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Que las consecuencias del calentamiento global no son iguales para todo el mundo no es nada nuevo. Las mujeres las sufren en mayor medida que los hombres, de la misma forma que también influye la zona geográfica o el nivel de empobrecimiento. Un estudio publicado este lunes, Día Internacional por la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, así lo confirma. Esta nueva investigación, dirigida por la Universidad de East Anglia (Reino Unido) y publicada en la revista Nature Climate Change, señala que la migración masculina, las malas condiciones de trabajo, el fracaso institucional o la pobreza obstaculizan la capacidad de las mujeres para adaptarse al cambio climático en Asia y África. En estas zonas, donde los medios de vida están supeditados a la agricultura, el pastoreo o la pesca, experimentan riesgos como las sequías, las inundaciones, olas de calor, erosión costera o deslizamientos de tierra.
El estrés ambiental resulta más dañino para las mujeres que viven en estas áreas y afecta negativamente a la agencia de las mujeres. Esto es, a su capacidad para tomar decisiones significativas y estratégicas aún cuando, según el estudio, las condiciones familiares y sociales son favorables y existen regulaciones legales.
Como consecuencias de este escollo, el estudio señala mayores responsabilidades y cargas domésticas para las mujeres, especialmente para aquellas más jóvenes, con dificultades en el acceso a la educación y de clase baja. En estos puntos críticos estudiados, en África y Asia, las mujeres ven mermado su bienestar —especialmente en salud y nutrición—, a menudo trabajan más duro y en condiciones más precarias que los hombres. La migración masculina por trabajo estaría, según la investigación, relacionada directamente con estos efectos negativos sobre las mujeres: mientras que los hombres se ven forzados a desplazarse para trabajar, ellas tienen que administrar solas sus hogares.
Desde el grupo que ha llevado a cabo este análisis, cuya autora principal es la investigadora experta en género Nitya Rao, indican las implicaciones directas que este enfoque de género tiene para la adecuada implementación de los acuerdos multilaterales, como la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, a través de su Plan de Acción de Género. Asimismo, señalan, deben aplicarse de manera efectiva los compromisos de adaptación con perspectiva de género, tal y como se describe en el Acuerdo de París, junto con el Marco de Sendai para la reducción del riesgo de desastres y los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Para mejorar la capacidad de adaptación de las mujeres a la crisis climática, desde este estudio sugieren una «protección social efectiva». También ponen en valor la acción colectiva a nivel comunitario, para lo que recuerdan que se necesitan inversiones que permitan una gestión más sostenible de los recursos.