‘The Walk’: de Granada a Helsinki contra la crisis climática

La artista Marta Moreno Muñoz presenta su proyecto, a caballo entre la performance, el videoarte y el activismo, con el que busca alertar de la emergencia ecológica.
Marta Moreno Muñoz. Foto: Carmen Rivero.

Una mujer camina sola por un paraje inhóspito. Escala un par de piedras, luego desciende por un sendero, dejando atrás un parque de aerogeneradores. La vemos de espaldas, cargada con una mochila; por momentos, su perfil asoma, pero el cabello la tapa y nos impide reconocer sus rasgos faciales. Se trata de Marta Moreno Muñoz (1978), artista y activista del grupo ecologista Extinction Rebellion que recientemente presentó su proyecto 2020: The Walk en el Centro José Guerrero de Granada, un recorrido de unos 4.000 kilómetros, mayormente a pie, desde la Alpujarra a Helsinki, y de ahí al permafrost para alertar sobre la gravedad de la crisis climática, el cual quedó parcialmente grabado en la película que describo.

Dentro de la pantalla, Moreno Muñoz parece esquiva: su experiencia –estética, performativa, cívica–, realizada en el marco de su tesis doctoral, parte de “la disolución del yo” con la finalidad de que el ego no nuble lo que debería alimentar una responsabilidad colectiva. Fuera de la pantalla, sonríe y agradece la sala llena: una multitud ha acudido movida por la curiosidad y una conciencia climática que busca referentes. Suspiran, observan atentos el video, reclaman más sillas cuando las dispuestas en hileras no son suficientes.

2020: The Walk es un viaje multidisciplinar de una riqueza semántica amplísima que, antes de convertirse en camino, cuerpo exhausto por una distancia abarcada con el también artista Óscar Martín, piezas audiovisuales y un libro coral –editado por el Centro Guerrero y la Diputación de Granada–, apenas fue intuición. La artista se desplazó a Helsinki para representar su obra Colapso en 2019, cuando, de repente, decidió dejar de volar “tras una década meditándolo”, cuenta.

De ese impulso contra los combustibles fósiles nació la primera idea: regresar a la capital finlandesa caminando, y hacerlo en 2020, cosa que frustró la COVID-19. Lejos de rendirse, decidió postponer su ruta hasta el verano de 2022 pero manteniendo el título original, una osadía que puede leerse desde la intención de transferir la memoria social de la pandemia a la de otra catástrofe relacionada, la climática. Cogió algunos trenes y un ferri, pero el periplo fue fundamentalmente sobre sus pies, en “condiciones extremadamente precarias, tanto de presupuesto como de tiempo, y bajo varias olas históricas de calor”, explica. Paso a paso, en un viaje que perseguía asimismo convocar una suerte de espiritualidad que le permitiera “expandir las subjetividades”, fue encontrándose con otros ecologistas, organizaron acciones, charlas y un taller de Acción Directa No Violenta (ADNV), ya que uno de los objetivos de esta obra radicaba en “crear espacios regenerativos de encuentro y debate con activistas de Extinction Rebellion y otras organizaciones” –aclara–, así como hacer un llamamiento “al compromiso… y a la desobediencia civil”.

Finalmente, la peregrinación terminó en la Estación Biológica de Kilpisjärvi, en Laponia, Finlandia, donde pudo conocer a algunos investigadores que le mostraron su trabajo de campo en el permafrost –territorio cercano a los polos que, como su nombre indica, suele estar permanentemente congelado, y que podría desencadenar uno de los bucles de retroalimentación más preocupantes, conforme se derrite–. El encuentro con esta geografía supuso un “momento cuasi religioso”, de “inmensa emoción… gratitud y redención”, confiesa Moreno Muñoz. No obstante, pese al éxito de 2020: The Walk, que ya presentó el pasado abril en el Museo Reina Sofía, ella siente que hace falta más implicación social: “no queremos admiración –asevera, en coherencia con el rechazo del narcisismo que permea su aproximación al arte–, sino que la ciudadanía se una a los movimientos climáticos y a la rebelión en defensa de la vida”.

La cultura debe involucrarse

El peregrinaje de la artista se nutre de una miríada de tradiciones culturales: heredero del happening y la performance, rompe la fugacidad de los pies en unos videos donde se respira una intertextualidad de vanguardia que podría anclarse al cinéma vérité y la reinterpretación que efectuaron de él en el llamado Tercer Mundo. Me recuerda al cineasta brasileño Glauber Rocha y su máxima: “una cámara en la mano y una idea en la cabeza”, le comento. Su componente espiritual, cual Camino de Santiago, también esconde retazos de las Misiones Pedagógicas, puesto que la soledad del trayecto quedó habitualmente rota por las distintas expresiones del activismo, con una clara función educativa. No es de extrañar que, cuando le pregunto qué otros proyectos piensa acometer, me responda que continuará con el lanzamiento en España de La Cultura Declara la Emergencia, una plataforma de activismo cultural, nodo de la que ya existe en Reino Unido. Con ella, pretende “interpelar al mundo del arte para que se abra y entienda la dimensión de la crisis ecológica, civilizatoria y sistémica… [y] se posicione políticamente”, asegura.

Además, deberá afrontar el juicio que tiene pendiente en Múnich, donde ya sufrió prisión preventiva por una acción de desobediencia civil pacífica realizada el pasado octubre con el colectivo Rebelión Científica, y terminar su doctorado en la Universidad de Granada, en el que se enmarca 2020: The Walk. Investigadora y, ante todo, trabajadora cultural –como se autodefine–, tiene claro la urgencia de desmantelar a través de la práctica poética, artística, los imaginarios fosilistas, patriarcales y coloniales en los que se cimenta parte de nuestra civilización occidental, así como elevar otras cosmovisiones alternativas a favor de la vida y la justicia ecosocial, un propósito que reclama tantas manos (y pies) como sea posible.

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COMENTARIOS

  1. Doblemente valiosa Marta porque quienes hoy defienden el medioambiente o cualquier causa justa nadan a contracorriente pues la manipulación del sistema capitalista ha conseguido que la gente los vea como enemigos del pueblo, como desestabilizadores y en más de un caso les tienden trampas para hacerlos pasar por terroristas.

    Noticias Greenpeace Denmark:
    Los planes mineros de aguas profundas de Noruega.
    En todo el mundo hay áreas únicas donde la vida silvestre ha evolucionado durante millones de años sin la influencia y destrucción de los humanos. Tal área se encuentra en el Mar de Groenlandia y el Mar de Barents.
    Aquí encontramos una vida silvestre rica y vulnerable de arriba a abajo en la vasta profundidad del océano. En la parte superior, hermosas aves marinas como araos y arboledas pescan arenque y caballa. Las ballenas pequeñas y grandes viven sus vidas aquí, sumergiéndose profundamente en las profundidades. Todavía sabemos poco de lo que encuentran allí abajo, pero lo que hemos encontrado hasta ahora muestra una vida silvestre única y rica.
    No son solo las ballenas las que se sumergen profundamente en las áreas marinas fuera de Jan Mayen y Svalbard. En este momento, esta área marítima única está amenazada de destrucción por el gobierno noruego. A pesar de las fuertes críticas de varios países y una comunidad unificada de investigación marina, proponen abrir el área a la minería.
    Este verano, una alianza liderada por los países del Pacífico Fiji, Samoa, Palau y Micronesia obtuvo una importante victoria parcial. Esta importante victoria parcial no significa que la amenaza de la industria minera haya terminado. Sin duda, será una batalla de años.
    A pesar de que Noruega está confabulada con la industria minera, hay muchos que todavía creen que la política marítima noruega es justificable. Por lo tanto, los planes noruegos para la minería en el fondo marino no solo son cruciales para el vulnerable Ártico, sino también para la naturaleza de aguas profundas en todo el mundo.
    Los planes de Noruega de excavar en sus fondos marinos también podrían ser potencialmente perjudiciales para el medio marino de Groenlandia.

  2. Tras más de dos meses navegando por las costas andaluzas, el velero Diosa Maat de Ecologistas en Acción finaliza su campaña estival En Acción por el Litoral.
    A través de la campaña Stop Vertidos Ilegales, se han identificado 400 vertederos ilegales en la provincia de Almería y 44 en Granada, de los cuales ha denunciado 200 y 3 respectivamente. Tras las denuncias, de momento, solo se han limpiado 11.
    A lo largo de dos meses, la tripulación del Diosa Maat ha presenciado los problemas que está causando el alga invasora Rogulopterix okamurae en Barbate; las amenazas urbanísticas que acechan el faro de Trafalgar gracias a la campaña SOS Costa de Cádiz; el exceso de contaminación del aire de la bahía de Algeciras; o las consecuencias del turismo masivo y la macrourbanización de la costa del sol.
    La campaña En Acción por el Litoral comenzó el 1 de julio en el puerto de la Alcaidesa de la Línea de la Concepción, donde activistas del grupo Verdemar denunciaron la contaminación que se acumula en el Estrecho de Gibraltar por el gran tránsito de buques. Dichos navíos no solo emiten gases de efecto invernadero, sino también compuestos nocivos para la salud humana como son los óxidos de azufre y de nitrógeno.
    Además, antes de zarpar, en la bahía de Algeciras se llevaron a cabo protestas a bordo del velero en contra de la importación de aceite de palma, cuyo cultivo es responsable directo de la deforestación en el sudeste asiático.
    Además han exigido la demolición del “Algarrobico 2” en Almuñécar y la gestión de los residuos plásticos de la agroindustria almeriense.
    También hubo movilizaciones en la playa de la Cagaílla, donde se demandó la recuperación del Dominio Público Maritimo Terrestre de la playa, seriamente amenazada por la fiebre del ladrillo. Asimismo, el grupo de Guadalfeo-Ecologistas en Acción —junto con clubs de buceo de la zona y la organización Coral Soul que trabaja en la recuperación del coral rojo— organizaron una limpieza de fondos multitudinaria en la Punta de la Mona, zona protegida por el valor ecológico de sus fondos coralinos pero sin medidas de reales de protección. En la limpieza se sacaron 67 kilos de residuos del arrecife, llegando a limpiar uno de los cañones hasta los 45,7 metros de profundidad.

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