La urgente necesidad de hacer de la alimentación un tema de debate político

La Red de Municipios por la Agroecología, integrada por veinticinco ayuntamientos y más de una treintena de organizaciones sociales, propone un cambio en las políticas alimentarias de cara a las próximas elecciones generales.
Foto: Unsplash

Los sistemas alimentarios actuales están generando empleos precarios, emplean grandes cantidades de sustancias tóxicas, suben y suben los precios de los alimentos a la vez que promueven el despilfarro de comida y contribuyen a desertizar y vaciar de gente el medio rural de una península con cada vez menos agua en un contexto de cambio climático. Y es que la alimentación es una cuestión clave que influye enormemente en nuestro entorno y en la calidad de vida de las personas, pero de la que lamentablemente se habla muy poco en campaña electoral. El cambio que necesitamos es tan grande que debemos sumar el mayor número posible de actores para avanzar hacia una transformación del modo en que producimos, distribuimos y consumimos alimentos.  

En nuestro contexto actual la principal política agraria es europea. La PAC ha modificado enormemente el panorama productivo de nuestro país y, a pesar de que se ha asegurado la disponibilidad de comida a precios económicos a la mayoría de la población, la producción industrial de alimentos tiene importantes efectos en el sector productor, el medio rural y en la salud de la naturaleza y las personas. La cadena de valor de los alimentos está desequilibrada y las personas que los producen, que son cada vez menos, reciben muy poco dinero por su trabajo. Además dependen de grandes multinacionales para comprar sus insumos y un puñado de empresas lidera casi la totalidad de la venta de alimentos, alejando la producción del consumo. En el consumo, el encarecimiento de la lista de la compra ha aumentado la desigualdad y la vulnerabilidad de muchas personas que no pueden permitirse una alimentación saludable y equilibrada, enfermando por una nutrición no adecuada. 

Si hacemos un poco de historia, podemos encontrar que desde la antigüedad los gobiernos han puesto en marcha medidas en torno a la producción de alimentos, su relación con nuestro entorno y el bienestar de la población. En el siglo VI a.C, Atenas se percató que una urbe demasiado poblada, la sobreexplotación del bosque mediterráneo y el cultivo en colinas estaban generando resultados desastrosos. Así, se abolieron la esclavitud por deudas, se prohibieron las exportaciones de productos alimenticios e intentó prohibir el cultivo en laderas.

En la generación siguiente, se ofrecieron subvenciones a la plantación de olivos, lo que hubiera sido una medida eficaz contra la erosión. Doscientos años más tarde, Platón relató que no hubo la voluntad política suficiente, que la tierra había perdido toda su fertilidad y que las aguas de lluvia corrían por los suelos desnudos hacia al mar, evocando una imagen que casi todas las personas hemos visto en alguna ocasión. 

Este pequeño contexto histórico contrasta con lo que sucede en la actualidad. Y es que se considera de forma general que, por ejemplo, las administraciones locales tienen poco que decir en agricultura y alimentación, por lo que no entró en campaña. Sin embargo, la Ley 7/1985, de 2 de abril, Reguladora de las Bases del Régimen Local (LRBRL) otorga a los ayuntamientos una serie de competencias propias que sí que tienen mucho que ver con lo que comemos: proteger los suelos fértiles, aprovechar los parques y jardines para fomentar huertos urbanos, preservar el patrimonio histórico ligado con la producción de alimentos, preservar el medio ambiente, fomentar los mercados locales, trabajar desde los servicios sociales para fomentar hábitos alimentarios sostenibles, recoger y tratar residuos orgánicos, comprar alimentos locales y ecológicos para los comedores de escuelas, guarderías y residencias…

Los ayuntamientos son actores clave para poner en marcha otras políticas cruciales. Sin embargo, no abundaron las propuestas porque las administraciones locales no suelen estar suficientemente preparadas para desarrollar eficazmente políticas alimentarias a escala municipal y suelen faltar recursos humanos, técnicos y económicos para estas tareas. Por eso, desde la Red de Municipios por la Agroecología, integrada por veinticinco ayuntamientos de todo el territorio y más de una treintena de organizaciones sociales, hicimos una propuesta de 13 medidas que consideramos prioritarias para el próximo ciclo electoral y que dan respuesta a muchos de los desafíos de los que tenemos que enfrentarnos durante los próximos años.

Ante las próximas elecciones del 23J queremos subrayar una vez más la urgencia de acometer cambios sustanciales en el sistema alimentario. Los próximos cuatro años serán cruciales para poner en marcha las reformas necesarias para encarar el 2030. El Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia ha sido una oportunidad perdida en este sentido y los presupuestos generales de los últimos años no han estado a la altura. La alimentación es el aspecto que más influye en la salud de las personas y el acto de consumo que más impacto ambiental tiene por lo que los recursos asignados deben ser acordes a su trascendencia. No es suficiente con el dinero que llega de Europa vía PAC.

En este año en el que renovaremos los responsables políticos de los tres niveles de la administración pública, es nuestra obligación demandar medidas valientes y comprometidas. Medidas que consigan transformar las administraciones para trabajar la alimentación como un tema transversal entre los distintos ministerios, consejerías y concejalías. Medidas para influir en la preservación del suelo fértil, fomentar la economía circular y local, la investigación, formación e innovación local en el sector primario. Medidas para apoyar y mejorar las condiciones de nuestro sector productor, su venta directa y los canales cortos de comercialización. Medidas para que la población se alimente mejor, a partir del conocimiento, el acceso a las personas que están en situación vulnerable y la compra pública alimentaria y sostenible. 

Durante los años 60 y 70 del pasado siglo se realizaron en nuestro país y en toda Europa cambios monumentales en la producción, transformación y distribución de alimentos. En aquel momento los estados consideraron prioritario dedicar ingentes cantidades de recursos a dicha tarea titánica. Hoy día hemos aprendido de ese proceso y sus consecuencias, somos capaces de prever el futuro que nos espera y tenemos las propuestas para el cambio. Así… ¿priorizamos la alimentación como debate o esperamos un par de siglos a que alguien nos vuelva a decir que no hubo voluntad política suficiente?

Jorge Molero Cortés es coordinador de la Red de Municipios por la Agroecología.

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COMENTARIOS

  1. Jorge me ha gustado mucho tu artículo, pero hay algo que forma parte del discurso periodístico cotidiano aunque es falso. La política agraria no es Europea es de la Unión Europea, que es diferente. La Unión Europea agrupa a 27 países de Europa y el continente europeo tiene 50 países.

  2. S. O. S. DE PARTE DE LAS GOLONDRINAS.
    Este es realmente un grito desesperado
    Nosotras vivimos angustiadas porque hoy somos la mitad de golondrinas que atravesaban los cielos de nuestro país hace dos décadas. A este ritmo, ¿cómo no pensar que podemos desaparecer para siempre?
    Como mis compañeras las aves, también sufrimos estos días las altas temperaturas. Pero hay cosas que ahora mismo nos están haciendo más daño que el calor.
    Volamos miles y miles de kilómetros (te lo dirán de otras especies, pero somos de las aves que más distancia recorremos volando) para pasar los inviernos en África. Nos vamos, pero siempre, siempre, volvemos a casa en primavera. Ya lo decía Becquer en alguno de sus poemas “volverán las oscuras golondrinas en tu balcón sus nidos a colgar…”.
    Sin embargo, la triste realidad es que cada vez volvemos menos. Según el Libro Rojo de las Aves de SEO/BirdLife, nuestro declive casi alcanza el 50% en los últimos 25 años.
    Nos sentimos profundamente traicionadas por los seres humanos. Cada primavera volvemos a los mismos nidos de barro que tanto nos ha costado construir pero, cada vez más, nos encontramos que nuestros hogares han sido tirados abajo.
    Ya nadie nos quiere en sus edificios y aunque es ilegal, ¡hay gente que destruye nidos incluso con crías dentro! ¿Te imaginas quedarte sin nido con este calor? Es muy injusto, también tenemos derecho a vivir aquí.
    Pero es que no es solo eso. Cada vez tenemos menos alimento, en las ciudades y en los pueblos. Los humanos prefieren llenarlo todo con herbicidas que matan los insectos y que nos dejan sin nada para comer y para ofrecer a nuestros polluelos.

  3. [Manifiesto] La plaga de los plaguicidas
    La producción agraria es la principal fuente de contaminación difusa, en particular de plaguicidas. La prueba de ello es que casi dos tercios de las tierras de cultivo en el mundo se encuentran en riesgo de contaminación por plaguicidas por más de un ingrediente activo, y cerca de un tercio de las mismas están en alto riesgo.
    Esta situación tiene graves consecuencias en la salud humana, pues los plaguicidas están relacionados con mayor riesgo de padecer diabetes, trastornos reproductivos y respiratorios, disfunciones neurológicas y cáncer. A pesar de estas evidencias, la actual legislación no está logrando proteger de los peligros de los plaguicidas sintéticos ni a los seres humanos ni al medio ambiente.
    La normativa presenta deficiencias en su cobertura, aplicación y cumplimiento, por lo que no se consigue aplicar de manera efectiva el principio de precaución ni modificar significativamente muchas malas prácticas.
    Es por esto que el Pacto Verde Europeo (PVE), y más concretamente sus Estrategias de la Granja a la mesa y de Biodiversidad para 2030, propone reducir el uso y el riesgo de los plaguicidas sintéticos en un 50% así como el uso de los 1 más peligrosos en un 50% .
    Además pretende impulsar la producción ecológica y recuperar espacio para la naturaleza en zonas agrarias, como garante de la producción de alimentos.
    Para hacer este objetivo vinculante, se está negociando en la Unión Europea una propuesta de Reglamento sobre Uso Sostenible de Plaguicidas.
    Sin embargo, este Reglamento está siendo boicoteado por determinados partidos políticos y sectores agroindustriales, interesados en entorpecer la necesaria transición agroecológica hacia sistemas alimentarios sostenibles, sanos para las personas y el planeta.
    El momento de apostar por una norma vinculante para todos los Estados miembro de la Unión Europea y, más allá, establecer una ambiciosa política estatal con relación al uso e impacto de los plaguicidas, es AHORA.
    Paremos los plaguicidas industriales por nuestra salud y la del planeta.
    https://www.ecologistasenaccion.org/296275/manifiesto-la-plaga-de-los-plaguicidas/

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