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«Abordar las grandes desigualdades en las emisiones de carbono es esencial para abordar el cambio climático». Así de clara es la conclusión a la que llega el Laboratorio de las Desigualdades Globales –formado por economistas como Thomas Piketty, Emmanuel Saez, Gabriel Zucman o Lucas Chancel– en su último informe, Desigualdad Global 2022. En él, dedican un apartado a analizar cómo la contribución al cambio climático es distinta según los ingresos y la riqueza, una cuestión ausente en las políticas climáticas.
En el caso de España, el 1% más rico del país –apodados superricos– emite 64,7 toneladas de CO2 equivalente (CO2e) per cápita, mientras que una persona perteneciente a la mitad más pobre del país emite 4,6 toneladas de CO2e. El 10% más rico emite 20,8 toneladas de CO2 equivalente y es el doble que la media de la población española, situada en las 7,7 toneladas de CO2 equivalente.
Las personas que forman parte de ese 10% más rico tienen unos ingresos ocho veces superiores a los del 50% más pobre y representan un 34,5% del total del país –un porcentaje superior al de Italia (32,2%), Francia (32,2%), Suecia (30,8%) o Noruega (29,6%) en los mismos términos, aunque inferior al de Reino Unido (35,7%) o Alemania (37,1%)–.
Nada nuevo
Lo que expone este reciente informe no es nada nuevo: otras investigaciones ya han apuntado al estilo de vida de la gente rica como un lastre para enfrentar la crisis climática. No solo en España, sino en todo el mundo. Un estudio de Oxfam Intermón publicado en noviembre concluye que el 1% más rico de la humanidad tendrá, en 2030, una huella de carbono 30 veces superior a la necesaria para cumplir con los objetivos del Acuerdo de París.
Desde el Laboratorio de las Desigualdades Globales revelan importantes contrastes a nivel mundial: el 10% más rico es responsable de cerca del 50% de todas las emisiones, mientras que el 50% más pobre produce el 12% del total. Pero estas desigualdades, matiza el informe, «no son solo un problema de países ricos contra países pobres»: hay superemisores en países de ingresos bajos y medianos y bajos emisores en los países ricos. Además, la riqueza de los multimillonarios se ha disparado en 2021 y se han agrandado las desigualdades.
En Europa, el 50% más pobre de la población emite alrededor de cinco toneladas al año por persona; en Asia, el mismo grupo de personas emite unas tres toneladas y en América del Norte esta cifra casi alcanza las 10 toneladas. Sobre el 10% más rico, el informe arroja los siguientes datos: emite 29 toneladas de CO2 en Europa, 39 toneladas en Asia Oriental y 73 en América del Norte.
Incorporar la justicia climática en las políticas
El informe revela también que la mitad más pobre de la población en los países ricos ya se encuentra –o está cerca– de las metas climáticas para 2030 establecidas por los propios países ricos –si estas metas se expresan per cápita–. Sin embargo, no lo está la mitad más rica.
Es por eso que el estudio sugiere la importancia de que las políticas climáticas apunten en mayor medida a los emisores más ricos, algo que no ocurre ahora mismo. Es más, según señala el informe, las políticas y los impuestos al carbono han impactado de manera desproporcionada a los grupos de ingresos bajos y medianos, sin modificar los hábitos de consumo de los más ricos.
Pues fíjate lo que hacen los amos del mundo: ellos que causan los problemas se presentan como los que los solucionan. Y la gente traga.
LOS CAPITALISTAS SE FORRAN CON LA EMERGENCIA CLIMÁTICA.
«Bill Gates es el principal financiador privado de investigación en tecnologías de manipulación del clima»
Están asentando una nueva ola de oportunidades de negocio. Por ejemplo, nuevas formas de apropiarse de la tierra y los ecosistemas –con graves impactos sobre las comunidades y el ambiente– y el desarrollo de tecnologías de geoingeniería.
Engloban estas propuestas con expresiones engañosas, como soluciones basadas en la naturaleza, reducción neta de emisiones, carbono neutral, cero emisiones netas o el aún más absurdo emisiones negativas. Absurdo porque no existe ningún gas que una vez emitido sea menos que cero. Todas son trampas de lenguaje, ya que no reducen las emisiones de gases de efecto invernadero, sino que alegan compensar esas emisiones para justificar el seguir contaminando. No son reducciones, sino malabarismos contables para que la suma termine en cero o incluso en negativo, caso en el cual la humanidad quedará debiéndoles el favor a las empresas que causaron el desastre.
No sólo Microsoft, también Amazon, Apple y Alphabet (dueña de Google), ya que las plataformas digitales consumen una enorme cantidad de energía, todas las empresas que ahora hablan de soluciones climáticas basadas en la naturaleza se proponen abrir nuevos frentes de disputa por el control de campos agrícolas y territorios, que esperan les sirvan para obtener nuevos créditos comerciables en los mercados de carbono, pese a que está demostrado que esos mercados no han funcionado para combatir el cambio climático.
https://canarias-semanal.org/art/31767/los-capitalistas-se-forran-con-la-emergencia-climatica