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Es 12 de diciembre y se cumplen cinco años del Acuerdo de París, un acuerdo histórico ratificado por 189 países (firmado por 197) que tiene como objetivo central mantener la temperatura por debajo de los 2 ºC, aunque poniendo todos los esfuerzos por no superar los 1,5 ºC. Eritrea, Irán, Irak, Libia, Sudán del Sur, Turquía y Yemen son los únicos países que no han reafirmado su compromiso con el Acuerdo de París. Una lista a la que se suma Estados Unidos, que se marchó en noviembre, pero que podría volver al pacto en cuanto Joe Biden inicie su mandato, a mediados de enero de 2021. De hecho, la vuelta al Acuerdo de París fue una de las promesas que hizo durante la reciente campaña electoral.
El acuerdo, si bien se alcanzó el 12 de diciembre, durante la COP 21, no se firmó hasta el 22 de abril de 2016, el Día de la Tierra. Finalmente, entró en vigor el 4 de noviembre de 2016. Se puede leer de manera íntegra y en español en el siguiente enlace.
A continuación, proponemos un recorrido por las principales noticias publicadas que hemos publicado recientemente relacionadas con el pacto.
Las emisiones aumentan, pero la economía verde se empieza a consolidar
«El mundo aún no está en camino de evitar un cambio climático peligroso e irreversible», concluía el informe The Paris Effect (‘El Efecto París’), elaborado por la consultora global Systemiq y publicado esta semana con motivo del aniversario del pacto. Las emisiones de gases de efecto invernadero han continuado en aumento durante los últimos años: en los cinco años transcurridos desde el Acuerdo de París, estas han aumentado de 53.000 millones de toneladas en 2015 a 55.000 millones de toneladas, según los últimos datos de Naciones Unidas. «La realidad fundamental por la que debemos actuar de forma urgente y colectiva», recalca el citado estudio, es la tendencia de crecimiento de las emisiones de CO2.
Pero más allá de esta cifra, el mismo informe detalla otras cuestiones que ofrecen una perspectiva de futuro algo más halagüeña. Así, señala que, desde la adopción del Acuerdo de París, el avance en materia de soluciones y mercados de bajas emisiones de carbono «ha sido mucho más rápido de lo que muchos creen». Mientras que en 2015 era casi impensable que los ejemplos de negocio de cero emisiones de carbono compitieran con modelos tradicionales, ya en 2020 las cosas han cambiado y las soluciones de cero emisiones resultan competitivas en sectores que representan un 25% de las emisiones. El informe estima que en 2030 ya podrían serlo en aquellos que representan más del 70% de las emisiones globales.
La previsión del estudio va más allá y calcula que para la década de 2030 podrían crearse 35 millones de empleos nuevos relacionados con la economía verde. El documento incide, eso sí, en la necesidad de mayor ambición por parte de los gobiernos nacionales con el fin de lograr objetivos como este y, en palabras del economista Nicholas Stern, «cambiar la perspectiva de la gente sobre lo que es posible y traducirlo en acción».
Los gobiernos y las empresas deben cumplir
A principios de diciembre, Climate Action Tracker publicaba su habitual análisis anual. A diferencia de otros años, en esta ocasión asegura que los objetivos del Acuerdo de París «están al alcance» si todos los gobiernos cumplen con sus planes de neutralidad climática. Si se cumplen, concluye la plataforma, el aumento de la temperatura podría ser de 2,1º C respecto a la era preindustrial para 2100, pero según el Acuerdo de París, esta no debería incrementar más allá de los 2 ºC.
Entre las claves que definen este panorama está el reingreso de Estados Unidos al pacto por el clima tras la elección de Joe Biden como presidente. Desde Climate Action Tracker también mencionan la aplicación de nuevas políticas que promueven el uso de las energías renovables y reducen el consumo de carbón. En esta línea, países como China, Japón y Corea han anunciado recientemente la neutralidad climática entre el año 2050 y 2060.
Sin embargo, poco se podrá alcanzar si no se pone fin a los subsidios al petróleo, al gas y al carbón -cuya quema es responsable del calentamiento global. Y es que los gobiernos del G20 están utilizando el gasto de estímulo para la recuperación de la pandemia para apoyar a industrias y empresas que dependen en gran medida de los combustibles fósiles.
Un análisis del International Institute for Sustainable Development, el Overseas Development Institute y Oil Change International, publicado en noviembre, ponía de relieve que estos gobiernos siguen aportando cientos de millones de dólares cada año para apoyar una industria que contribuye al calentamiento global.
Esta investigación concluye que el G20 dedicó al menos 584.000 millones de dólares anuales de promedio a la producción y consumo de petróleo, gas y carbón entre los años 2017 y 2019. Desde el estudio apuntan a que la cifra supone una reducción del 9% en comparación con el promedio correspondiente al periodo entre 2014 y 2016. Sin embargo, los datos que publica semanalmente el proyecto de investigación Energy Policy Tracker apuntan a que este año ya se han destinado 233.000 millones de dólares a industrias de combustibles fósiles, como parte de los fondos de recuperación de la COVID-19.
Las empresas, como no podía ser de otra manera, también tienen que ponerse las pilas: las petroleras de todo el mundo tendrán que reducir drásticamente su producción de petróleo y gas para no violar el Acuerdo de París.
La crisis sanitaria, ¿una oportunidad perdida?
Cada año, el Informe sobre la Brecha de Emisiones 2020, elaborado por Naciones Unidas, evalúa la discrepancia entre los niveles de emisiones previstos y los que serían consistentes con los objetivos del Acuerdo de París de limitar el calentamiento global en este siglo. El informe de este año concluye que «a pesar de una ligera caída en las emisiones de dióxido de carbono causada por la pandemia de COVID-19, el mundo todavía se dirige a un aumento de temperatura de más de 3°C este siglo (…) Sin embargo, una recuperación de la pandemia baja en carbono podría reducir 25% las emisiones de gases de efecto invernadero esperadas para 2030, según políticas vigentes antes de la COVID-19 (…) Como resultado de la reducción en los viajes, la actividad industrial y la generación de electricidad este año a causa de la pandemia, se prevé que las emisiones de dióxido de carbono caigan hasta 7%. Sin embargo, este recorte se traduce en una reducción de solo 0,01°C en el calentamiento global para 2050».
De hecho, esto está relacionado con una de las demandas de los movimientos por el clima, que durante todo el fin de semana han organizado acciones de protesta. Desde los movimientos se exige medidas urgentes y contundentes y ponen el foco en los fondos de recuperación económica de la crisis sanitaria generada por la Covid-19: que no haya ayudas para aquellas empresas que no se adhieran a un compromiso climático, ambiental y social factible. Asimismo, los activistas por el clima también han denunciado, como vienen haciendo en los últimos años, la inacción de algunos gobiernos, así como la falta de mecanismos de control que aseguren el cumplimiento de los objetivos que establece el pacto.
«Porque se trata de justicia climática. Porque debemos limitar el aumento de temperatura para evitar consecuencias devastadoras para la sociedad y el medio ambiente. Porque los MAPA (Personas y Áreas Más Afectadas) ya están sufriendo los efectos de la inacción. Porque cada tonelada de gases de efecto invernadero emitida a partir de hoy afecta a nuestras vidas, y nuestro futuro colectivo», se podía leer en las reivindicaciones de Fridays for Future, que ha organizado, junto con otros grupos por el clima, acciones de protesta en las principales ciudades del país y del mundo, bajo el lema #Fightfor1point5.
El informe especial del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), publicado en octubre de 2018, puso el dedo en la llaga al señalar que es preciso ir mucho más allá de los 2 °C del Acuerdo de París y limitar el calentamiento global a como mucho 1,5 °C. El IPCC advirtió, además, que, de seguir al ritmo actual de emisiones, la barrera del 1,5 ºC se superará entre 2030 y 2050, por lo que evitarlo, “requerirá cambios rápidos, de amplio alcance y sin precedentes en todos los aspectos de la sociedad”.
Nuestro sistema socio-económico, con una alta tasa de consumo de recursos naturales y con el intenso uso energético de combustibles fósiles, no ha parado de liberar a la atmósfera grandes cantidades de gases de efecto invernadero (GEI) desde la primera Revolución Industrial hasta la actualidad. Para impulsar un cambio radical un grupo de asociaciones civiles hacen una serie de demandas.
Por una política energética y una agenda climática en interés de la mayoría social,
Manifiesto “Los sin cromos”
https://www.ecologistasenaccion.org/154720/por-una-politica-energetica-y-una-agenda-climatica-en-interes-de-la-mayoria-social/