Los megaincendios de Australia agrandaron el agujero de la capa de ozono dos millones de km²

El humo de los fuegos de 2020 provocó reacciones químicas en la estratosfera y redujo el ozono entre un 3 y un 5% en varios puntos del planeta, según un estudio publicado en 'Nature'.
Foto: Jo-Anne McArthur / Unsplash.

Hace tres años, en el verano de transición al año 2020, Australia sufrió algunos de los peores incendios forestales de su historia. En total, 5,7 millones de hectáreas de bosques se quemaron al este de la isla y alrededor de 3.000 millones de animales muerieron u fueron obligados a desplazarse. Esos meses, que se bautizaron como el ‘verano negro’, también tuvieron consecuencias nefastas para otras partes del planeta.

Según un nuevo estudio del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT), publicado en la revista Nature recientemente, los incendios no solo arrasaron con el suelo, sino también con lo que envuelve y protege a la Tierra de los rayos ultravioleta: la capa de ozono. Esto se debe a que el humo de un incendio forestal puede llegar a la estratosfera, la parte de la atmósfera que contiene la capa de ozono. Allí, las partículas de la emanación se mantienen durante más de un año y, mientras quedan suspendidas, pueden desencadenar reacciones químicas que erosionan la capa. Australia, en ese momento, produjo la mayor columna de humo jamás registrada.

Los autores del estudio apuestan porque las reacciones químicas que dilataron el agujero estaban formadas por monóxido de cloro, la molécula más destructiva para la capa de ozono, como resultado de la combinación de cloro emitido por las fábricas y de aerosoles. Concretamente, las partículas procedentes de los incendios australianos dilataron el agujero de ozono antártico en 2,5 millones de kilómetros cuadrados. Es decir, un 10% más de superficie que el año anterior.

La respuesta química del ‘verano negro’, aseguran, redujo entre un 3 y un 5% el ozono total en las latitudes medias del hemisferio sur, en Australia, Nueva Zelanda y zonas de África y Sudamérica. Algo que los investigadores no esperaban, ya que esta reacción es frecuente en las regiones polares debido a las bajas temperaturas, pero no en zonas de latitudes medias, donde las temperaturas son mucho más cálidas.

Fotos contra el colapso
Imagen de los incendios que arrasaron Australia en el llamado ‘verano negro’ (2019-2020). JOHN CRUX / GETTY IMAGES / LUNWERG

Australia y la capa de ozono se recuperan… ¿a tiempo?

A pesar de que no todo el humo de los incendios forestales llega a la estratosfera, tal como afirma David Peterson, meteorólogo del Laboratorio de Investigación Naval de Monterey (California), estudiar casos extremos como el de Australia y «entender por qué algunas nubes altas de tormenta inyectan humo hasta la estratosfera será crucial para determinar el impacto de los incendios en la recuperación del ozono».

En septiembre de 2022, Nature ya avisaba de que el humo había aumentado la temperatura de la estratosfera en 3 °C en ciertos lugares y probablemente había hecho el agujero en la capa de ozono más grande y duradero en comparación con años anteriores.

En la misma línea, otro estudio del Proyecto de Recuperación de Incendios Forestales (Bushfire Recovery Project), de la Universidad de Griffith y la Universidad Nacional de Australia, anteriormente aseguró que la tala de árboles autóctonos aumenta la inflamabilidad y eleva la gravedad de incendios a partir de aproximadamente diez años después de la extracción de los árboles. Los efectos de estas acciones comerciales pueden durar más de tres décadas.

A principios de este año, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) celebraba que la capa de ozono se encuentra en proceso de recuperación. Este hito climático lo atribuyen a la aplicación del protocolo de Montreal firmado en 1987, con el que se prohibieron las sustancias dañinas para la capa de ozono y se sustituyeron por otras inocuas. «De mantenerse las políticas actuales», asegura la organización, «se espera que la capa de ozono recupere los valores de 1980 (antes de la aparición del agujero) aproximadamente hacia 2066 en la Antártida, en 2045 en el Ártico y alrededor de 2040 en el resto del mundo».

La restauración de los bosques australianos requerirá tiempo. Los territorios subalpinos de la región de East Gippsland, en Victoria, tenían fresnos alpinos demasiado jóvenes como para producir nuevas semillas cuando fueron alcanzados por las llamas. «La recuperación va a ser lenta y es posible que las repercusiones a largo plazo no se conozcan hasta dentro de mucho tiempo», alerta David Lindenmayer, de la Universidad Nacional de Australia y miembro del Proyecto de Recuperación de Incendios Forestales.

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COMENTARIOS

  1. Los indígenas, los mejores protectores de los bosques, contra incendios, contra extractores de minerales, madereros, terratenientes, ganaderos, especuladores…

    Tras pasar una temporada en las áridas regiones del norte de Kenia con los indígenas samburus, boranas y rendilles, y su preciado ganado, impresiona la increíble resistencia que muestran estos pueblos para seguir desarrollando su modo de vida en un entorno tan “hostil”. La aceleración del cambio climático, impulsada desde el Norte Global y sus empresas, ha acentuado la sequía en sus tierras los últimos años. Sin embargo, gracias a sus pautas de pastoreo estacional de larga distancia por las que siguen a la lluvia hasta donde sea necesario, estos pueblos pastores han sido capaces de seguir prosperando y alimentando a sus familias.
    Pero no podrán seguir haciéndolo mucho más tiempo…
    Una organización llamada Northern Rangelands Trust (NRT) ha impulsado la creación de enormes “zonas de conservación” (“conservancies”) de los animales silvestres en la región, que, vigiladas por guardaparques armados, han separado a los pastores de sus tierras de pastoreo y han contribuido a una oleada de violencia. Ahora, NRT desarrolla un proyecto de compensación de emisiones de carbono que permite a empresas contaminantes fingir que hacen algo para “solucionar” la crisis climática, mientras que los pueblos pastores, que no han hecho nada para causar la crisis, pagan el precio.
    El proyecto presuntamente almacenaría carbono adicional en el suelo sustituyendo los modelos de pastoreo sostenibles y autosuficientes por un modelo impuesto y controlado centralmente, más parecido a la ganadería comercial. Los créditos de carbono generados se venden a empresas como Netflix y Meta (Facebook e Instagram), cuyas emisiones son reales, para que puedan afirmar que las compensan y son “neutras en carbono”.
    NRT obtiene beneficios millonarios de esta forma. Pero en realidad todo el mundo sale perdiendo.
    Cuando se analizan, las afirmaciones de que este proyecto almacena más carbono caen por su propio peso. Lo que sucede es todo lo contrario: al permitir a empresas maquillar de verde lo que contaminan, el plan podría en realidad acelerar el cambio climático en vez de prevenirlo, y amenazar al mismo tiempo los modos de vida sostenibles y la supervivencia de los indígenas.
    Este es sólo un ejemplo de los muchos proyectos de compensación de emisiones de carbono que se ponen en marcha en tierras indígenas, sin su consentimiento, y que podrían financiar más violaciones de sus derechos humanos sin que sirvan en absoluto para mitigar el cambio climático. Este proyecto no solo contribuye a un peligroso greenwashing, si no que es un proyecto de Carbono de Sangre que destruye las vidas de pueblos indígenas y debemos detenerlo.
    https://actua.survival.es/page/124064/action/1?ea.tracking.id=AdvocacyEmail&utm_medium=email&utm_source=engagingnetworks&utm_campaign=utm_c

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