Lo que la Xunta de Galicia aprendió (o no) del Prestige para combatir los pellets

El gobierno autonómico ha recibido muchas críticas por el retraso para hacer frente al vertido de microplásticos en las playas gallegas. "Tenemos básicamente todo para hacer las cosas bien y, por una cuestión preelectoral o de pura torpeza, no se actuó a tiempo", opina Raúl García, portavoz del programa marino de WWF.
Pellets en una playa gallega. Foto: Noia Limpa

Galicia sigue con la ardua tarea de retirar pellets de sus costas, un trabajo que también están haciendo ahora Cantabria y Asturias. Estos microplásticos no solo están inundando las costas del norte de España, también las noticias. No solo por el desastre ambiental que supone, sino por la cuestionable actuación de la Xunta, que tardó semanas en dar la voz de alarma a pesar de conocer el hundimiento del barco Toconao.

No es la primera vez que las aguas de Galicia se enfrentan a un vertido. En 2002, ocurrió el peor desastre ecológico marino al que el territorio se ha enfrentado hasta la fecha: el barco Prestige se hundió en la costa en su trascurso hacia la zona de Gibraltar. Dejó a su paso 66.000 toneladas de petróleo. 

Aquel vertido y el de ahora no son comparables por su magnitud y los riesgos, pero, ante el peligro de que volviese a suceder un desastre como el primero, en 2012 se ideó el Plan Camgal, las siglas para el Plan Territorial de Contingencias por Contaminación Marina Accidental de Galicia. Es el que ahora se está usando para afrontar la marea de pellets.

“Este protocolo es bueno. Contempla todos los aspectos en cuanto a competencias de la Xunta en vertidos de este tipo, incluida la regulación del voluntariado. Y, aun así, hubo pelea para subir al nivel 2 de emergencia para pedir la intervención del Gobierno central“, valora Raúl García, portavoz del programa marino de la organización WWF. Él, como gallego, estuvo presente en el vertido de chapapote del Prestige y lo ha vuelto a estar con este.

Más medios y menos útiles que en la crisis del Prestige

La confusa cronología de actuaciones no es el único aspecto reprochable del Gobierno de Galicia. Después de pasar a la fase 2 de emergencia, el 10 de enero la Xunta hizo una petición de medios al Gobierno central: 11 embarcaciones, un avión, dos helicópteros y un submarino. Todos centrados en buscar los pellets en el mar, competencia de la administración central, no de la comunidad autónoma.

“Buscar en el mar es complicado. Las bolas, que además se vuelven translucidas, no se ven a no ser que el agua esté plana. Ese no es el caso aquí, menos en estas fechas”, explica García. Es por eso que las búsquedas que se están efectuando no están siendo eficaces.

El buque, según se supo hace pocos días, perdió un total de 1.050 sacos, de 25 kilos cada uno. De esos, la Xunta dice haber recuperado hasta ahora el equivalente a 99 sacos de estos microplásticos en 63 playas distintas.

“La Xunta de Galicia tiene dos helicópteros y varios barcos. Pregúntenles si los están utilizando para buscar los pellets, porque no lo están haciendo“, apuntó Óscar Puente, ministro de Transportes y Movilidad Sostenible, después que el conselleiro del Mar, Alfonso Villares Bermúdez, enviase una carta a los ayuntamientos diciendo que los microplásticos no se podían extraer del mar.

“Sorprende que le ofrezcas a la Xunta de Galicia medios de tierra para atajar el problema donde se puede hacer, que es en la costa, y te diga que no, que ahí con los suyos le valen, y que, al mismo tiempo, nos pida medios marítimos cuando los tiene y no los está utilizando”, dijo contundente.

Por otro lado, Teresa Ribera, la ministra para la Transición Ecológica, acusó al Gobierno gallego de pedir “casi el triple” de medios que en el desastre del Prestige.

El Gobierno gallego también cuenta con los protocolos establecidos por la Organización Marítima Internacional (OMI) que, aunque no son vinculantes, ayudan a saber cómo actuar frente a estos casos. En su guía, lanzada en 2023, el organismo reconoce que es muy difícil identificar los pellets de plástico en el mar, sobre todo si están dispersos en bajas concentraciones.

La primera fase contempla establecer vigilancia por mar y en tierra: “Tratar de localizar el contenedor es muy importante para la seguridad marítima. Los contenedores, si están bien cerrados, no tienen por qué hundirse inmediatamente y, según su densidad, flotan. También hay que dar la alerta a los buques que estén en la zona para que no colisionen” y “tener previamente identificadas a lo largo de la costa las zonas más sensibles, donde interesa actuar antes”, resume García.

El buque que nadie quiere

Pasar la pelota no ha sido algo a lo que solo han jugado el Gobierno central y el autonómico. WWF contactó con la empresa polaca que aparecía en los sacos, Bedeko, para pedir las fichas técnicas de los pellets. Estos documentos deben “escribir con cierto grado de detalle la composición y la ficha de seguridad, que informa de cómo manejarlos, riesgos y cómo protegerse en caso de vertido”, explica el portavoz.

“La prisa en contactar con la empresa era sobre todo por las personas voluntarias, que estaban sacando pellets con las manos desnudas sin tener ni idea de la toxicidad”, continúa. “En Bedeko eran perfectamente conscientes de la situación, pero se limitaron a decir que no eran ni los propietarios ni los fabricantes de la carga y nos remitieron a Maersk, la naviera responsable de custodiar la documentación”, prosigue García.

La entidad Amigas da Terra entonces contactó con Maersk. La compañía contestó el mismo día, el 10 de enero, y envió los documentos, clarificando que el propietario del buque Toconao no es ella y que el dueño había contratado a dos empresas de limpieza profesionales que ya habían empezado a trabajar en las playas.

García ha visto actuar a este personal y reconoce que lo están haciendo con meticulosidad. “Hacerlo mal tiene un coste mayor que no hacer nada“, reflexiona. “En el caso del Prestige, si se usaban mangueras de alta presión para limpiar lo más vistoso del chapapote, eso suponía un retraso en la restauración de ese hábitat, ya que la mayoría de los organismos no se asientan directamente sobre las rocas, sino sobre otros organismos, y el agua a podía hacer desaparecer ese biofilm”.

En el caso de los pellets, se han visto “pocas maquinas pesadas porque de esa manera se entierran estos microplásticos. Es importante proteger la flora de las dunas, no dispersar estos microplásticos y dejar intacta toda la materia orgánica posible“.

Personas voluntarias limpiando las playas tras el derrame del Prestige en 2002. Crédito: Stéphane M. Grueso vía Wikimedia Commons

La falta de transparencia de la Xunta

Las ONG enviaron posteriormente las fichas a ecotoxicólogos para poder interpretar los datos. La dificultad aquí se encuentra en que algunas de las sustancias minoritarias no suelen mencionarse explícitamente, sino a través de códigos. Los nurdles que están llegando a las costas del norte de España son una mezcla de un 88-90% de polietileno y un 10-13% de un aditivo denominado UV622, un estabilizador ultravioleta muy frecuente en la industria para provocar la degradación del plástico por luz solar.

“En este caso, la zona de afección es muy grande por lo que no se esperan efectos agudos salvo a lo mejor los pellets que puedan quedar en charcas intermareales, en cuerpos de agua pequeños. En general, se habla de efectos crónicos o a largo plazo”, explica García.

Sin embargo, los informes de la Xunta no han sido tan detallados: el primero ocupó una página y se basó en la ficha técnica del fabricante. El segundo se encargó a un centro privado de investigación, el CETIM, que está llevando a cabo un muestreo para completar la información, aunque avisa sobre “no inhalar el polvo y evitar el contacto con piel y ojos”, según pudo saber El País.

“La polémica también reside en que no se haya recurrido a centros públicos a pesar de ser de referencia, algunos incluso de referencia mundial”. Uno de esos centros es el de la Universidade de A Coruña, que de forma independiente publicó esta semana un análisis sobre la toxicidad de los pellets y ha encontrado otras 14 sustancias.

En paralelo, la vicepresidenta segunda de la Xunta y conselleira de Medio Ambiente, Territorio y Vivienda, Ánxeles Vázquez, anunció este martes que el Gobierno gallego reunirá antes de que acabe esta semana un comité de expertos “específico” sobre plásticos integrado por personal de las tres universidades gallegas, organismos autonómicos, otros dependientes del Gobierno y también de organizaciones ecologistas. La función de este consejo será evaluar las actuaciones a corto, medio y largo plazo para prevenir el impacto de los plásticos en el mar y en las costas.

“Hay cientos de millones de toneladas de plásticos en el mar, y esta es una parte más, pero aquí el riesgo es y ha sido la falta de transparencia y diligencia por parte de la Xunta a la hora de organizar algo que tampoco debería ser tan complicado”, opina García.

Implicación de la sociedad gallega

“Tenemos buenos protocolos, un magnífico equipo técnico en Salvamento Marítimo, centros de referencia en ecotoxicidad, una sociedad que se autoorganiza rápido… Tenemos básicamente todo para hacer las cosas bien y, por una cuestión preelectoral o de pura torpeza, no se actuó a tiempo”, concluye.

Pero, más allá de la falta de inacción por parte de la administración ante esta catástrofe, “el vertido está sirviendo para visibilizar un problema mucho más grande y reconocer, o por lo menos conocer, la labor de organizaciones que llevan muchos años sobre el terreno denunciando la contaminación por plástico”.

Asimismo, García destaca el papel de las personas voluntarias que, pese a la dificultad (y frustración) de este derrame, se han autoorganizado rápidamente y siguen los protocolos para no empeorar la situación. “Se ha visto que somos una sociedad madura que puede entender la magnitud de los problemas y actuar en consecuencia”.

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