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Guillermo Martínez
Pasaban unos minutos de las 9:30 horas. El centro de Madrid, atestado de tráfico, se ha paralizado durante una hora y media a la altura de Plaza de España, justo en la intersección entre Gran Vía y la calle Princesa. Ahí, 150 activistas de Extinction Rebellion (XR) han cortado la carretera en ambos sentidos al desplegar una pancarta gigante: «El Gobierno debe actuar ya frente a la crisis climática», rezaba. Minutos después, una decena de furgones policiales llegaban al lugar. Los agentes han desalojado al grupo de activistas de la calzada excepto a nueve de ellos, encadenados en barriles opacos, que han terminado siendo introducidos en los vehículos policiales sin conocer su actual paradero, aseguran desde el movimiento.
Esta acción pone el broche a una semana de lucha por parte de XR, quienes han protestado contra las cumbres internacionales del clima debido a su «inacción» y por ser «un lugar en el que los gobernantes se reúnen para postergar las medidas que deben ser adoptadas de forma inmediata«, ha asegurado Jaime, un estudiante presente en la protesta y que lleva formando parte del colectivo desde hace dos años. Frente al ruido de los cláxones de las decenas de vehículos encajonados debido a esta acción, desde XR han leído un pequeño comunicado cuando los primeros agentes de Policía Nacional se acercaban a la zona rodeados por el humo procedente de unas bengalas rosas.
Las banderas coloridas de XR seguían ondeando en la calzada mientras una mujer, micrófono en mano, clamaba por una «asamblea ciudadana por el clima real«. Mientras tanto, los policías inspeccionaban los contenedores en donde nueve activistas se habían bloqueado. Los tambores sonaban y una sentada prolongaba la acción unos minutos más. No ha servido de mucho: dos minutos más tarde, los policías empezaban a intervenir. Uno a uno les han ido sacando de la zona, cogidos de piernas y brazos, para retirarles a la acera adyacente.
Una vez despejado el tráfico por un carril –aunque cortada el área a los peatones en ambos sentidos–, varios activistas han pronunciado unas palabras: «Ustedes no pueden condenarnos a vivir en este sistema, ni tampoco buscar soluciones dentro de él porque el sistema es el problema«. Manos en alto, con ojos pintados en las palmas, las decenas de activistas que se arremolinaban en la acera levantaban sus brazos. Todo simbólico, pues la Policía Nacional se ha esforzado para evitar que tanto los periodistas como los activistas no pudieran ver qué ocurría unos metros más allá, donde seguían resistiendo las personas encadenadas.
«Esto es una batalla por la vida, y si las cosas no cambian, cuenten con esta desobediencia», decía un activista desde la acera. «La crisis climática es global y nuestra resistencia también«, continuaban enunciando. Entre tanto, algunos cánticos dirigidos a las compañeras y compañeros de XR que seguían resistiendo de forma pacífica en la calzada. Tania, una madre con dos hijos, ha cogido el micrófono: «Hay soluciones a la crisis climática, solo hace falta tomar medidas drásticas. (…) Todas las crisis van de la mano y haremos lo que sea para que no nos tengamos que pelear por un trozo de pan», ha dicho frente al cordón policial que rodeaba la calzada. Al mismo tiempo, la Policía Nacional movía sus vehículos para tapar la zona e intentaba convencer a los activistas para que soltaran sus cadenas y amarres.
Esta acción ha suscitado las críticas de los profesionales de la comunicación que se encontraban cubriendo la protesta; incluso a uno de ellos le han cogido su teléfono móvil de las manos y le han tapado el objetivo de la cámara mientras estaba realizando una fotografía. Casi al mismo tiempo, otro joven se apoderaba del altavoz: «Nos estáis condenando por la inacción de los gobiernos. Estamos aquí por un futuro seguro», ha dicho casi con lágrimas en los ojos. A su vez, se ha referido a la pérdida de biodiversidad, el aumento de la temperatura y la suciedad que inunda los océanos como algunos de los motivos principales para salir a la calle y participar de las protestas.
Casi se cumplía una hora del inicio de la acción cuando los activistas seguían intentando conocer la situación de sus compañeros frente a los esfuerzos de la policía de que no se vieran sus actuaciones. Una de las concentradas se ha subido a los hombros de otro, pero poco podía atisbar. Así pues, han decidido seguir coreando algunos cánticos para insuflar ánimos a los activistas que se encontraban a escasos metros, frente a frente con los agentes: «Compañeras, os queremos», les decían. En ese momento, el sonido de una radial hacía temer lo peor, pues una de las activistas se había encadenado en una plataforma que simulaba un reloj de arena a más de dos metros de altura.
Uno de los policías se ha acercado a ella a través de una escalera para dialogar. Sus gestos fueron claros en forma de reiteradas negaciones con la cabeza. «Nosotros practicamos la desobediencia civil pacífica, no empleamos la violencia directa», recuerda Jaime. «No es suficiente la esperanza, hay que pasar a la acción», continuaban clamando los activistas encapsulados. Al mismo tiempo, muchos de ellos se esforzaban en mirar por el hueco que dejaban entre sí dos furgones de la Policía, hasta que un tercero lo ha tapado: «¿¡Qué queréis, que no se vea?!«, han gritado los miembros de XR en ese momento.
«Cuenten con nosotros para la vida y nunca para la violencia«, continuaba diciendo un hombre a los funcionarios. «Escucha, agente, luchamos por tu gente» y «no estáis solas, estamos con vosotras», han sido algunos de los cánticos más coreados en la protesta. Esa parte de la Plaza de España llevaba cortada al tráfico rodado más de una hora cuando una mujer se ha asomado a la terraza del hotel ubicado en el imponente edificio que gobierna el lugar. Desde allí, todo lo que podía ver era decenas de coches intentando reconducir su ruta y algunos autobuses esperando a pasar por los carriles que poco a poco se abrían al tráfico rodado.
También se han repartido panfletos, intentando concienciar: «Desde los años 90 se han celebrado 25 cumbres, reuniones de blablablá, hipocresía e irresponsabilidad que no han servido para nada. Durante este tiempo las emisiones de gases de efecto invernadero, al contrario que reducirse, se han acelerado y aumentado más de un 60%. Nuestros gobiernos no están a la altura de la gravedad de esta crisis y no lo vamos a tolerar más. ¡No puede haber una COP 27!», enunciaban en el pasquín. De esta forma, XR exige que la próxima cumbre del clima que se celebrará en Glasgow sea la definitiva.
Coline, la activista que estaba subida a la plataforma del reloj de arena, negaba con la cabeza una y otra vez al policía que intentaba convencerla de que se bajara por su propio pie. Al poco tiempo, los allí congregados tan solo han podido ver cómo los agentes movían la estructura de un sitio a otro: «Estamos aquí arriesgándonos y asumiendo posibles consecuencias legales, porque no tenemos otra opción. Nos sentimos ignoradas por los gobiernos», han incidido desde el colectivo, desde donde afirman que los agentes llevaron a cabo una actuación con dureza en relación a la actitud no violenta del movimiento». Casi a las 11:00 horas, cuando el abrigo necesario a primera hora de esta mañana otoñal sobraba, ha caído Coline, situada en la cima del reloj de arena y la activista que más tiempo ha resistido.
XR ha afirmado que la Policía Nacional ha terminado cortando los bloqueos de los nueve activistas con sierras radiales para, después, introducirlos en los furgones policiales «sin especificar si es bajo condiciones de retención o detención«. Los tambores habían terminado de hacer ruido, las banderas no ondeaban, los coches volvían a fluir por la céntrica área y algunos activistas, en corro, comentaban si ir a la comisaría o los juzgados en busca de sus compañeros. Así ha terminado esta acción en concreto y la semana de lucha en general que, una vez más, XR ha llevado a la calle para hacer escuchar sus demandas: «Ni un grado más, ni una especie menos», ha gritado a modo de despedida uno de los activistas cuando comenzaba a retirarse de la zona.
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«EL SISTEMA ES EL PROBLEMA»
Las fuerzas del orden del sistema para reprimir al pueblo.
«Nuestros gobiernos no están a la altura de la crisis climática».
Ni lo están ni lo esperéis. Los gobiernos del sistema capitalista sirven al capital: el capital con su descomunal fuerza arrastra, por las buenas o por las malas, a gobiernos y a una ciudadanía manipulada e inconsciente.
Sólo si despertara el pueblo durmiente, si dejara de sostener a los grandes saqueadores del Planeta y de sus criaturas, sería posible el cambio.
Gracias Extinction Rebellion. Estoy con vosotrxs.