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David contra Goliath. Seis jóvenes portugueses, de 11 a 24 años, contra 32 países de la todopoderosa Europa. Seis abogados frente a más de 80. Este miércoles, 27 de septiembre, ha tenido lugar en la sede de Estrasburgo del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) la primera y única audiencia del juicio climático que puede marcar un antes y un después en cómo los países actúan contra la crisis climática.
Lo que piden las cuatro chicas y los dos chicos demandantes es, básicamente, cumplir el Acuerdo de París, pacto al que se comprometieron en 2015 la práctica totalidad de países del mundo Es decir, hacer todo lo posible para limitar el aumento de temperatura media global muy por debajo de 2 ºC, haciendo todo lo posible por que no supere los 1,5 ºC. En vista de los muchos estudios y análisis publicados en los últimos años, la práctica está muy lejos de la teoría prometida.
Los seis jóvenes demandantes son, además, familia. Hermanos y primos. Una familia unida contra 32 países (técnicamente son 33 pero se ha decidido dejar fuera Ucrania por la guerra) y el mayor desafío al que se enfrenta la humanidad en este siglo. Son Sofia Oliveira, de 18 años; André Oliveira, de 15; Martim Duarte Agostinho, de 20; Mariana Duarte Agostinho, de 11; Cláudia Duarte Agostinho, de 24; y Catarina dos Santos Mota, de 23.
Los dos primeros viven en Lisboa. Los otros cuatro en la región central de Leiria, donde dos incendios forestales mataron a más de 100 personas en 2017. En septiembre de 2020, los seis presentaron su demanda ante el tribunal europeo conmocionados por lo ocurrido y con la firme convicción del cambio climático en este tipo de eventos extremos. En noviembre, el TEDH aceptó el caso y lo tramitó por vía de urgencia.
Tras un largo proceso previo y años de espera, a las 9:15 horas de este miércoles se inició el proceso judicial que puede cambiar la historia de la política climática. La de hoy será la única audiencia que habrá ya que el resto del juicio se desarrollará mediante alegaciones por escrito. “Esperamos que el veredicto se produzca hacia final de la primavera, principios del verano del año que viene”, señala Sébastien Duyck, abogado senior en el Centro de Derecho Ambiental Internacional (CIEL, por sus siglas en inglés), organización que se está encargando de proporcionar opiniones por escrito al Tribunal en relación con este caso.
El especialista considera este juicio como “uno de los litigios climáticos más importantes hasta la fecha” debido a que el TEDH “es uno de los tribunales internacionales más respetados”, y a que “los precedentes que sienta tienen un gran impacto en la interpretación de las leyes de todo el continente, pero también más allá gracias a la influencia y la autoridad que tiene el Tribunal Europeo”.
Un fallo a favor de los seis jóvenes –cuenta Duyck– podría obligar a los países europeos demandados a aumentar su nivel de ambición climática de acuerdo con sus obligaciones legales existentes y con la ciencia. Además, podría provocar un efecto positivo desde dos perspectivas. Por un lado, porque serviría de ejemplo a seguir: “Cuantos más Estados tengamos que hagan lo correcto, más se inspirarán los demás”, prevé el abogado. Por otro lado, una sentencia favorable sentaría un precedente que podría usar cualquier persona u organización en futuras demandas.
No obstante, ante tal variedad de países, legislaciones y contextos, cabe la posibilidad de que la sentencia no sea la misma para todos. Es decir, que unos sean condenados y otros no. Aun así, Sébastien Duyck no cree que esto sea lo más relevante, sino el hecho de que “el tribunal va a tener la oportunidad de aclarar cuáles son las obligaciones jurídicas de cada Estado en virtud del Convenio Europeo de Derechos Humanos en el contexto de la acción por el clima”.
Tras finalizar la audiencia, Cláudia Duarte Agostinho, la más mayor de las denunciantes, se mostró decepcionada con la defensa de los Estados: «Es muy triste lo que acabamos de oír. Los gobiernos acaban de decir que lo que está ocurriendo a nuestro alrededor no es importante. Intentan minimizar los efectos del cambio climático en nuestros derechos humanos».
Mismo sentir el de André Oliveira, el segundo más pequeño del grupo: “Estoy consternado por el intento de los países de ignorar las pruebas y trivializar los daños a los que ya nos enfrentamos”. Se queja que “debido al calor extremo”, se ve “limitado a la hora de hacer ejercicio y de pasar tiempo al aire libre”. Insiste en que las “débiles políticas climáticas de los gobiernos” le obligan a quedarse “en casa» y le cuesta dormir. Pero no se da por vencido: “Mantengo la esperanza de que el tribunal comprenda la urgencia de esta situación y falle a favor de nuestro caso«.
Para hacer frente a los 87 abogados de la parte demandada, los jóvenes cuentan con unos pocos profesionales gracias al apoyo –entre otras organizaciones– del Global Legal Action Network. Su director, el abogado Gearóid Ó Cuinn, señaló durante uno de los recesos que la estrategia de los Estados es una constante oposición “a las reclamaciones de los jóvenes y haciéndolo de una manera que se centra totalmente en los tecnicismos, tratando de conseguir que el caso sea rechazado en el punto de admisibilidad”.
Aun así, está esperanzado, y considera positivo cómo se está tomando la gran sala (formada por 17 jueces) el caso. Además, no es el único juicio climático que les ha llegado. Actualmente, el TEDH tramita nueve litigios climáticos. Seis están pendientes y tres (uno de ellos el de los seis jóvenes, otro de personas mayores en Suiza contra su Gobierno, y otro de un exalcalde de un pueblo francés contra su Gobierno) los lleva la misma sala. En este sentido, explica el abogado ambientalista Sébastien Duyck que “el tribunal está tratando de ver los tres en la misma línea de tiempo para poder tener un enfoque coherente a la hora de responder a los tres casos”. Esto, dice, “no quiere decir que la respuesta vaya a ser la misma, pero la teoría jurídica detrás de ella sí”.
Para saber si finalmente David vence a Goliat en esta histórica batalla habrá que esperar unos cuantos meses, tiempo que aprovechará la crisis climática para avanzar imparable.