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De la COP 26 se ha dicho que es crucial. Que es decisiva en el devenir del planeta y de la crisis climática. Pero, ¿qué supone exactamente? Una COP –o Conferencia de las Partes– es una cumbre anual que organiza la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) y reúne a 196 países, más la Unión Europea. La pandemia trajo la excepción: el encuentro que se celebrará en Glasgow entre el 31 de octubre y el 12 de noviembre iba a producirse en 2020, pero fue suspendido. Tras casi dos años sin negociaciones sobre el clima –la última COP fue en diciembre de 2019, en Madrid–, la situación sanitaria continúa siendo un obstáculo para algunas de las 197 partes participantes. El acceso desigual a las vacunas y las restricciones de viajes y estancias han hecho que tambalee la asistencia de algunos implicados, sobre todo de países del Sur.
Sea como sea, la COP 26 será presencial en 2021 bajo la dirección de Reino Unido. El objetivo, conforme a las advertencias de la comunidad científica, será fijar medidas ambiciosas que limiten el aumento de la temperatura global por debajo de los 1,5 ºC o 2 ºC respecto a los niveles preindustriales. La conferencia de Glasgow mirará, sobre todo, hacia 2030. Para entonces, las emisiones de gases de efecto invernadero deben reducirse en al menos un 40%, según el Acuerdo de París. Sin embargo, según un reciente análisis de la ONU sobre la acción climática de los gobiernos, se espera que, conforme a los planes de reducción de emisiones actuales, estas aumenten un 16% en 2030, de forma que la temperatura alcance los 2,7 ºC a finales de siglo.
La COP 26 tiene como objetivo revertir esta tendencia y será una oportunidad para establecer metas más exigentes que pongan fin al uso y expansión de los combustibles fósiles. La organización de la COP 26 –presidida por Alok Sharma– considera que los países deberán acelerar la eliminación del carbón, reducir la deforestación, acelerar el cambio a vehículos eléctricos y fomentar la inversión en energías renovables.
Financiación para adaptarse
El clima ya está cambiando, y muchas de las consecuencias son irreversibles independientemente de lo que se haga. Adaptarse a esos impactos es otra de las claves de la COP 26, desde donde se alentará a los gobiernos a proteger y restaurar los ecosistemas dañados por el cambio climático, y a construir defensas, sistemas de alerta e infraestructuras que eviten las pérdidas de hogares, de medios de vida, de hábitat naturales, pero también de personas.
Para cumplir con las metas, los países desarrollados deberán cumplir con una promesa que no se ha materializado hasta ahora, a pesar de que debía ocurrir antes de 2020: movilizar al menos 100 mil millones de dólares al año para financiar medidas climáticas.
Cada cumbre del clima demuestra las diferencias entre países –y hemisferios–, y cómo son imprescindibles a la hora de abordar la situación de crisis climática. Los países más pobres contribuyen en menor medida a la contaminación atmosférica y, sin embargo, sufren más las consecuencias. La justicia climática resonará en la COP 26, sí, pero en manos de las naciones más ricas está que no quede solo en un eslogan y se movilicen los fondos suficientes para ayudar a los países empobrecidos.
¿Qué puede esperarse de la COP 26?
Aunque muchos de los anuncios que salgan de esta cumbre serán meramente técnicos, también habrá decisiones que influyan en la vida cotidiana. Por ejemplo, en lo referente al uso de calderas de gas, gasolina o vuelos en avión.
Huir de las promesas políticas vacías y el «bla, bla, bla», como criticaba la activista Greta Thunberg el pasado martes, sería el principal éxito de esta conferencia. El lema de la última COP, «es tiempo de actuar», apenas se ha traducido en políticas tan exigentes como requiere la situación, y algunos especialistas ya han advertido de que tampoco será este el momento en el que se planteen medidas en línea con el Acuerdo de París.
Como en la anterior cumbre, habrá puntos conflictivos. Los países mirarán con lupa a China, el mayor emisor del mundo, responsable de alrededor del 28% de las emisiones globales –las emisiones de Europa suponen aproximadamente el 8% de las mundiales y las de Estados Unidos, el 16%–. El secretario general chino, Xi Jinping, anunció este mes la decisión de dejar de financiar nuevas centrales de carbón en otros países, pero no en el suyo.