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Explorar los puntos de encuentro e incluso de necesidad mutua entre los movimientos del decrecimiento y del Green New Deal en el camino hacia la transición ecológica ha sido uno de los temas de la cuarta jornada de #LaUniClimática, la escuela de verano online organizada por Climática. Para pensar y debatir esta confluencia hemos contado con Héctor Tejero, bioquímico, activista y diputado de la Asamblea de Madrid por Más Madrid, y Yayo Herrero, antropóloga, ingeniera técnica agrícola e investigadora ecofeminista.
Pragmatismo sin caer en el “capitalismo verde”
Tejero, que trabaja por la transición ecológica desde una postura institucional, y Herrero, que se mueve en el ámbito de los movimientos sociales, han puesto sobre la mesa los posibles acuerdos entre dos líneas de pensamiento, el decrecimiento y el Green New Deal (GND), que, a menudo, tienen dificultades para encontrarse, pero que parten de un punto común: “vivimos en un planeta finito y, por lo tanto, el crecimiento infinito es imposible”, según el diputado.
El bioquímico define el GND como un “programa de transición ecológica desde el aquí y el ahora” y que, por lo tanto, “no se enfrenta directamente a la lógica del crecimiento capitalista”. Los ejes esenciales que él propone para esta estrategia incluyen la reducción del consumo energético, la descarbonización de la energía y la modificación del sistema alimentario para que sea sostenible. A la vez, contempla cambios sociales como la reducción del tiempo de trabajo, la reorganización de los cuidados -para conseguir una corresponsabilidad entre hombre mujer y entre individuo y estado- y el desarrollo de instituciones que faciliten la transición.
Sin embargo, para Tejero el principal valor de la narrativa del GND es su potencial para “articular mayorías”. Y es que “la transición ecológica, sea del tipo que sea, va a trastocar muchas cosas y por eso es necesario tener el apoyo de la mayor parte de la población”. En este sentido, el diputado madrileño ha defendido que, para llegar a la población, “es necesario combinar “posiciones morales, como la idea de que hay cuidar el planeta, con otras mucho más pragmáticas, como que se creará mucho empleo verde o que pagaremos menos por la luz”. Un buen ejemplo es la lucha contra la contaminación, que a menudo resulta más fácil promover como una lucha por la salud más que puramente ambiental.
Héctor Tejero también ha identificado los principales riesgos del movimiento del GND, desde caer en el “capitalismo verde”, porque no acaba de renunciar a la lógica del crecimiento económico, hasta olvidar las limitaciones de recursos, que puede afectar a la transición ecológica. “El GND sustituye recursos finitos por otros que lo son un poco menos, pero hay que desarrollar políticas de reciclaje que permitan aplicar las energías renovables, pensadas para ser minoritarias”, ha señalado. Otro gran peligro a evitar es la repetición de “los patrones de los últimos 100 años de dinámica colonial y extractivista”. Y es que muchas de las políticas de avance social que se han impulsado en Occidente durante los últimos años han funcionado a costa de externalizar los costes y la huella ecológica. No es necesario abandonar la península para encontrar ejemplos de ello: basta con observar como la comunidad de Madrid deslocaliza sus placas solares a Castilla- La Mancha.
La teoría del decrecimiento, por otra parte, tampoco está exenta de puntos débiles y flaquezas. Para empezar, requiere de un cambio cultural profundo y, por lo tanto, lento. “Para que el decrecimiento sea justo y democrático tiene que existir una mayoría social que desee, o bien vivir con menos, o que esté dispuesta a tolerar vivir con menos como mínimo. Es una forma de transformación antropológica de largo recorrido”, ha afirmado. El bioquímico también ve “limitaciones políticas” a la hora de aplicar los preceptos del decrecimiento. Se trata de “una idea muy fácil de pensar en términos abstractos pero muy difícil de concretar”, ya que es fundamental contar con estructuras y espacios en nuestras sociedades que “hagan fácil vivir de una manera sostenible”. Del mismo modo que las bibliotecas o la sanidad pública actúan como espacios de excepción “parcialmente no mercantiles” en un contexto capitalista, habría que crear espacios y políticas de decrecimiento, aunque la economía en general siga creciendo.
Empatía y trabajo de base
Para que todo esto sea posible, es necesario un trabajo de base que los movimientos sociales realizan día a día, considera, por su parte, Yayo Herrero. “Cuando entras en el ámbito electoral, la mayor parte de cosas que se dicen y se defienden están ganadas previamente en la sociedad. Por eso es muy importante que sigan existiendo movimientos sociales, porque, aunque fracasemos, seguimos incansablemente intentando cambiar eso previo que hace falta para que luego puedan llegar a gobernar estas posturas”, señala la antropóloga.
Herrero admite que, a menudo, los argumentos pragmáticos resultan más convincentes, pero, ante ciertas posturas que afirman que “es mejor no hablarle a la gente de los límites o del colapso porque solo les importa pagar menos en la factura de la luz”, aboga por la madurez y la sensibilidad: “Si nosotros somos capaces de preocuparnos por cosas elevadas y tener inquietudes morales, todo el mundo puede tenerlas”. De hecho, la investigadora ha recordado que “la ultraderecha gana muchas veces espacios sin apelar en modo alguno a lo práctico porque entonces, una buena parte de la gente a la que terminan captando – pobre y precaria – no se iría con ellos. Apelan a otras cosas que les importan a las personas”. Desde su bagaje ecofeminista, Herrero reivindica la “empatía” como una herramienta indispensable para lograr esas mayorías tan necesarias. “Cualquier proceso de transición ecológica es una crisis, no solo política y económica, sino también emocional y antropológica, de tal calado que hay que hacerlo con pedagogía social y con chorros y chorros de empatía”.
Así pues, las mayorías son imprescindibles, si bien esto no debe llevar a evitar el conflicto, necesario e inevitable para avanzar políticamente. “No se puede eludir el conflicto. Necesitamos sumar mayorías, pero hay sectores de poder extremo a los que es difícil sumar y que son dueños importantes de los medios de producción. Son personas que en un momento determinado ya han decidido desahuciar a una parte de la humanidad y les da igual”, ha concluido la antropóloga.
Veo un amplio resumen de la intervención más favorable al GND y un resumen muy escaso de la intervención más favorable al decrecimiento. No creo, conociéndola, que en la intervención de Yayo no hubiera más contenido