos], especialmente en la cabecera de la Muga, que presenta el mayor déficit de precipitación, equivalente a un año entero sin lluvias”.

Un semáforo en descontrol

La Agència Catalana de l’Aigua tiene establecido un código de color, al que llama el “semáforo de la sequía“. Según esta escala, hay cinco estados en el Plan de sequía: la normalidad (color azul), la prealerta (verde), la alerta (amarillo), la excepcionalidad (naranja) y la emergencia (rojo). El Govern, además, estableció otro escenario que no se contempla en el Plan: el de preemergencia. Este estado sirve como transición, antes de llegar a declarar la emergencia, para aplicar medidas de adaptación.

El pasado febrero, 6 millones de habitantes de 224 municipios se vieron afectados por la restricción del uso agrícola e industrial del agua al pasar de la fase de alerta a la de de excepcionalidad hídrica. En agosto, 24 municipios de Girona y Tarragona ―en concreto, 22 municipios del Alt Empordà y 2 del Baix Camp― dieron un paso más y llegaron al escenario de emergencia.

A la espera de la decisión del Govern de someter a toda Catalunya a lo casi inevitable, la población vive día a día las consecuencias de la falta de agua. En la comarca del Bages, en Monistrol de Montserrat y Sant Salvador de Guardiola, ha habido dos incendios forestales en tres días, algo que hace evidente el riesgo de incendio incluso en invierno.

La gravedad de la situación también se extiende a otros lugares de España. Andalucía también está seca, sobre todo en la cuenca de Guadalete-Barbate. Murcia, con la región del Segura, también.