La petrolera Total Energies conocía el impacto climático de sus actividades en 1971 pero lo ocultó

El exdirector general de la Compagnie Française des Pétroles (CFP), germen de Total, defendía hace 50 años hacer "sacrificios inmediatamente" para evitar consecuencias más críticas en el futuro
Foto: la petrolera decidió guardar silencio sobre los efectos del cambio climático hasta 1988

“Total es plenamente consciente de que cada una de sus actividades puede generar una contaminación que puede afectar al equilibrio de la naturaleza”. La frase está recogida en una edición especial de 1971 de Total Information, un medio de comunicación interno y externo de la empresa petroquímica francesa, una de las más importantes del planeta. En su editorial, el presidente-director general de la Compagnie Française des Pétroles (CFP), René de Lilliac, reconocía que la multinacional sabía cuáles eran los efectos e incluso se mostraba dispuesto “a aceptar cualquier restricción que sea útil y pueda contribuir a la protección del medio ambiente”.

A pesar de ello, tal y como se desvela en un artículo publicado en Global Environmental Change, la petrolera decidió guardar silencio al respecto hasta 1988. A partir de entonces, sin embargo, sus primera manifestaciones públicas sobre el tema no estaban precisamente encaminadas a abrazar los postulados científicos, sino más bien para lo contrario. “A finales de la década de 1980, comenzó a promover dudas sobre la base científica del calentamiento global“, denuncian el estudio. Fue a finales de la década de 1990 cuando la compañía tomó la decisión de dar su beneplácito a las evidencias de la ciencia “mientras promovía el retraso de las políticas y las políticas periféricas al control de los combustibles fósiles”.

Una posición incongruente con la sostenida por Lilliac años atrás. Negro sobre blanco, el exdirector general de CFP –renombrada CFP Total en 1985 y Total en 1991– aseguraba que “preservar la Naturaleza es salvar la vida de todos, y esto, por supuesto, no tiene precio”. No obstante, alertaba de que las restricciones para proteger el medio ambiente tendrían “un coste elevado” que iba a tener que repartirse entra toda la población: “Probablemente sea
mejor hacer estos sacrificios inmediatamente que tener que remediar, mañana, una situación mucho más crítica que pondría en peligro ciertos equilibrios económicos”.

Pero el editorial de Lilliac no es la única prueba patente de que la compañía era consciente de los peligros de los efectos de sus actividades. En la misma edición de Total Information de 1971 se publicó un artículo titulado Contaminación atmosférica y clima, firmado por el geógrafo François Durand Dastès. En él, se afirmaba que “la concentración de CO2 ya ha aumentado un 15% en 150 años y podría alcanzar las 400 ppm en 2010”. Un escenario que presentaba como “bastante preocupante” ya que “podría aumentar la temperatura media global entre 1 y 1,5°C”, con posibles “efectos importantes”. Y, visto a 2021, ha dado de lleno en las predicciones.

En 2017, el periodista Jelmer Mommers, desveló en el diario holandés De Correspondent, que la multinacional petrolera Shell ya conocía en 1991 los riesgos del cambio climático. Así lo hizo saber en un vídeo divulgativo bajo el título Climate of Concern, donde desgranaba los principales peligros del calentamiento global: fenómenos climáticos extremos, inundaciones, hambrunas, refugiados climáticos… A pesar de ello, decidió hacer oídos sordos a las advertencias científicas. Tanto es así que este mismo año un tribunal de La Haya ha condenado a Shell a reducir sus emisiones un 45% para el año 2030.

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COMENTARIOS

  1. Ellos LO SABÍAN. Lo sabían, y durante décadas mintieron al respecto, financiaron la negación del clima y la desinformación, engañaron a sus accionistas y al público. A sabiendas eligieron las ganancias sobre la vida de las personas.
    Desde la década de 1980, junto con Exxon y otros, Total difundió a sabiendas la duda y la negación del clima, y gastó millones cada año para sembrar desinformación y presionar a los políticos.
    En los últimos 50 años, el valor de mercado y las ganancias de Total se han disparado. Su implacable extracción y quema de combustibles fósiles los coloca en la lista de solo 20 compañías responsables de un tercio de todas las emisiones de CO2 desde la década de 1960.
    Esa ganancia ha llegado a un precio indescriptible: el costo de vidas reales. Las personas que sufren y mueren hoy por los impactos climáticos (incendios forestales, inundaciones, huracanes violentos) fueron condenadas hace 50 años cuando los directores de Total decidieron que las vidas de las personas valían menos que las ganancias masivas de quemar cada vez más petróleo y gas. Lo sabían, y eligieron el dinero y la comodidad sobre los medios de vida de las personas y un clima saludable.
    Total depende del dinero que obtienen de los bancos comerciales de todo el mundo. Con una mano, estos bancos tienen nuestros ahorros duramente ganados; con otra, financian el negocio tóxico de Total, que alimenta la crisis climática y nos roba un futuro seguro y protegido. Pero tienen una debilidad: somos nosotros, sus clientes.
    Debemos pedir a algunos de los bancos más grandes del mundo que corten Total. Estos bancos son vulnerables a la presión de los clientes: tenemos el poder de amenazar su reputación y sus resultados, pero solo si suficientes de nosotros de todo el mundo actuamos juntos en este momento, cuando esta noticia de última hora está en los titulares.
    Añade tu nombre:
    https://totalknew.com/

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