Japón vierte el agua contaminada de la central nuclear Fukushima al océano Pacífico

El Gobierno nipón ha iniciado el vertido del agua contaminada que se ha estado acumulando durante todos estos años en la central. La decisión, avalada por el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), ha desatado protestas dentro y fuera del país.
Dos expertos del OIEA examinan los trabajos de recuperación en la parte superior de la Unidad 4 de la central nuclear de Fukushima Daiichi como parte de su desmantelamiento. Foto: OIEA / Flickr

El 11 de marzo de 2011 ocurrió el segundo peor desastre nuclear de la historia: el accidente nuclear en la central de Fukushima Daiichi en Ōkuma, Japón. La explosión se produjo por un terremoto de gran magnitud que provocó, a su vez, un tsunami que inundó las instalaciones. Doce años después, el agua vuelve a poner a Fukushima en boca de todos.

Tokyo Electric Power (TEPCO), operadora de la planta, inyectó agua marina en los reactores para enfriar el combustible atómico y así evitar una catástrofe mayor. Durante todo este tiempo, el agua de la lluvia y de acuíferos subterráneos han calado en ellos y también han resultado contaminadas.

La administración de la central extrae esta agua y la trata para retirar la mayor parte de la radiación y después almacenarla en bidones. Actualmente hay unas 1,34 millones de toneladas de agua contaminada y procesada en más de un millar de tanques, según cifra EFE Verde. Una cantidad que continúa aumentando cada día. 

En la central, los tanques se aglomeran y pronto, en 2024, el espacio para nuevos tanques se agotará. Después de estudiar otras opciones, el Gobierno decidió en 2021 deshacerse de toda esta agua virtiéndola al mar como paso previo para el desmantelamiento de Fukushima. Las otras medidas, aseguran tanto TEPCO como el Ejecutivo, podrían tener consecuencias peores para el medio ambiente y la población. Por este motivo, el vertido progresivo ha empezado este jueves 24 de agosto pese a la oposición de otros países y de parte de la población.

Imagen de los bidones de agua que se acumulan en la central de Fukushima. Crédito: Wikimedia Commons

Para llegar al vertido, primero se ha llevado a cabo un proceso de depurado de las aguas a través de un circuito llamado ALPS (Sistema Avanzado de Procesamiento de Líquidos), en el que se retiran 62 tipos de materiales radiactivos excepto el carbono-14 y el tritio. Posteriormente, el agua se diluye en agua marina para rebajar la cantidad de este último elemento. El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) ha asegurado que los niveles presentes en el agua están muy por debajo de los máximos recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

El proceso del vertido estará supervisado por las autoridades niponas y por el OIEA para garantizar que se ajusta a los estándares de seguridad. A través de una página web, se ofrecerán datos en directo sobre la cantidad de agua vertida, el control de la radiación y la concentración de tritio.

Asimismo, TEPCO explica que tomará muestras de agua marina, algas, peces y sedimentos marinos en diferentes puntos alrededor de la central de Fukushima y se analizarán por su parte, la OIEA, el regulador nuclear nipón y laboratorios independientes de otros países. En caso de que se detecten niveles de elementos radiactivos por encima de los límites establecidos por las autoridades niponas, entonces se procederá al cierre de los conductos que desembocan en el océano.

Rechazo al vertido

La decisión del Gobierno nipón ha desatado la polémica fuera y dentro del país. Greenpeace se ha pronunciado al respecto y ha afirmado que tanto el Ejecutivo como TEPCO “afirman falsamente que no hay alternativa”. El vertido es, según la organización, una medida que hace “caso omiso de las pruebas científicas, viola los derechos humanos de las comunidades de Japón y de la región del Pacífico e incumple el derecho marítimo internacional. Y lo que es más importante, ignora las preocupaciones de la población, incluidos los pescadores”.

La federación nacional de cooperativas pesqueras coincide. El sector pesquero cree que la decisión afectará negativamente a la salud y el trabajo de los pescadores de Fukushima y de otros países relativamente cercanos, como Filipinas. Los ministros de Exteriores y el Foro de las Islas del Pacífico (FIP), por otro lado, abordarán el asunto en sendas reuniones en septiembre y noviembre, respectivamente.

La primera descarga durará 17 días, tiempo en el que se vertirán unas 7.800 toneladas de agua. Pero la generación de más agua contaminada es algo que no se va a poder evitar. Es por eso que se estima que la operación durará unos 30 años.

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