Propuestas para lograr proyectos renovables justos

Greenpeace y Fundación Renovables publican un informe analizando las buenas y malas prácticas en la implementación de energías renovables en España. Estas son algunas de las iniciativas que proponen para un despliegue respetuoso con el planeta.
Foto: iStock

Es innegable. Ha habido esfuerzos en cuanto a la implantación de energías renovables. España cerró 2023 con un récord histórico y una cuota del 50,8% de energía renovable. Aun así, todavía seguimos dependiendo en gran parte de los combustibles fósiles. Y el despliegue renovable aún suscita dudas entre la población e incluso entre los propios grupos ecologistas: ¿cómo se asegura la conservación de la fauna y la flora del territorio donde se construyen las plantas? ¿Generará puestos de trabajo o habrá pérdidas? ¿Cómo se consigue la accesibilidad a estas energías?

Todas estas cuestiones forman parte del candente debate sobre las renovables, que se resume con el lema “Renovables sí, pero ¿cómo?” (y su respuesta “Renovables sí, pero no así”). Ante estas inquietudes, Greenpeace ha publicado un informe junto a la Fundación Renovables sobre las buenas y malas prácticas a la hora de desplegar energías renovables. Con unos cuantos ejemplos prácticos en ambos casos.

La organización defiende que “la rápida implementación de las energías renovables, concretamente de las energías fotovoltaica y eólica, a menudo sigue enfoques y estrategias que se asemejan a los utilizados por la industria de los combustibles fósiles: un proceso caótico, opaco, carente de planificación adecuada y con una participación pública limitada”.

El informe, sin embargo, expone también las buenas experiencias. Las que son, en un principio, respetuosas con el medioambiente, la biodiversidad del territorio y su gente.

Estos serían los elementos que suelen incluir las buenas prácticas, según la entidad ambiental:

  • Una participación temprana de las comunidades locales con capacidad para influir directamente en los proyectos, en aspectos como la ubicación de la planta, las líneas de evacuación, las precauciones ambientales…

  • Uso compartido del suelo de la planta renovable con otros usos previos (agricultura, pastoreo, apicultura…) o con otras fuentes de energía (hibridación con baterías y otras tecnologías renovables).

  • Fomento de empleo local en las plantas o en instalaciones industriales asociadas.

  • Reducción de los gastos energéticos de empresas locales o personas vulnerables a través de la instalación de autoconsumo en el municipio por parte de la empresa promotora.

  • Apertura a la participación ciudadana en la inversión de la planta.

  • Evitar la implantación de la planta en zonas protegidas o de alta sensibilidad ambiental ahí donde no está ya prohibido (a excepción del autoconsumo para los consumos locales).

  • Evitar la implantación de grandes plantas en zonas agrarias consideradas de interés y especial relevancia (excluyendo el autoconsumo ligado a los consumos locales).

  • Evitar el uso de la expropiación forzosa de los terrenos.

Buenos ejemplos por España

La Fundación Renovables ha analizado 25 proyectos, repartidos por Galicia, País Vasco, Navarra, Cataluña, Andalucía y Castilla-La Mancha. Varios han sido pioneros en la aplicación de medidas que ayudan tanto a la población como a la preservación del territorio. Estos son algunos ejemplos:

Parque eólico de Higueruela (Albacete)

El municipio de Higueruela alberga cinco parques eólicos de Iberdrola que suman más de 243 turbinas. Según el informe, a pesar de que cuando se construyeron todavía no había una normativa vigente en cuanto a este tipo de proyectos en Castilla-La Mancha, “Iberdrola evitó construir parques en zonas catalogadas como Red Natura y llevó a cabo un seguimiento ambiental continuo del impacto ambiental de los parques construidos durante cinco años, sin ser obligatorio”. También se acometieron acciones como:

  • Contactar con los propietarios de los terrenos y cambiar el modelo de compra a arrendamiento. Los beneficios fiscales logrados derivaron en un aumento del presupuesto municipal. Con esto se pudo:
  • Construir una residencia de mayores con 55 residentes y 10 personas en régimen de centro de día.
  • Abrir un comedor escolar.
  • Implementar el transporte gratuito diario para estudiantes de bachillerato y universidad a sus respectivos centros en Albacete.

Parques eólicos en Fuendetodos (Zaragoza)

En la provincia de Zaragoza, en Aragón, se encuentra otro proyecto eólico que sirve de ejemplo de buenas prácticas. Se trata de los cuatro parques del municipio de Fuendetodos (Fuendetodos I, Entredicho, Fuendetodos II y Loma Gorda). Los ingresos tributarios de los parques más antiguos (los tres primeros) se destinaron a:

  • Contratación de personal municipal para los proyectos.
  • Subvenciones para arreglar fachadas y renovación de calles del municipio.
  • Fomento del Aula de la Energía, para crear visitas desde los colegios.
  • Construcción de la oficina de turismo.

En el caso del último proyecto, el de Loma Gorda, se llevaron a cabo otras medidas:

  • Creación de cursos para 60 vecinos para que puedan desarrollar su actividad laboral en el mantenimiento del parque.
  • Restauración de patrimonio (neveras de piedra) y Jardín Botánico.
  • Dotación de 140.000 euros para servicios y planes sociales.
  • Subvención para la construcción de un depósito de agua en el monte con infraestructura contra incendios.

Planta Solar Fotovoltaica Andévalo (Huelva)

En la Puebla de Guzmán, en la provincia de Huelva, se encuentra la planta solar Andévalo, que cuenta con 150.000 módulos fotovoltaicos en una superficie baldía sin uso para producción agrícola o conservación forestal. Este proyecto ha sido pionero por varias razones:

  • Dinamizar el sector de la ganadería y su empleo en la planta.
  • Instalar 162 colmenas y un cultivo de plantas melíferas para facilitar el hábitat de las abejas. La miel producida se dona a la asociación de mujeres local.
  • La planta cubre toda la energía de las cuatro plantas cerveceras del grupo Heineken en España.

Aunque este artículo está centrado en aquellas buenas prácticas que alienten a empresas y gobiernos a actuar de forma respetuosa con el medioambiente y las poblaciones locales, no está de más mencionar que las entidades autoras de la investigación también han encontrado casos de malas prácticas en todas las comunidades autónomas estudiadas: fragmentación de proyectos, afección a la Red Natura 2000 o espacios arqueológicos, expropiación forzosa innecesaria y falta de transparencia y participación local. También han verificado que existen normativas estatales que “fomentan algunas de las malas prácticas más extendidas y que generan más tensión social y ambiental”.

“Las malas prácticas, en su mayoría, provienen de algunos promotores, que, o bien se aprovechan de una regulación laxa que permite su implantación en zonas sensibles y recortando la participación pública, o bien ejercen abuso o exceso de poder sobre los propietarios o grupos afectados por la instalación de los parques renovables”, explica la publicación.

Para que esto no ocurra, Greenpeace concluye que, además de que los proyectos renovables obtengan el visto bueno ambiental y paguen sus impuestos, tendrían que ser promovidos por la misma ciudadanía (lo que se conoce como comunidades energéticas) o idearse con una participación ciudadana activa promovida por la empresa.

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