La emergencia climática avanza imparable y el dinero para la adaptación sigue sin llegar

El déficit para medidas de adaptación es entre 10 y 18 veces mayor que los flujos de financiación pública internacional, según el último informe anual del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
Inundaciones en Bangladesh en 2019. Foto: ONU Mujeres Asia y el Pacífico / Flickr

“Los avances en materia de adaptación al cambio climático se están ralentizando en todos los frentes, cuando deberían acelerarse para poder hacer frente a los crecientes impactos y riesgos del cambio climático”. Esa es la principal conclusión del nuevo informe anual del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) sobre la brecha en la financiación para la adaptación al cambio climático. Claro y conciso.

Un año más, el problema es el mismo: los esfuerzos para hacer frente a los riesgos climáticos no son suficientes. De eso mismo alertaba el organismo hace un año, cuando concluyó que los flujos de financiación internacional para la adaptación de los países del sur global eran entre cinco y diez veces inferiores a lo necesario. Esta vez, el PNUMA trae nuevas cifras, peores: el déficit es entre 10 y 18 veces mayor, de un valor de entre 194.000 y 366.000 millones de dólares anuales.

“En 2023, el cambio climático volvió a ser más perturbador y mortífero: los récords de temperatura se derrumbaron, mientras que las tormentas, las inundaciones, las olas de calor y los incendios forestales causaron devastación. La intensificación de estos impactos nos indica que el mundo debe reducir urgentemente las emisiones de gases de efecto invernadero y aumentar los esfuerzos de adaptación para proteger a las poblaciones vulnerables. Ninguna de las dos cosas está ocurriendo”, declara Inger Andersen, directora ejecutiva del PNUMA.

El informe concluye que los costes de la adaptación en los países más empobrecidos se estiman en 215.000 millones de dólares anuales en esta década, y se prevé que aumenten significativamente para 2050. Sin embargo, los flujos de financiación pública multilateral y bilateral para la adaptación de estas naciones, las más golpeadas por la crisis climática, se redujeron en un 15% hasta los 21.000 millones de dólares en 2021.

“Este descenso se produce a pesar de las promesas realizadas en la COP26 de Glasgow de aportar alrededor de 40.000 millones de dólares al año en apoyo financiero a la adaptación para 2025 y sienta un precedente preocupante”, recuerda el PNUMA.

“La brecha en la financiación de la adaptación es la más alta de la historia”, sostiene António Guterres, secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). “Los magnates de los combustibles fósiles y sus cómplices han contribuido a crear este desastre; deben apoyar a quienes sufren sus consecuencias”. Por ello, el alto cargo pide, entre otras cosas, que los gobiernos “graven los beneficios inesperados de la industria de los combustibles fósiles y destinen parte de esos fondos a los países que sufren pérdidas y daños por la crisis climática”.

Aumentar la financiación y decir adiós a los combustibles fósiles

El informe señala un estudio que indica que solo las 55 economías más vulnerables al clima han sufrido pérdidas y daños por valor de más de 500.000 millones de dólares en las dos últimas décadas. En su mensaje, Guterres defiende que “el mundo debe tomar medidas para cerrar la brecha de la adaptación y lograr la justicia climática”. Y eso se consigue, en primer lugar, “aumentando masivamente la financiación”.

“Los países desarrollados deben presentar una hoja de ruta clara para duplicar la financiación de la adaptación tal y como prometieron ―dando prioridad a las subvenciones sobre los préstamos― como primer paso para dedicar la mitad de toda la financiación climática a la adaptación. Los bancos multilaterales de desarrollo también deben destinar al menos el cincuenta por ciento de la financiación climática a la adaptación, y cambiar sus modelos de negocio para movilizar mucha más financiación privada para proteger a las comunidades de los extremos climáticos”, explica.

“Ni el objetivo de duplicar los flujos financieros internacionales de 2019 hacia los países en desarrollo para 2025 ni un posible Nuevo Objetivo Colectivo Cuantificado para 2030 cerrarán de forma significativa el déficit de financiación por sí solos. Por lo tanto, es esencial encontrar nuevas formas de financiar las medidas de adaptación“, añade también Andersen.

El informe identifica siete vías para aumentar la financiación, entre ellas la aplicación del artículo 2.1 (c) del Acuerdo de París sobre la reorientación de los flujos financieros hacia vías de desarrollo con bajas emisiones de carbono y resilientes al clima. La oportunidad de discutirlas todas cada vez está más cerca.

“Incluso si la comunidad internacional dejara de emitir hoy todos los gases de efecto invernadero, los trastornos climáticos tardarían décadas en disiparse”, dice Andersen. “Por ello, insto a los responsables políticos a que tengan en cuenta el Informe sobre la Brecha de Adaptación, aumenten la financiación y conviertan la COP28 en el momento en que el mundo se comprometa plenamente a aislar a los países de renta baja y a los grupos desfavorecidos de los impactos climáticos perjudiciales”.

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