Fuegos sin temporada: «Va a haber muy pocos meses en los que no sea viable tener un gran incendio forestal»

El primer fuego de gran intensidad del año se produce fuera del período estival. Las altas temperaturas y la falta de lluvias facilitan la propagación del incendio de Villanueva de Viver, en Castellón.
Los bomberos de la Diputación de Castellón sofocando las llamas del incendio forestal iniciado en Villanueva de Viver Foto: Consorcio de Bomberas y Bomberos de Castellón.

El incendio forestal que se inició el pasado jueves en Villanueva de Viver, en la comarca del Alto Mijares de Castellón, supone el primer fuego de alta intensidad del año y ha tenido lugar «fuera de lo que se considera la temporada de incendios, que suele ser entre los meses de mayo o junio y octubre», confirma Marcelino Nuñez, meteorólogo de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET). Nuñez asegura que este incendio les ha sorprendido a estas alturas del año.

Una mala práctica en una quema agrícola es la principal hipótesis del origen del incendio forestal en Villanueva de Viver, según ha informado José María Ángel, secretario autonómico de Seguridad y Emergencias de la Generalitat Valenciana. Las condiciones meteorológicas y el estado de la masa forestal han favorecido la propagación de las llamas. Tal como señalan los expertos en cambio climático del IPCC, los factores de riesgo para los incendios forestales como las sequías o las olas de calor serán cada vez más frecuentes a causa del cambio climático provocado por las emisiones de gases de efecto invernadero.

Se desvanece la temporada de incendios

Ferran Dalmau, ingeniero forestal y director de la consultora Medi XXI, sostiene que la desestacionalización del riesgo de incendios es un hecho en la actualidad. «Ya no hay temporada de incendios, podemos sufrir incendios a lo largo de todo el año o, al menos, desde la primavera hasta otoño. Va a haber muy pocos meses en los que no sea viable tener un gran incendio forestal», afirma. «Venimos de un mes de diciembre que ha sido brutal en cuanto a sequía y temperaturas, entonces vamos a ver una nueva realidad y una alteración en nuestros paisajes. El cambio climático va a traer un cambio de vegetación y un cambio en los paisajes que conocemos», asevera Dalmau.

El 2022 fue el peor año de este siglo para España en cuanto a hectáreas calcinadas por los incendios forestales. El meteorólogo Marcelino Nuñez apunta que es muy difícil hacer una predicción y este verano puede que no sea tan virulento como el anterior, que fue extremadamente complicado, pero deja claro que «desde el IPCC nos dicen que las olas de calor serán cada vez más intensas y esto supone mayor riesgo para los incendios».

Un mes de marzo cálido

La zona del Alto Mijares ha registrado durante el fin de semana «temperaturas de casi 30 °C, que suponen unas temperaturas de unos 10 °C por encima de la media para el mes de marzo», indica Marcelino Nuñez. «En la Comunitat Valenciana, con la previsión de temperaturas de los últimos días del mes, el mes de marzo de 2023 va a ser muy cálido, +2.4 ºC superior a lo normal. Desde 1950, sólo marzo de 2001 fue más cálido que el actual», añade José Ángel Núñez Mora, jefe de climatología de AEMET en la comunidad.

Está previsto un pico de calor en la zona del incendio en los últimos días del mes. «Estos picos cálidos están provocados por vientos de poniente, que al este de la Península, además de recalentados, llegan muy secos, lo que acelera los procesos de pérdida de humedad de la vegetación por evapotranspiración y también son condiciones favorables para la rápida propagación de incendios», detalla Núñez Mora.

También ha habido una humedad baja, inferior al 20%, y rachas de viento que han dificultado los trabajos de extinción. «Tenemos un déficit en la humedad del suelo por la falta de precipitaciones, esto hace que se seque mucho todo y que la humedad de la madera seca sea baja, lo que facilita el incendio», explica Marcelino Nuñez. «Las heladas con ausencia de precipitación contribuyeron a secar más aún la vegetación» en la zona de Aragón, agrega Rafael Requena, delegado territorial de AEMET. Respecto a la explicación de la anomalía térmica actual, Requena expone que «la oscilación más acentuada de lo normal de la circulación general de la atmósfera, lo cual contribuye al carácter más extremo de dorsales y vaguadas, está siendo también una característica del cambio climático en curso».

Mitad de precipitaciones en el último medio año

Desde la AEMET informan que este año está resultando crítico por la falta de precipitaciones. El año hidrológico está siendo muy seco y el 96% del territorio del País Valencià presenta déficit pluviométrico, según los datos de AEMET. En los últimos seis meses, desde el 1 de octubre de 2022, se han registrado la mitad de lluvias en las zonas en rojo del mapa facilitado por la agencia.

«Una de las zonas con más déficit pluviométrico es la del incendio de Villanueva de Viver, donde la lluvia acumulada en los últimos seis meses llega incluso a ser inferior a la mitad de lo normal. El acumulado en el municipio en los últimos seis meses es 133 l/m2, frente a los 257 que sería normal (déficit del 48%)», expone José Ángel Núñez Mora. En Montanejos, también en la zona del incendio, el acumulado en los últimos 6 meses es de 130 l/m2, lo que supone un déficit del 52%.

«La combinación de altas temperaturas, humedad baja y viento de poniente de las últimas semanas, con la escasez de lluvia de los últimos meses, ha dado lugar a que la capa superficial del suelo esté muy seca en el 100% del territorio», añade el jefe de climatología. Marcelino Nuñez añade que observan «períodos muy estables hasta final de semana». Es decir, se podrían mantener las temperaturas actuales y no hay previsión de lluvia.

Debilitamiento de la masa forestal

«Los bosques de esa comarca nacieron en unas condiciones ambientales que ya no existen. En la medida que el cambio climático está limitando las lluvias en muchas regiones, esto lleva asociado un debilitamiento de las masas forestales y que esas masas forestales puedan enfermar», explica el ingeniero forestal Ferran Dalmau.

El experto analiza las causas de este incendio y apunta que, además del estrés hídrico que sufre la vegetación, también hay otros factores como los daños por tormentas –por ejemplo, la gran tormenta de nieve que hubo en el 2017 en la zona, que «dañó muchísimo arbolado que quedó muerto y en pie»– plagas o falta de gestión forestal. «Todos esos factores debilitan la masa forestal y son ingredientes perfectos para que los fuegos sean de alta intensidad en otras estaciones diferentes al verano.

Prevención y revitalización del monte

Respecto a la prevención de incendios, Dalmau destaca que la Generalitat Valenciana puso en marcha hace cuatro o cinco años «un plan ambicioso que consiste en que todos los municipios valencianos tengan un plan de incendios de prevención de incendios local». Según los datos oficiales, a finales del año pasado, 512 de los 542 municipios tenían un plan de prevención de incendios aprobado.

Estos planes de prevención son los que guían a las autoridades para saber dónde se debe ejercer una mayor prevención, ya que resulta muy complicado actuar en todo el territorio. «La Generalitat Valenciana y las diputaciones de Castellón y Valencia han puesto dinero encima de la mesa para que los ayuntamientos puedan ejecutar esos planes. Eso se había iniciado en la zona, el problema es que no se puede revertir una dejadez urbano-forestal de 40-50 años en una legislatura ni en dos», considera Dalmau. El especialista destaca que son necesarios fondos estructurales para combatir la problemática de los incendios forestales.

Dalmau también alude a otra dificultad a la hora de gestionarlos recursos forestales: «Casi el 60% del territorio forestal valenciano es privado. Y que nadie se imagine grandes terratenientes, son pequeños propietarios que muchas veces no tienen recursos para gestionar su monte». De ahí la necesidad de contar con líneas de apoyo para volver a tener «montes que sean rentables». Dalmau puntualiza que eso no significa que la parte económica sea la más importante, sino que sin ella no hay sostenibilidad. «No podemos estar haciendo cortafuegos a fondo perdido; es inviable».

En un contexto de abandono de los cultivos tradicionales de la zona, el director de la consultora Medi XII GSA opina que son necesarias acciones en el ámbito rural que tengan un retorno para sociedad. «Ese retorno se puede producir en cotos micológicos, de setas, como se ha hecho y ha funcionado muy bien en Teruel», explica Dalmau. También alude al pago por servicios ambientales para los propietarios que mantengan campos de almendros, de olivos o algarrobos en medio del monte. «Conservar los cultivos va a constituir cortafuegos naturales», asegura, así como las subvenciones a la ganadería extensiva que mantengan ciertas zonas. «Los ganaderos extensivos están en peligro de extinción y hay que cuidarlos igual que hemos cuidado al lince», resalta Dalmau.

Lo fondos públicos previstos para la prevención de incendios forestales en Castellón y Valencia se van a destinar en mayor medida a las zonas rurales con una mayor masa forestal y menos población. Es el caso de Sueras (Castellón), donde se está trabajando en que los servicios de extinción puedan alcanzar a las zonas de más difícil acceso. El objetivo es evitar situaciones como la que se sufre actualmente en el incendio en Villanueva de Viver, donde la falta de acceso está dificultando que se pueda apagar el fuego. «Se tienen que empezar a derivar recursos de lo urbano hacia lo forestal y lo rural», concluye Ferran Dalmau.

En el momento de la publicación de este reportaje, el incendio de Villanueva de Viver ya ha quemado 4.000 hectáreas en un perímetro de 40 kilómetros y sigue en situación crítica. El fuego afecta a las provincias de Castellón y Teruel y se han tenido que evacuar a más de 1.500 personas a municipios cercanos.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se refirió este domingo al incendio como «una advertencia muy seria del cambio climático» durante una rueda de prensa. «Nuestra mejor inversión es reforzar la acción climática, reduciendo las causas que originan el cambio climático y fortaleciendo nuestra preparación a sus impactos», ha asegurado en redes sociales la vicepresidenta y ministra de Transición Ecológica Teresa Ribera.

Está por ver en qué se traduce la acción climática en lo que queda de esta década, clave para frenar las emisiones y combatir el cambio climático, y las acciones puestas en marcha para evitar que ardan los montes.

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COMENTARIOS

  1. Nuestra mejor inversión sería prevenir en lugar de curar.
    Empezando por poner más agentes forestales y medioambientales en lugar de ir reduciendo las plantillas (tal cual hacen con los médicos), y además, contratar personal para que limpie bosques, montes, ríos, haga cortafuegos, ect.
    Pero me temo que a quienes seguirán dotando de más recursos va a ser al ministerio de la guerra (le llaman de defensa), en lugar de a la cooperación internacional, al medio-ambiente, a la cultura, a la sanidad, a cualquier causa justa…
    El estrés hídrico, por lo que yo conozco y veo, viene la mayoría de las veces de la codicia de los agricultores que se han embalsado impunemente el caudal ya bastante reducido por la sequía crónica de riachuelos y arroyos, para regar almendros, vides, olivos y otros cultivos de secano y que no precisan necesariamente de agua de riego.

  2. LAS GOLONDRINAS.
    En 20 años, hemos perdido alrededor de 15 millones de golondrinas. ¿Por qué? Porque agotamos todos sus recursos.
    Miden 20 centímetros y pesan 20 gramos, pero en sus viajes recorren más de 5000 km.
    Vuelven desde el sur de África y muchas de las zonas que atraviesan sufren incendios y quemas de vegetación.
    Cruzan el Sáhara y el mar Mediterráneo sin apenas descansar, y al llegar al Estrecho se chocan de frente con los fuertes vientos que cada vez soplan con más fuerza por el cambio climático.
    Vuelven a España para reproducirse y aquí todo se pone más difícil.
    Muchas de ellas se encuentran con que sus nidos han sido destruidos. Tienen que volver a empezar de cero, pero la sequía y el maltrato al que sometemos a los humedales y acuíferos, les ponen difícil encontrar el barro que necesitan para construirlo.
    Sin fango cerca, les lleva más trabajo de lo normal elaborar sus nidos, por lo que les puede costar sacar adelante sus crías.
    Además, el abuso de plaguicidas en el campo las está dejando sin insectos, su alimento principal.
    (Seo BirdLife)

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