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Las emisiones de metano: el elefante en la habitación

El metano es el segundo gas de efecto invernadero con mayor presencia en la atmósfera y tiene un potencial de calentamiento muy superior al dióxido de carbono. Para mitigar el cambio climático es clave reducir sus emisiones. Sin embargo, las empresas y gobiernos no parecen entender la gravedad de la situación.
Las emisiones de metano: el elefante en la habitación
Refinería de petróleo de Shell en Inglaterra. Foto: Terry Kearney/Flickr

A la hora de hablar de los gases de efecto invernadero (GEI) que causan el calentamiento global de la atmósfera y el posterior cambio climático, el protagonismo siempre se lo lleva el dióxido de carbono. Y, en parte, es normal: el CO2 contribuye en aproximadamente un 66% a que el planeta se caliente. Su concentración en la atmósfera el año pasado fue de 413,2 partes por millón (ppm), un 48,63% más respecto a los niveles preindustriales (1750). Además, tiene la capacidad de permanecer durante cientos de años en la atmósfera. Por todo ello, al hacer contabilidades, se usa el CO2 equivalente como unidad de medida para englobar todos los GEI. Sin embargo, hay otro gas que también juega un papel clave en la crisis climática, que muchas veces pasa desaparecido y que no está siendo abordado con la urgencia que requiere. Hablamos del metano.

Este hidrocarburo, cuya fórmula química es CH4, es el segundo gas de efecto invernadero más importante. Es responsable de aproximadamente la mitad del aumento de 1,2 °C de la temperatura media mundial desde la era preindustrial. En 2020, la concentración de metano en la atmósfera subió hasta las 1.889 partes por mil millones (ppb), lo que supone un 161,63% más respecto a la época preindustrial (1750). Su potencial de calentamiento global es más de 80 y 28 veces superior al del dióxido de carbono en un horizonte de 20 y 100 años, respectivamente. Además, su vida en la atmósfera es más corta –en torno a los 12 años–, por lo que si se redujeran sus emisiones se notarían efectos en las temperaturas de una forma más rápida.

Actualmente, el 60% del total de las emisiones de metano a nivel mundial procede de fuentes antropogénicas. De ellas, más del 90% se originan en solo tres sectores: los combustibles fósiles (un 35%, si bien éstas emisiones se han «subestimado gravemente» según un estudio del año pasado), la agricultura (un 40%) y los residuos (un 20%).

La ganadería es responsable de casi un tercio de las emisiones de metano. Un 92% se atribuye a los rumiantes, que expulsan estos gases en su mayoría a través de eructos y la respiración. El 8% restante procede de los no rumiantes, como pollos y cerdos.

Para la comunidad científica y diferentes organismos, el poder del metano no ha pasado desapercibido. El IPCC, el grupo de especialistas en cambio climático ligado a la ONU, puso especial énfasis sobre el metano en su último informe: “Limitar otros gases de efecto invernadero y contaminantes atmosféricos, especialmente el metano, podría tener beneficios tanto para la salud como para el clima”, señalaba Panmao Zhai, copresidente del grupo encargado de elaborar el estudio.

Esta misma semana, la rama de medio ambiente de Naciones Unidas publicaba un informe donde insistían en que si se adoptaran medidas técnicas ya disponibles podrían reducirse por sí solas las emisiones antropogénicas de metano en aproximadamente un 20% al año. Un porcentaje que podría subir hasta al menos un 45% con medidas estructurales y de comportamiento más amplias.

Las empresas cárnicas y lácteas, señaladas

Este miércoles, los grupos ecologistas Changing Markets FoundationFeedback y Mighty Earth han publicado un informe donde abordan los objetivos climáticos y las acciones de las 20 mayores empresas cárnicas y lácteas centrándose en el metano. La principal conclusión es que ambas industrias no hacen nada por reducir sus altas emisiones de CH4.

El análisis realizado da una baja puntuación a todas las compañías estudiadas. Solo dos empresas lácteas, Danone y Nestlé, obtuvieron una puntuación superior al 20%, e incluso Nestlé, que ocupa el primer puesto, solo obtuvo un 34,6%. La francesa Groupe Bigard ocupa el último lugar con un 0%. Otras seis empresas obtuvieron una puntuación inferior al 5%, entre ellas la estadounidense OSI Group –que suministra a cadenas de comida rápida como McDonalds–, la empresa láctea francesa Lactalis, que fabrica la mantequilla President, el productor de carne holandés Vion, las empresas lácteas chinas Yili y Mengniu, y la japonesa Itoham.

Según este estudio, ninguna de las empresas informa sobre sus emisiones de metano ni tiene objetivos o planes concretos para reducirlas. Nestlé es la que más se acerca, pero sostienen que sus planes se basan en cambios en la alimentación de los animales que aún no han demostrado que funcionen a gran escala.

Asimismo, el informe evidencia la lentitud de estas empresa a la hora de acometer soluciones. Señalan que 18 empresas han invertido en alternativas a la carne, aunque no lo suficiente. Por ejemplo, la brasileña JBS –el mayor procesador de carne del mundo y financiada por diferentes bancos, entre ellos el Santander–, gastó 409 millones de dólares en la compra de la empresa de alimentos de origen vegetal Vivera en 2021, pero también desembolsó 1.400 millones de dólares en la adquisición de empresas de carne y pescado. 

Estas 20 empresas estudiadas son responsables de la gran mayoría de las emisiones del sector ganadero. Para entender la envergadura de la situación, las emisiones del gigante neozelandés de los productos lácteos, Fonterra, y de la multinacional suiza Nestlé podrían superar las emisiones de los países en los que tienen su sede dentro de una década.

«Los gobiernos han dado carta blanca a las empresas cárnicas y lácteas y, en consecuencia, no están haciendo prácticamente nada para frenar sus emisiones de metano. Los ingresos anuales de las 20 principales empresas cárnicas y lácteas ascienden a más de medio billón de dólares al año y, sin embargo, están invirtiendo una mínima parte de esta riqueza en la reducción de emisiones y en el cambio a un modelo de negocio más sostenible», se queja Nusa Urbancic, directora de campañas de la Changing Markets Foundation.

Los países tampoco hacen lo suficiente

Las organizaciones también evidencian el escaso compromiso de los países para frenar el aumento de las emisiones de metano. Tras analizar las emisiones de metano y las políticas de mitigación de los 18 mayores países productores de carne y productos lácteos, concluyen que únicamente Nueva Zelanda y Uruguay tienen objetivos o planes para reducir el metano de su sector ganadero. Estos, sin embargo, también son insuficientes a ojos de los autores del informe.

Así, ningún país ha reducido significativamente las emisiones de metano en los últimos cinco años y algunos, como Países Bajos y Brasil, han visto aumentar sus emisiones.

En este sentido, denuncian que el Compromiso Mundial sobre el Metano, una iniciativa impulsada en septiembre por la Unión Europea y Estados Unidos, no incluye medidas como cambios en la dieta a pesar de «que ofrecen el mayor potencial de reducción».

En mayo, la Evaluación Mundial del Metano de la ONU concluyó que es necesario reducir el metano en un 45% para finales de esta década, es decir, unas 180 millones de toneladas al año. Los cambios de comportamiento, como la modificación de la dieta o la lucha contra el desperdicio de alimentos, podrían aportar hasta un 44,4% de las reducciones anuales de emisiones (65-80 millones de toneladas al año), mientras que las innovaciones técnicas en la agricultura, como los suplementos para la alimentación animal, podrían aportar hasta un 16,7% a razón de unas 30 millones de toneladas anuales de aquí a 2030.

Esto, aseguran, evitaría 260.000 muertes prematuras, 775.000 visitas al hospital relacionadas con el asma, 73.000 millones de horas de trabajo perdidas por el calor extremo y 25 millones de toneladas de pérdidas de cultivos al año.

Los países que se adhieran a al Compromiso Mundial sobre el Metano deben alcanzar el objetivo colectivo de reducir las emisiones mundiales de metano en al menos un 30% para 2030 respecto a los niveles de 2020. De cumplir con lo pactado, se reduciría el calentamiento en al menos 0,2 °C de aquí a 2050, según anuncian los impulsores. El 15% restante está previsto que se consiga como subproducto de las medidas para abordar otros gases de efecto invernadero que quedan fuera del ámbito del compromiso. Hasta ahora, se han adherido una treintena de países, aunque con importantes ausencias como China, India, Brasil y Australia.

«El Compromiso Mundial sobre el Metano es un paso en la dirección correcta, pero se queda corto en cuanto a la ambición», asegura Robert Howarth, profesor y científico especializado en sistemas terrestres de la Universidad de Cornell (Estados Unidos). «Si queremos evitar un cambio climático catastrófico –añade– los gobiernos deben considerar apoyar dietas más saludables, con menos y mejor carne y lácteos».

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COMENTARIOS

  1. La llave del cambio la tenemos la sociedad; pero somos una sociedad en su mayoría inconsciente e irresponsable; en lugar de consumir local y de paso apoyamos a la pequeña empresa, al pequeño productor, seguimos alimentando a multinacionales que, como Nestlé y todas ellas, son nefastas para el medio ambiente y los derechos humanos.
    Culpamos a las multinacionales mientras las mantenemos para que sigan viviendo y además opíparamente.
    Compramos en Amazón el bimillonario más rico del planeta y de la historia (Apple, Amazon, Google y Facebook pagan sólo 22 millones a Hacienda. Apple, Google, Facebook y Amazon mantienen una estructura empresarial europea que les permite concentrar el grueso de sus ingresos en países con baja tributación y minimizar el pago de impuestos en el resto de los países) por lo que somos responsables del cierre de millones de empresas y puestos de trabajo, y a nivel nacional seguimos engordando a multimillonarios como Zara, Mercadona, ect.

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