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El silencio en el campo de su Jaén natal contrasta con sus recuerdos. «Con cinco o seis años salía a pasear con mi abuela por el campo de olivos y eso era un vergel, estaba lleno de pájaros, de roedores, de insectos, de plantas aromáticas, habían huertos, se plantaban legumbres… Hoy caminas por los olivos y ves un bosque desértico, en el suelo no hay nada. Hay esa primavera silenciosa eterna…» Ese desgaste en su tierra motivó al periodista Santi Donaire a investigar y capturar distintas aristas de los impactos de la agricultura y la ganadería intensivas en España con su cámara.
Gracias a la Beca Joana Biarnés, que le concedió la Fundación Photographic Social Vision, ha recorrido 22 provincias del país durante nueve meses y Hasta que la tierra aguante recoge el resultado. La muestra se podrá visitar en Madrid hasta el 23 de julio en la Sala Fujifilm de EFTI (Centro Internacional de Fotografía y Cine). La fundación también tiene previsto programar la exposición en otras ciudades como Barcelona o Terrassa, de donde era la primera fotoperiodista española a la que recuerdan con este proyecto, después del verano.
Más allá de la motivación personal, Donaire señala que hay un interés periodístico detrás de este trabajo. Los datos de la agroindustria en España son apabullantes y, además, existe una «falta de transparencia enorme e incluso una violencia de no querer contar». «Según el Ministerio de Agricultura, España es el tercer exportador mundial de fruta y verdura del mundo, solo por detrás de China y Estados Unidos». Eso le llevó a preguntarse cuánto «nos estamos jugando» para poder competir con estas potencias mundiales. También le llama la atención que España sea líder en el uso de pesticidas en la Unión Europea y se cuestiona los efectos para la salud de estos productos.
Su investigación visual sobre la trastienda de las prácticas de la producción alimentaria le ha llevado a patear el campo e invernaderos en Almería, Jaén, Huelva o Málaga; los incendios que azotan Galicia; los arrozales de Extremadura; los cítricos valencianos; el degradado Mar Menor murciano, los cítricos valencianos o las macrogranjas vacunas, porcinas y aviares de Aragón y Cataluña. El jurado de la III Beca Joana Biarnés lo define como “un proyecto tan ambicioso como pertinente, que abarca asuntos tan urgentes como el cambio climático, la España vaciada, la absoluta precariedad de muchos de los trabajadores del campo que malviven con sueldos de miseria en condiciones insoportables, la falta de agua, el agotamiento de los terrenos o la contaminación ambiental”.
«Doñana no se está secando, la están secando»
Donaire sostiene que existe una desconexión entre el mundo rural y los centros urbanos, un desconocimiento sobre cómo se producen los alimentos, y espera que su trabajo se pueda mostrar en varias ciudades. Quiere dar a conocer que España se ha convertido en los últimos 40 años «en la despensa de Europa«, desde la ganadería, la industria porcina, el aceite de oliva, el sector hortifrutícola, el aguacate o el plátano. «Nuestra privilegiada posición geográfica y la explotación de miles de personas de origen migrante, han hecho que el Estado español se convierta en el gran productor alimentario del Viejo Continente. Pero ¿sabemos qué significa realmente esto? ¿En qué condiciones se produce la comida que comemos y exportamos?¿Cómo viven las comunidades locales la industrialización intensiva del sector ganadero y agrícola?”.
Quien se detenga frente a sus fotografías se dará cuenta que para comer un tomate en invierno o para que la fresa llegue a Alemania, tiene que haber un invernadero en Almería o Huelva, «un agua robada y una mano de obra, en su mayoría migrante, en unas condiciones de semiesclavas«. En un contexto de crisis climática, en el que la ciencia apunta que habrá una menor disponibilidad de agua en la región mediterránea, no parece sensato incrementar los cultivos de regadío, pero es que «Doñana no se está secando, la están secando», destaca el periodista.
Donaire considera es necesario un cambio de modelo productivo en la alimentación y «producir y consumir menos, ya que se tira muchísima comida». El actual no es sostenible. «En ganadería abundan los ejemplos, traemos soja transgénica de la deforestación amazónica en Argentina, alimentamos a millones de cerdos siendo el líder europeo en la producción de cerdos y un gran porcentaje de esa carne de cerdo la llevamos a la China. Estamos rozando una catástrofe climática y la agroindustria tiene un gran papel en esto».
«Estamos condenando nuestros recursos naturales, nuestro territorio y las personas que habitan en él para un negocio que va más allá del derecho a la alimentación, que se dedica a exportar. No es sostenible seguir siendo la huerta y la carnicería de Europa a este nivel», asegura. Si el ser humano no frena esta explotación que lleva al Sistema Tierra al límite, esta durará hasta que la tierra aguante antes de volverse baldía. «Puede que la tierra aún aguante un tiempo, pero no nuestra calidad de vida o la justicia social», concluye.
Ni tampoco es sostenible el neocolonialismo energético.
Renovables sí, pero así no.
Neocolonialismo energético en La Ribera del Júcar.
Queremos energía solar pero a escala humana, autoconsumo y comunidades energéticas, no las macrocentrales que degradan el paisaje y nos hurtan la tierra y la naturaleza, y siguen haciéndonos vasallos de las grandes compañías eléctricas o de los fondos buitres!
Quien iba a decirnos, a quienes hace cuarenta años proponíamos la energía solar como una de las grandes soluciones a la crisis ecológica creciente, que hoy tendríamos que oponernos a las demenciales macrocentrales solares… Y es que el gran capital es intrínsecamente malo, si no respeta a las personas menos aún al medio ambiente, y no resulta extraño que haga daño a la Naturaleza incluso con la energía solar, el motor de la vida en la Tierra.
Con las grandes y medianas centrales fotovoltaicas, suman ya unas 10 las que proyectan en La Ribera en una especie de neocolonialismo energético que nos convierte a los que vivimos en esta y otras comarcas rurales en rehenes de especuladores y grandes compañías, que explotan y consumen cada vez más recursos y territorio en una espiral absolutamente insostenible y a la que nos oponemos los ecologistas.
La megacentral que proyectan ahora entre Sumacàrcer y Navarrés, la Pfot-821 o «Valentia Edetanotum FV7», se lleva la palma con 125 Mw de potencia pico, 4’4 millones de metros cuadrados ocupados y una nueva línea de alta tensión aérea de 12.830 metros , más otra subterránea de 127 m, sobre los términos municipales de Sumacàrcer, Navarro, Antella, Cotes, Cárcer, Alcántera de Júcar, Beneixida y Castellón.
El argumento principal de las macrocentrales de energías renovables es la emergencia climática, pero esto viene a ser una falacia porque el sector que más gases de efecto invernadero emite actualmente no es el eléctrico , que ya está descarbonizado en un 68% en España, sino el transporte, totalmente hipertrofiado y dependiente del 4% . De modo que lo más urgente y efectivo para el clima no es la generación eléctrica con renovables sino reducir el sector del transporte , consumiendo productos locales, viajando menos, reduciendo el uso de los autos y pasándose al pie, la bici, el transporte público, limitando la velocidad máxima a 110 km/h o menos, etc. etc., tal y como recomienda ya incluso la Agencia Internacional de la Energía.
Solicitamos que se impida que las grandes compañías puedan boicotear el autoconsumo y las comunidades energéticas locales , que son parte de las grandes soluciones al problema energético.
-Ecologistes en Acció La Ribera-
Error de transcripción en el comentario anterior:
…el transporte totalmente hipertrofiado y dependiente del petróleo que supone alrededor del 40% (y no del 4% como he indicado por error) del consumo final de energía.
No solo nos convertimos en la huerta y granja europea, es que después queremos consumir los productos que tenemos, producidos y agotando nuestros recursos, y nos encontramos que no tenemos acceso a ellos. O bien porque no los encuentras en las tiendas o supermercados o porque están a precio imbatible por nuestros exiguos sueldos.
Y ¿quien sale beneficiado de esto? ¿ Quien les ayuda a que esto sea posible con imposición de las leyes? ¿ Porqué se vacian los núcleos rurales, que es donde se producía y ahora no pueden sobrevivir? La gente se marcha del campo porque no puede subsistir como antaño y todo en beneficio, de las grandes multinacionales.
¿ Quienes son los que permiten esto? Como que es eso de privatizar , el agua, aire, el sol, que pertenece a todos los ciudadanos del mundo?
Como siempre son un grupo pequeño los que se lleva el beneficio, a costa «del robo legal «, al resto y con apoyo de quien legisla.
Y mientras esto no cambie legalmente, poco se puede hacer, para no autodestruirnos. Los beneficios para las élites y las pérdidas para todos.