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Lejos de los macrofestivales de música y de las colas en las principales atracciones turísticas de ciudades como Barcelona, el Consell Cultural del Valle de Àneu organiza un año más el Festival Dansàneu de Culturas del Pirineo. Cultura y naturaleza se conjugan en este evento del 21 al 30 de julio en los municipios València de Anèu, Espot, Esterri y La Guingueta (Lleida). Es una propuesta con tres ejes principales: la danza, la música y el patrimonio. «Nos referimos al patrimonio artístico, arquitectónico, como las iglesias románicas, o el natural e inmaterial», explica su directora, Rut Martínez.
El Dansàneu, que celebra este año su 32ª edición, nació con el objetivo acercar artes como la danza a una población que no disponía de espacios culturales y ha hecho de la necesidad virtud convirtiendo su paisaje natural en escenario de los espectáculos. Programan un abanico de actividades en las casas de sus vecinos, en las cimas del valle, en miradores, iglesias e incluso sobre lagos. Los visitantes podrán disfrutar este año de un concierto de jazz de Fuensanta, Lucia Fumero y Magalí Datzira sobre una plataforma en el lago de la Torrassa; de una exposición de grabados de Oriol Vilapuig en la iglesia de Sant Joan de Isil o de la música de Queralt Lahoz en Esterri de Àneu, entre otras muchas propuestas.
Este año incorporan la Central Hidroelèctrica de Esterri de Àneu, gestionada por Endesa, como espacio del festival. «La evolución de los últimos 50 años de este territorio no se entiende sin el impacto que ha tenido la central aquí, pensamos que Endesa tiene una deuda con el territorio, es una cuestión de patrimonio hidráulico e industrial», apunta Martínez.
El público del festival es principalmente local, pero también atrae a gente de otros puntos de Catalunya y España. En medio de un debate sobre cómo debe ser el acceso a la cultura tras la pandemia, la organización del Dansàneu apuesta por una «ética al servicio del territorio» y no forzarlo en ningún sentido. Este modelo es la antítesis del Doctor Music Festival que en los años 90 atrajo más de 25.000 personas anualmente a la zona en unos terrenos donde ahora no se permite organizar ningún evento por ser inundables.
En el caso del Dansàneu, los espacios marcan la temática y el aforo de unas actividades que a veces son para 70 personas y otras para máximo 300. «No cabe más gente en el recinto ferial más grande que tenemos y quizás ya está bien así, debemos ser conscientes del impacto de cada actividad», señala Martínez. Asegura que combinar ubicaciones naturales exteriores con espacios privados ofrece una experiencia más rica y promueve la interacción entre locales y visitantes. «Mucha gente nos viene a buscar y nos dice que tiene un huerto, una viña o una terraza muy bonita en su casa y que podemos programar una actividad allí, esto nos hace muchísima ilusión».
Conocer un paisaje amenazado por el cambio climático
Además de contar con bailarines y cantantes, el Dansàneu también tiene como protagonista al naturalista Francesc Rodríguez, responsable de naturaleza del Consell Cultural de las Valls d’Àneu. «Combinamos cultura y naturaleza y exploramos curiosidades del paisaje y del patrimonio. Este año iremos desde el pueblo más alto de las valles, Cerbi, hasta Gavàs, es un paseo sencillo con mucho interés paisajístico», explica el educador ambiental sobre la excursión que conduce este año junto a Montse Ballbè.
Este itinerario es una oportunidad para descubrir un entorno rico en biodiversidad. «Tenemos una gran ventaja, estamos en una bioregión muy privilegiada porque estamos entre el único Parque Nacional de Catalunya, el de Aigüestortes y lago de Sant Maurici, y el parque natural más grande, el Alt Pirineu. Por tanto, tenemos más de 10.000 hectáreas protegidas dentro de nuestros valles», señala Rodríguez.
El guía destaca que se trata de un paisaje que va a cambiar a causa del calentamiento global. El ejemplo que ya es más visible es quizás en del Glaciar de la Maladeta, cuya cima blanca disminuye cada año. La sequía que vive el país también ha afectado a la zona. «En marzo hicimos una visita al lago de la Torrassa donde ubicamos una plataforma para hacer un concierto durante el festival y vimos que prácticamente no había agua, es algo que nos sorprendió y que hiere al corazón», asegura la directora del festival.
Se trata de una región que vive principalmente del turismo y que teme que el cambio climático reduzca la nieve en el valle. «Ahora tenemos un turismo muy marcado por el esquí y sabemos que en los años 50 y 60 esto se verá muy afectado, hay estudios del Observatorio Pirenaico de Cambio Climático que nos indican que la cota de nieve será más alta y el período será más corto. Por tanto, deberemos cambiar la estrategia y desestacionalizar el turismo», indica Rodríguez. El educador ambiental señala que «es necesario adaptarse al cambio climático y que las estrategias políticas y económicas no estropeen más la situación».
Además, Rodríguez considera que los recursos naturales son un refugio climático cuando se producen olas de calor. «Mucha gente va a salir a la montaña este fin de semana y habrá una masificación. Creo que debemos trabajar para proteger estos espacios naturales y estos territorios para evitar una hiperfrecuentación», reclama.
El espíritu del Festival Dansàneu recoge esta preocupación el entorno y busca un balance entre un mundo rural vivo y la conservación su biodiversidad. Iniciativas como esta invitan a conocer y apreciar el patrimonio cultural y natural del Pirineo porque solo se protege lo que se ama, como decía Jacques Cousteau.