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“¡Ha llegado el día! Hoy, la sede de la OTAN acoge a jefes de estado y de gobierno aliados, así como a ministros de relaciones exteriores y de defensa, para abordar cuestiones clave para la seguridad transatlántica”, se puede leer en el perfil de Twitter de la Alianza Atlántica. Entre esas “cuestiones clave para seguridad transatlántica” se incluye, por primera vez, la crisis climática.
En OTAN 2030 –nombre con el que se conoce a esta reunión–, se estudiarán las implicaciones que el cambio climático tiene en la seguridad, al considerarlo una amenaza para la misma.
Asimismo, se discutirán las acciones en esta materia que la OTAN debe llevar a cabo. De acuerdo con lo publicado por algunos medios de comunicación, los países miembros de la alianza tienen la intención de que sus ejércitos alcancen la neutralidad climática para el año 2050. A esta promesa se han adherido ya varios gobiernos y empresas y, sin embargo, desde la comunidad científica, académica y el activismo la consideran insuficiente, al no abordar la reducción de emisiones como una cuestión urgente en la línea de no sobrepasar un aumento de 1,5 ºC en la temperatura global –de acuerdo de lo establecido por el Acuerdo de París–.
En un comunicado, la Casa Blanca explica que “los líderes acordarán un plan de acción de seguridad climática y establecerán la ambición de que la OTAN se convierta en la organización internacional líder para comprender y adaptarse al impacto del cambio climático en la seguridad”.
El cambio de presidente en Estados Unidos ha propiciado estas nuevas discusiones en el seno de la OTAN. Mientras que el expresidente Donald Trump amenazó con retirar a su país de la Alianza Atlántica, el actual morador de la Casa Blanca, Joe Biden, acudirá por primera vez de forma presencial a la reunión, que comienza este lunes 14 de junio.
El presidente Pedro Sánchez ha llegado a Bruselas en torno a las 11 de la mañana para participar en la cumbre. Desde Moncloa, aseguran que Sánchez tendrá la oportunidad de mantener “un breve encuentro” con Biden para intercambiar puntos de vista.
Entre los temas a tratar, además de la amenaza de la crisis climática, se discutirá sobre peligros globales como los ataques cibernéticos, el terrorismo, las “políticas y acciones agresivas de Rusia” y “los desafíos que plantea la República Popular de China”. En el comunicado de la Casa Blanca, también se pide una “mayor responsabilidad compartida” y un compromiso de financiación para la Alianza. También se espera alcanzar Compromiso de Resiliencia Fortalecida en el que se prioricen cuestiones como la seguridad en las cadenas de suministro o la preparación para pandemias y desastres naturales.
La huella de carbono del sector militar
Varios estudios recientes apuntan a la necesidad de descarbonizar las fuerzas armadas, cuya actividad implica un gran consumo de combustibles fósiles, que contribuye al calentamiento global de la atmósfera.
En 2019, la huella de carbono de la industria militar en Europa fue de aproximadamente 24,8 millones de toneladas de CO2 equivalente –un valor que agrupa todos los gases de efecto invernadero–. Esto equivale a las emisiones de, al menos, 14 millones de automóviles, o lo que es lo mismo, las emisiones totales de los vehículos de Portugal, Grecia y Noruega juntos. Son datos de un estudio publicado en febrero por La Izquierda en el Parlamento Europeo – GUE/NGL.
Un informe del Centre Delàs d’Estudis per la Pau profundiza en las consecuencias que tiene el militarismo para el clima y el medio ambiente. Según su investigación, los principales países exportadores de armas –que representan el 35,48% de la población–, concentran el 82% del gasto militar global y generan el 67,1% de las emisiones que causan el calentamiento global. Además, estos países concentran los centros de poder que controlan de manera efectiva más de 63.000 corporaciones transnacionales.
Según el citado informe, los actuales modelos de seguridad no dan respuesta a las grandes problemáticas de nuestro siglo, como la crisis climática. La investigación incide en que «la seguridad será imposible sin una justicia climática».